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Todos los concejos asturianos tienen un techo. Y, precisamente, hoy nos dirigimos al techo del concejo de Parres, a la Mota Cetín, un pico de poco más de 1100 m de altitud y una de las rutas asturianas más andadas. La razón de su popularidad, aparte de porque se trata de un recorrido senderista de poco desnivel y pocos kilómetros, son las amplias vistas que ofrece: dignas de fotos, recuerdos y emociones de las que quedan en la memoria guardadas para siempre.
Durante todo el trayecto a la Mota Cetín se disfruta de panorámicas montañeras espectaculares que abarcan los concejos de Piloña, Ponga, Parres y Amieva. Además, la ascensión se asoma constante a la siempre impresionante Sierra del Sueve y, como guinda, a la silueta recortada de los Picos de Europa, con el Cantu Cabroneru y el macizo occidental reinando en el horizonte. Si a todo esto le sumamos un camino bien señalizado, unas verdes praderías y un bosque de hayas centenarias plagado de musgo, líquenes, setas y trinos de aves, obtendremos una senda perfecta para disfrutar una jornada de monte agradable, con hermosos paisajes aderezando y animando nuestro paso, que va a culminar en un alto risco de piedra caliza, nuestra cima de hoy, al que tendremos que ascender trepando durante un pequeño trecho.
Horario: 4 - 5 h (aproximadamente, según ritmo y experiencia)
Distancia: 8 kilómetros
Altitud máxima: 1125 metros
Desnivel: 465 metros
Tipo de recorrido: circular
Dificultad: Moderada (sencilla al principio y con un tramo final en el que es necesario trepar por roca)
Nuestro caminar comienza desde el Collau de Moandi, una zona a la que accedemos en coche desde la localidad de Sevares (Piloña) y donde hay espacio suficiente para aparcar. Este lugar es la frontera entre Piloña y Ponga, y así lo señalan los carteles indicadores de ambos territorios, a pocos metros de distancia uno de otro y con el camino que hemos de tomar justo en el centro, bien señalizado.
Los primeros pasos de esta ruta los vamos a dar por una pista ganadera, bastante pendiente, perfectamente señalizada con un cartel que indica su dirección: Fontecha. No tendremos que andar mucho tiempo por esta pista para empezar a disfrutar de las amplias vistas de esta ruta: el Tiatordos, imponente, domina la visión y acompaña la marcha en este primer trecho.
En la zona conocida como el Cabezón de Fontecha, claramente distinguible por ser el punto en el que la ruta comienza a allanarse, ya distinguimos la Mota Cetín, indicando la dirección que nuestros pasos deben tomar para alcanzarla. Aquí tenemos dos opciones: continuar por la pista hasta encontrar una bifurcación que señala el camino a Llerandi, al bosque Cea (otra bonita ruta, para contar en otra ocasión) y a la Mota Cetín, por donde debemos seguir. O, si queremos ganar tiempo y dejar atrás la pista, atajando cruzando las praderías, torciendo ligeramente los pasos hacia la derecha, y sin perder nunca de vista el pequeño farallón rocoso al que nos dirigimos, que bien podemos tomar como un faro indicador.
Con atajo o sin él, pronto llegamos a una amplia pradería que sube ligera hasta un tupido bosque, por donde debemos continuar avanzando. No hay pérdida, ya que un cartel indicador a la entrada del bosque nos señala el camino y, además, las marcas PR también están muy presentes.
Ya en el bosque, conocido por el nombre de los Cuadrizales y con predominio de hayas y robles a nuestro alrededor, toca tener cuidado: como buena zona arbórea, este lugar es muy húmedo y sombrío y, por ello, es fácil encontrar zonas con mucho barro. De cualquier manera, el sendero es claramente visible y es posible sortear las zonas más embarradas a través de piedras, insertadas en el terreno, que hacen las veces de puente improvisado para salvarnos de la humedad y el fango.
Ciertamente, este tramo de bosque (con algunos claros que regalan amplias vistas a la Sierra del Sueve) es una parte muy especial de esta ruta: un camino de esos que merece la pena hacer en silencio, escuchando bien alrededor, y que puede regalarnos la visión de algún zorro, corzos o aves revoltosas.
Nada más abandonar el bosque, la Mota Cetín nos saluda muy cerca. Casi estamos en su base: solo resta caminar un pequeño trecho más de pradería hasta un collado, Berroña, donde la panorámica (Ponga, Amieva, Piloña, la Cordillera Cantábrica…) comienza a ser impresionante.
Justo en este punto, se marcan los límites de inicio del concejo de Amieva. Y, también, justo en este punto, nos encontramos ya en la base de la Mota Cetín que, desde abajo y desde esta perspectiva, se aparece como un paredón de caliza enorme difícil de conquistar: no lo es, porque el camino se ve claro durante la ascensión y es bastante transitable. Pero, no obstante, es de justicia advertir que a partir de este punto la ascensión comienza a complicarse ligeramente y no es recomendable para todo tipo de senderistas, ya que se requiere de una cierta habilidad para trepar (que no escalar) hasta la cima.
Desde Collado Berroña, donde nos encontramos, comenzamos a andar dirección la Mota Cetín, acercándonos aún más a su base rocosa, y adivinaremos un pequeño sendero que asciende por toda la peña, haciendo ligero zigzag y bien remarcado por jitos que nos van acercando a una pequeña canal, bastante pendiente, que antes de girar a la izquierda en su último tramo ofrece un pequeño balcón desde el que divisamos el macizo occidental de Picos, con su famosa forma de cuerno señalando el lugar donde reina la Peña Santa de Castilla.
Llegados a esta zona ya hemos alcanzado el paredón central de la Mota Cetín: nos queda crestear sus afiladas piedras y tirar de pies y manos, trepando en algunos puntos (dos o tres pasos sin demasiada dificultad) para alcanzar la cima, claramente distinguible con un buzón de montaña.
Desde aquí, el protagonismo lo tiene la Sierra del Sueve, que se muestra orgullosa, alzada frente al mar, y desde sus pies se abre un enorme y amplio paisaje que nos permite otear, con gran satisfacción (si el día es claro y despejado), el Vízcares, la zona del alto Llerandi, todos los montes piloñeses, el Tiatordos, la peña Taranes, la Llambria, el cantu Cabroneru, el valle empinado que recorre la senda del Arcediano y todo el macizo del Cornión de los Picos de Europa, amén de muchos otros picos y lugares que –por extensión- no nos cabe contar aquí.
Para regresar, es sencillo: sólo hay que volver sobe nuestros pasos, cruzando de nuevo el bosque en dirección opuesta y descendiendo la pista que ascendimos, hasta llegar de nuevo a Moandi, límite entre Piloña y Ponga y lugar de inicio y finalización de esta ascensión, magnifica, a la Mota Cetín.
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