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Según datos de la Fundación Oso, en el Principado de Asturias hay alrededor de 200 ejemplares de estos animales. El territorio por el que campan en libertad abarca más de 2800km2, desde la zona de los Ancares hasta la zona central, con un par de decenas localizados en el perímetro oriental.
Hoy vamos a recorrer uno de esos lugares oseros. De hecho, el camino que vamos a andar se cierra por temporadas, ya que suele estar transitado por estos plantígrados y, por seguridad (para ellos y para los senderistas), se clausura en ciertas épocas. También es importante saber –antes de emprender camino- que esta ruta se encuentra en un estado bastante salvaje, con abundante vegetación (las ortigas y los helechos toman muchas zonas de camino y lo invisibilizan) haciendo que el avance sea un poco más complicado.
Vamos a adentrarnos en una zona a caballo entre los concejos de Quirós y Teverga, para recorrer territorios llenos de bosque y alcanzar un arrogante pico que –a pesar de no representar una gran altura ni una cumbre inaccesible- es un inigualable balcón sobre el verde y montañoso paisaje circundante, además de sobre el bello embalse de Valdemurio.
Y aunque nada nos asegura avistar o encontrarnos con osos, el simple hecho de saber que estos animales andan cerca y que este lugar es su hábitat natural, infunde a la excursión un halo de exploración y aventura, un extra de naturalidad con un toque de magia y hasta una búsqueda, continúa, de señales de su paso que hace que estemos más pendientes de los detalles, huellas, señales, árboles y sonidos.
Horario: 5-6 horas (aprox)
Distancia: 12,8 kilómetros
Dificultad: Moderada
Tipo de recorrido: Circular
Lugar de salida y llegada: Embalse de Valdemurio, Las Agüeras (AS-229)
Altura máxima: 1.140m
A tener en cuenta: En muchos de sus tramos, la ruta está tomada por la maleza. Y, en algunas ocasiones, puede estar clausurada por motivos de seguridad, ya que transita por zona osera
Para encontrar el inicio de nuestra caminata y llevar a cabo nuestra conquista al Pico Mayor (o Pico Gorrión) debemos desplazarnos hasta el concejo de Quirós y, allí, hasta el embalse de Valdemurio (AS-229) un lugar cien por cien visitable de por sí, perfecto para deportes acuáticos, avistar –con suerte-osos desde la lejanía o disfrutar de un picnic.
Desde la zona del embalse (donde hay sitio suficiente para dejar el coche) comenzamos a andar, cruzando la pasarela de madera e incorporándonos al ramal de la senda del oso para, sobre ella, ir bordeando el pantano hasta alcanzar Villaorille, un pequeño pueblo en el que (tras pasar las primeras casas) nuestro camino se desvía a la izquierda, convirtiéndose ahora en un sendero estrecho, empedrado en algunos tramos, que va ganando altura mientras asciende dirección la aldea de Turiezo en un primer tramo de caminata, muy agradable, que regala preciosas vistas a la sierra de Caranga.
Continuamos marcha por la misma caleya empedrada y pronto llegamos a Turiezo: lo reconocemos pronto, por los esqueletos de algunas casas de piedra que enmarcan la silueta de Peña del Alba, y por la ermita de Santa Moza, que nos recibe de frente, como un faro señalando el camino a seguir.
Este puede ser un buen lugar para hacer un pequeño primer descanso. La pequeña capilla rural (que data de finales del s.XVII y fue punto de paso de varios caminos antiguos) tiene un porche diáfano y fresco desde el que contemplamos las pinturas murales que decoran su altar, con escenas de la infancia y la pasión de Cristo.
Para continuar camino, debemos bordear la ermita de la Santa Moza y seguir una pista de hormigón que conduce al depósito de aguas y alcanza rápidamente un camino empedrado que comienza a ganar altura a la izquierda, regalando estupendas vistas del valle antes de meternos en un pequeño tramo exigente, corto pero lleno de revueltas, que nos acerca a la base del peñón de la Bérgola.
Tras esta zona empinada y empedrada, en algunos tramos, es necesario abandonar el trazo del camino por culpa de derrumbes naturales que no nos dejan seguirlo: podemos sortearlas sin perderlo de vista y volver a él cuando sea propicio para el andar, ya que es por este sendero por el que alcanzaremos el collado de Cotrutes, un mirador natural de piedra estupendo para contemplar Turiezo desde la altura y reponerse de las revueltas, que ya han quedado atrás.
