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A su última piedra, a la más alta, la que hay que pisar para coronar su punto más elevado, le faltan apenas cien metros largos para estar plantada en los 2000 de altura. Además, esta montaña es el techo de Sobrescobio y, sobre todo, un lugar mítico, de esos que todo buen senderista o caminante en Asturias quiere pisar alguna vez. Y, quizás por eso, su nombre resuena, casi tanto como el eco con el que se puede jugar desde su alta cima: Retriñón
Estas letras narran la ascensión a este conocido pico y tienen como partida y regreso el pueblo de Felechosa. No obstante, lo bueno que tiene este camino es que puede hacerse de tres formas distintas: ascendiendo hasta los 1862m en los que se ubica la cima del Retriñón o, simplemente, faldeándolo, sin subirlo, esquivando los 500 metros de desnivel finales para continuar por el PR AS 30, un sendero que seguiremos durante una gran parte de este recorrido y que se diseñó para hacer un tour por zona de brañas.
Tipo de ruta: Lineal(ida y vuelta por el mismo itinerario)
Dificultad: Moderada. El camino es claro y sin pasos técnicos pero el desnivel a salvar es importante
Distancia: 15 kilómetros
Tiempo aproximado: 6 horas (aprox)
Altura máxima: 1862 metros, aproximadamente
Desnivel aproximado: 1262 metros
Además, aunque la opción que aquí se plantea sube y baja por el mismo itinerario, también se puede ascender la cima y luego, de vuelta a la majada, coger la ruta PR para regresar a Felechosa por un camino distinto, atisbando y cruzando media docena de brañas tradicionales más.
De cualquier manera, un acercamiento al Retriñón siempre supone un buen plan montañero: será porque el sendero que llega hasta su base es cómodo y asciende entre bosques, a la orilla de un acogedor curso de agua. Será porque cruza amplias y antiguas majadas alfombradas que guardan ejemplos bien conservados de cabañas. O quizás por sus vistas de espectáculo en todas direcciones. O porque, ya en sus altos, la recompensas cimeras resultan excelentes y suponen todo un palco VIP para observar sin prisa otras montañas míticas (hermanas de la que se pisa) como los imponentes Picos de Europa, el desafiante Tiatordos, las blancas Ubiñas o Peña Redonda, la bella.
El punto de partida hacia el Retriñon es la localidad allerana de Felechosa, un pueblo de calles estrechas rodeado de un paisaje exuberante que hay que recorrer hasta dar con la ermita de la Virgen de las Angustias: justo enfrente de ella se abre el sendero que toca seguir, el PR AS30, un recorrido que se enrisca cómodamente por laderas entre bosque, agua, peñas y cabañas tradicionales.
Unos pocos pasos son suficientes para que el valle de Felechosa abrace al caminante, introduciéndolo de forma suave en una especie de túnel boscoso plagado de húmedad y rumores acuosos. El firme, un camino carretero, avanza decidido hacia el norte, sin perder de vista el curso descendente del río Fresneo, cada vez más protagonista con su cantar perenne y su compás hídrico.
Sin prisa, la senda empieza a salvar metros de desnivel, ascendiendo siempre a la sombra de una tupida cúpula boscosa. Y algo más adelante, el valle se estrecha, otorgando al caminante un vía empedrada, enclavada entre rocas, que pronto llevará a una zona de ribera en la que se cruza el río por puentes rústicos en varias ocasiones y en la que ruidosas cascadas y profundas pozas cristalinas acaparan atenciones.
Sin complicación ninguna (aparte del desnivel que se va salvando a cada colección de pasos dados) el sendero PR sigue ahora su curso hacia la abertura del valle, siempre con la presencia del río cercana, rumbo ya a los altos de la braña de Gamonal. Este tramo es uno de los repechos fuertes de la jornada, y se alarga tras llegar a la braña, continuando su traza empinada ya por terreno más abierto
Un buen tramo de subida después se conquista Mayain, preciosa majada, verdísima y llena de cabañas. Vecina cercana del siguiente collado a conquistar, que se ve claro adelante. Alcanzarlo sólo requiere seguir las marcas de pintura blancas y amarillas y avanzar, al ritmo que plazca, sobre una mullida y aromática alfombra de hierba, bien cuidada por los rebaños que suelen comer en estos lares.
Ya hace un rato que la guapa y reconocible silueta de Peña Redonda observa el avance y, desde este punto, casi se vislumbra ya también entera la figura del Retriñón, cada vez más cercano, plantado esperando sin prisa en el horizonte visual. Mientras, los pasos por campera suave y empinada conducen, finalmente, a la collada de la Felguera: con preciosas vistas.
Aquí, la subida constante que había acompañado desde hace kilómetros da una tregua. Este es el límite natural de los concejos de Sobrescobio y Aller, el lugar en el que se encuentra el conocido como Fitu Felguera (marcado con señales hacia distintas direcciones) y el sitio en el que el camino a seguir vira en dirección oriental, en busca de la entrada al valle del Chirrial; o, lo que es lo mismo, a la derecha, rumbo a la collada Valencia, donde reposa el Retriñón.
Ahora toca subir los 500m que nos faltan para llegar a la cumbre: el paso más difícil de salvar de la jornada y el que, irremediablemente, termina haciéndose largo. No se encontrarán pasos técnicos pero sí una ladera dura de pelar que hay que ir ganando a base de paciencia y pisadas. A medida que se gana altura, la tendencia es ir escorándose a la derecha, para alcanzar la zona de la cresta en la que una pequeña muesca abre paso hacia un gran semicirco en pendiente desde el que ya se ve clara la cumbre, a la que se llega por un sendero visible y bien marcado.
Tras el soberano esfuerzo, llega la recompensa: una cima muy amplia que hace de mirador perfecto para unas vistas espectaculares. A un lado, el macizo de las Ubiñas, que ya había ido emergiendo durante la ascensión y ahora se atisba perfecto. A otro, los Picos de Europa asomando tras los valles y montañas ponguetos, en los que destaca el Tiatordos. También Peña Mea, Peña Ten… y la acogedora Peña Rueda, que parece haber encogido durante la subida pero sigue resplandeciendo en este enorme catálogo de montes, sierras, peñas y valles que se contempla.
Todo lo que queda ahora es respirar y contemplar hasta hartarnos, haciendo un ritual del merecido descanso cimero, para después volver a atar las botas y regresar a Felechosa por el mismo camino que nos trajo. Otra opción, que alarga la excursión ligeramente, es continuar desde la majada Valencia el curso del PR que abandonamos en esa zona, siguiéndolo para rematar la circular completa de su recorrido, que devolverá a Felechosa por una zona distinta y atravesando nuevas brañas con solera.
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