Al norte del Áramo, aislado de la cumbrera principal de esta sierra, hay un pico señorial, esbelto y destacado, que por su ubicación privilegiada juega a ser centinela de la zona. Y aunque no sea muy elevado, llama la atención por sus formas y, una ... vez alcanzado, porque resulta un mirador estupendo, elevado más de 1300 metros sobre el centro de la región.
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Se trata de un monte especial, uno de esos clásicos de la montaña asturiana: La Mostayal, un nombre que viene dado por los frutos rojos del serbal (mostayos) que pueblan sus frondosas laderas y que es conocido del centro a las alas de Asturias por regalar un bello recorrido, una cima accesible y unas fantásticas vistas del centro de la región con la capital del Principado casi en primer plano.
Desde los altos de la Mostayal se contemplan también otras gloriosas montañas de Asturias, como el Monsacro, la sierra del Sueve y hasta los Picos de Europa, difusos en la niebla de la distancia pero siempre impresionantes y cambiantes.
Además, llegar hasta este guapo mirador de roca no tiene ningún misterio: desde la localidad de la Vara (Morcín) se hace de forma sencilla, delineando un paseo de media jornada cómodo y llevadero que se adentra en un entorno natural solitario y hermoso, inclinado, muy blanco y verde, impregnado de esa magia y leyenda que, desde siempre, ha crecido cercana al Monsacro.
En resumen: trazar un plan de ruta a la Mostayal es una decisión acertada. Al menos si lo que se quiere es subir a una cumbre sencilla pero muy bella, aliñando la ascensión con un agradable paseo por zona sencilla de andar, solitaria y mística, adornada de majadas con cabañas, ruidos de agua y manchas boscosas que conquistan del primer al último paso.
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Tipo de ruta: Lineal (ida y vuelta por mismo trayecto)
Dificultad: fácil
Distancia aproximada: 9,83 km
Tiempo aproximado: 3h30 horas
Desnivel aproximado: 750 metros
A los pies de los pies de la Mostayal se encuentra La Vara, la población más alta del concejo de Morcín. Desde aquí se comienza a andar, dando un rodeo entre las casas, por calles estrechas, hasta encontrar una pista asfaltada a mano derecha que sube a la majada de Les Bobies. Este primer tramo, de unos 3 kilómetros, transcurre entero por ancha pista y podría hacerse en coche, aunque a pie se supera cómodamente.
La subida transcurre bajo la mirada de las paredes de la Mostayal, que a cada paso parece acercarse, mientras que a ambos lados del camino se van dejando atrás pastos, cuadras y cabañas, rodeados de una espesa mancha de verdes y ocres. La majada Cantu Salgueru, cercada por muros de piedra y habitada por vetustas cabañas, es el primer puerto que se conquista. Desde ella, la silueta del Monsacro al frente destaca en el paisaje colindante, emanando efluvios de leyenda que parecen volar sin límite por los valles que lo rodean.
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Siguiendo la misma pista, el trayecto continúa subiendo de forma ligera y cómoda para alcanzar la Vega de Bobies, amplia y frondosa campera que se alarga por el valle de Morcín casi sin límites. Desde aquí, echando la vista atrás, ya se contempla la ciudad de Oviedo completa, con toda su cuenca tendida ante la sierra del Aramo.
Andando un poco más, un portillero con paso canadiense hace de puerta de entrada al siguiente puerto importante de este recorrido: la majada de les Bobies, lugar de pastores que también es un cruce de caminos y el sitio en el que la pista de asfalto, la que se seguía desde la Vara, termina definitivamente. Aquí reluce ahora una senda, bien clara, que va directa al pico La Gamonal, hermano de sangre de la Mostayal y cuyas raíces se extienden bajo esta majada. Al fondo de la pradería, en los altos más inmediatos, se encuentra el collado Pan de la Forca, hacia dónde toca dirigir los pasos.
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Toca atravesar la extensa pradería y subir campo a través, hasta encontrar un pequeño sendero que, animoso, invita a seguirlo. Por él, alternando tramos de calzada de piedra con tramos de sendero terroso, se pasa primero por la zona de Brañacé, ya por encima de los 1000 metros de altitud, salpicada de pequeñas cabañas pastoriles.
Cruzando el pasto principal de esta nueva majada, se continua subiendo siguiendo una senda que, sin prisa pero sin pausa, deposita enseguida en el collado Pan de La Forca, límite entre los valles de Trubia y Morcín, balconada perfecta para descansos contemplativos y último puerto antes de engolarse sobre la cumbrera de la Mostayal, que ya espera muy cerca con sus laderas desplegadas como una escalera enorme.
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A partir de este punto, marcas de pintura y jitos dispersos hacen de guías en la subida, que progresa siguiendo un fino sendero entre matojos para engolarse primero en El Espín, una especie de antecima desde la que el camino avanza un tramo más hasta alcanzar por fin los altos de la Mostayal, engalanados con una cruz de hierro, un altar a la Virgen y un mítico buzón de cumbres.
La Gamonal y el Monsacro , junto con el embalse de los Afilorios, la cuenca ovetense y la capital del Principado destacan en la panorámica, que se extiende por doquier alcanzando a ver las siluetas afiladas de los macizos de Picos de Europa, vestidos de nieves y hielo invernal, así como la panzuda línea que marca la sierra del Sueve, cerrando un mar de montañas, montes y valles tintado de marrones, caliza e infinitos verdes.
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El descenso se acomete por el mismo itinerario, dibujando con pasos una línea enredada que vuelve a recorrer todas las majadas visitadas en la subida hasta alcanzar, de nuevo y sin complicación ninguna, la aldea de la Vara.
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