Desde Cotrutes, el camino da una tregua volviéndose suave, casi recto, y continua así hasta la braña de Cuendenueva, donde sobreviven algunas cabañas tradicionales y donde giramos, ahora, a la derecha, hacia el collado de Quintaneiru, que ya se adivina en el horizonte. Rápidamente, llegamos a la mortera de Felgueres y entroncamos con una pista, bastante larga, que nos deposita justo en el collado, con vistas hacia las montañas de Teverga, la peña Collada enfrente y Peña Rueda a nuestra espalda.
Desde collado Quintaneiru, debemos avanzar bordeando las cumbres, siempre en el sentido de las agujas del reloj, hasta encontrar un estrecho sendero ascendente que se fusiona en su avance con una empinada canal, situada entre el Pico Gorrión o Mayor –nuestro destino de hoy- y el pico Contruteiru.
La ascensión es cómoda y termina a la entrada de un pequeño bosquete tras el que ya se vislumbra la cumbre del Peña Mayor o Gorrión y, más allá, la sierra de Carangas. Sólo resta seguir andando, paseando ahora por un pequeño y verde claro (el collado de Ordiales) que, al acabar, conduce –a través de jitos- hacia una canaleta que es nuestro último paso para pisar la cima del Mayor. Mucho cuidado aquí las personas con vértigo porque, aunque no sea complicado, se trata de una repisa bastante aérea que puede causar miedos. Con mucha precaución, se salva fácilmente.
Las vistas desde la cumbre sobre el embalse de Valdemurio son magníficas: el Pico Mayor o Gorrión se eleva vertical sobre el paisaje, salpicado de tejados, bosques, agua y piedra. Y, desde ahí, se abren a los cuatro puntos cardinales, contemplando un territorio fértil con variedad de verdes que aún, a diario, es recorrido por los osos.
El camino de vuelta, aún bastante largo, discurre primero en dirección a la collada de Ordiales, que se ve muy bien desde la cumbre y por la que ya pasamos en nuestro ascenso.
Una vez alcanzada la collada, sin cruzarla, nos tenemos que «dejar caer» hacia la derecha, salvando una pequeña canal bastante tapizada de vegetación que acaba en la zona conocida como el Pradón, por el que tenemos que descender- salvando, de nuevo, abundante y densa vegetación- hacia la majada de la Filera, un precioso enclave con casi una docena de cabañas asentadas en un rellano donde los fresnos dan buena sombra.
Continuamos ruta saliendo de la majada por su derecha, por encima de un camino bien marcado que conduce hasta una fuente (perfecta para recargar cantimploras) desde la que se abre un leve sendero, muy mal marcado, que se adentra en más vegetación y pasa por ruinas de asentamientos completamente perdidos para, finalmente, acabar –por fin- en un amplio camino empedrado que se agradece muy mucho tras la incursión por helechales.
Ya con el camino más definido, el trazado se vuelve más horizontal y se va acercando a la base del crestón, contemplando el valle, las casas y la carretera de Carangas desde las alturas y acercándonos al paso de la Cuevafurada: una cavidad natural que los vecinos del valle horadaron para abrir un atajo hacia el otro lado del crestón de la Rasa, evitando así un largo rodeo.
Cruzamos Cuevafurada, cogiendo un precioso camino que se dibuja desde la cueva. Por él, y con vistas al embalse, vamos rodeando el crestón para acabar en una canal pedregosa, con varias revueltas, que desciende bruscamente hasta alcanzar el camino que lleva a Villaorille.
El sendero se vuelve ahora amplio, cómodo, con buenas murias y numerosos avellanos cercándolo. Podemos seguirlo, aterrizando en Villaorille y, desde allí, cogiendo las vías verdes de la Senda del Oso para regresar al embalse de Valdemurio (unos 20 minutos de caminata por sendero llano, marcado y seguro). O podemos «atajarlo», lanzándonos por su izquierda para salvar unos 40 metros de desnivel a través del monte hasta alcanzar, nuevamente, la senda del oso que nos llevará al embalse.
Por cualquiera de las dos alternativas finales, esta circular al Pico Mayor (o Gorrión) con salida y meta en el embalse de Valdemurio es, sin duda, una excursión que merece bien la pena: variada en terreno, desafiante en tramos cortos, cargada de vegetación, historia, leyenda, etnografía… y -aunque bastante tomada por la maleza en muchas de sus partes-, con huellas de osos libres muy frescas en sus caminos que compensan la falta de un camino claro y limpio.
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