Con el buen tiempo y los días largos, de tardes cálidas y tranquilas, una ruta senderista por Asturias sencilla, acogedora y sosegada suena a opción perfecta para el fin de semana. Si además ese plan transita por la ribera de un río, entre sombras boscosas y trinos cantarines, mucho mejor. Y si encima existe la opción de encontrar trasgos y duendes, visitar un Santuario en una cueva, disfrutar de un merendero junto al agua, conocer recodos rurales y hasta pasear por una villa admirando las fotos ganadoras del Memorial María Luisa de Fotografía, mucho mejor.
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Pues todo esto lo tiene la Senda de la Peridiella (en Infiesto, Piloña), una pequeña ruta circular sin ninguna dificultad que proporciona un agradable paseo entre árboles y ruido de agua (la del río la Marea) y a la que se accede, sin complicaciones, desde el Santuario de la Cueva de Infiesto.
Son apenas 8 kilómetros, lejos del ruido: nada más penetrar en la senda la bóveda de castaños, robles y alisos crea un efecto de cúpula en la que todo lo de fuera queda silenciado: como un túnel en la espesura. La ruta, muy fácil de andar, es circular y asciende hasta el pueblo de la Llana, uniéndolo con el núcleo rural de la Peridiella y, desde allí, con el área recreativa que hay junto al Santuario piloñés.
Tipo de ruta: circular
Dificultad: fácil
Distancia: 10,56 km
Tiempo: 3 horas
Desnivel: 173 metros
Además, puede hacerse en cualquiera de los dos sentidos: andando primero hasta la Peridiella por la orilla del río para luego, a la vuelta, tomar un ramal a mano izquierda que sube a la Llana y regresa por sendero de bosque hasta la Cueva; o, si se quiere, a la inversa: primero subiendo a la Llana para luego, desde allí, descender a la orilla del río y regresar paseando a la Cueva.
No muy lejos (a unos 2 kilómetros a pie por una acera junto a la carretera) está el centro de Infiesto (capital piloñesa); un lugar que estos días acoge en sus calles una extensa y maravillosa muestra de fotografías de naturaleza y escalada: son las instantáneas finalistas en el Memorial Maria Luisa, un prestigioso galardón de corte Internacional cuyas fotos merece la pena (y mucho) mirar.
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Total: que en este plan no hay altas montañas pero sí hay paz boscosa, aguas frescas con orillas accesibles, mitología (una vecina de la zona ha adornado la senda con distintas figuras mitológicas y puertas como de duendes clavadas a los troncos), zonas rurales y mucha fotografía de naturaleza. Todo ello en un recodo tranquilo, perfecto para llevar a los más pequeños y disfrutar de una jornada de senderismo tranquila y agradable.
Para caminar la senda de la Peridiella primero hay que acercarse a Infiesto y, una vez allí, ir hasta la zona del Santuario de la Cueva (por la carretera que va hacia Campu Casu), dotada con amplio aparcamiento, chiringuito y zona de merendero.
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Desde «el prau» que custodia el templo, se accede por un puente al Santuario y, por una puerta con forma de arco a mano izquierda, se pasa a un camino lleno de árboles que –desde el mismo inicio- está señalizado: a mano izquierda un ramal sube hacia la Llana. De frente, por la orilla del agua, el sendero principal avanza hacia la Peridiella.
Cogiendo el ramal que se desliza a la derecha, los primeros pasos son en forma de subida: un camino de tierra serpentea entre viejos arboles salvando un breve repecho sin dificultad. A ambos lados del camino se abre el bosque cerrado y zonas de pastos. Lo único que hay que hacer es avanzar hacia arriba, coronando sin problema en la Llana, una guapa zona rural por la que la senda se cuela entre casas y jardines.
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Al poco de llegar a la Llana un cartel indica todas las posibilidades de la ruta: puede volverse al Santuario de la Cueva por carretera o bien seguir avanzando para no abandonar la zona verde. Para esta opción, se cruza el pueblo y –a la altura de una casa azul- se toma un camino que se pierde a mano izquierda.
Tras dejar atrás la Llana, el sendero vuelve a vestirse de bosque y de trinos y topa varias veces con cruces de caminos sin señalizar: hay que ir siempre hacia la izquierda, y hacia abajo, penetrando de nuevo en un mundo dominado por los árboles y las sombras frescas. El ruido del agua del río, a lo lejos, hace de faro que marca la dirección.
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Todo lo que queda es bajar: un trecho, sin complicaciones. Sólo hay que seguir el sendero, que zigzaguea brevemente entre árboles jugando a estrecharse severamente antes de dar con la senda principal de este trayecto: ancha e inconfudible, a la orilla del agua.
Para hacer el recorrido completo ahora toca virar a mano derecha y avanzar sin problemas hasta llegar a la altura de un puente por el que pasa la carretera. Es un paso breve en el que conviene poner precaución, ya que es un cruce de coches. Luego, sólo queda volver a enganchar con la senda y seguir avanzando rumbo a la zona de la Peridiella, con numerosas orillas perfectas para sentarse a mirar el río, darse un chapuzón o disfrutar de un bocata.
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Además, durante todo el trayecto hacia la Peridiella también resulta interesante ir mirando los detalles: escondidos y dispersos por los árboles hay distintos detalles relacionados con la mitología y la magia (duendes, trasgos, sirenas, puertas…) que una vecina de la zona (Geli Castro) ha ido colocando para adornar la senda de color y fantasía.
Luego, tras la caminata, se llega al final de la senda y sólo resta dar la vuelta, poniendo rumbo de nuevo hacia el santuario de la Cueva. Si se quiere, por añadir un plus de desnivel al paseo, se puede regresar subiendo a la Llana y bajando por el camino que primero se ascendió. Si no, todo de frente, por la orilla del agua, hasta recalar de nuevo el Santuario, cuya leyenda se remonta a tiempos de la Reconquista y cuya zona de recreo (con merendero, bar y orillas perfectas para baños) resulta genial para alargar y culminar la jornada.
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Además, y para rematar el día, se puede ir a a ver las fotos del Memorial María Luisa, cuya exposición callejera inunda las calles de la capital de Piloña. Para ello, sólo hay que dejar atrás el llamado prau de la Cueva y acceder a pie a la carretera : por una ancha acera, el paseo se alarga un par de kilómetros hasta recalar en el centro de la villa de Infiesto, en cuyas calles se exponen las fotos finalistas del prestigioso galardón de fotografía. Luego, sólo quedaría volver, andando de nuevo la carretera hasta la Cueva para, una vez allí, dar por finalizada esta jornada de senderismo, sumamente sencilla, interesante y bella.
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