A Peña Manteca (o Pico Horru): un bello recorrido por Belmonte de Miranda

Valles extensos, muy verdes y remarcados. Montes marrones vestidos de luz cambiante, en los que habitan los osos. Restos de historia muy antigua, respirando y refunfuñando. Cimas blancas, que centellean. Pueblos: con raíces de mina, de húmeda ribera, de mar, naturaleza salvaje, viñedos, tradición y labranza de oscura tierra. En definitiva: la bella panorámica que se obtiene desde la cumbre de Peña Manteca, y desde los caminos que conducen a ella, merece mucho una visita.

Además, esta es una ruta sencilla, sin ningún tipo de complicación técnica, que salva un desnivel de alrededor de 700 metros positivos para subir una montaña que es el techo del concejo de Belmonte de Miranda y que observa refulgir a Asturias desde un punto privilegiado. Y aunque el track que acompaña estas líneas traza una trayectoria circular y se encarama a la cresta de la sierra, complicando la excursión ligeramente, lo más óptimo para disfrutar el recorrido y hacerlo accesible a todo tipo de caminantes es hacer la ruta lineal, yendo y volviendo por el mismo camino y disfrutándolo sin dificultades, como bien merece un paseo (y un destino) tan bello como el que aquí se cuenta.

El sendero que aquí se describe para llegar a Peña Manteca (o Pico Horrru) parte desde Quintanal, una pequeña aldea de Belmonte de Miranda. Se recomienda aparcar a la entrada del pueblo, en el primer cruce, junto a un bebedero. Y luego ya, desde ahí, echar a andar por una pista cementada que asciende, decidida, mientras cruza entre casas.

Hay que ir en busca del llamado «Camin de Abaxu», que sube faldeando la sierra, pero antes de encontrarlo se pasa por una Ermita (dedicada a San Benito) y se dejan atrás grupúsculos de cabañas. Al fondo del valle se oyen correr aguas y al otro lado se divisa un largo bosque y dos pueblos destacando en la espesura: son Villar de Zuepos y San Esteban, antiguos lugares de paso del Camino francés a Santiago; aldeas irreductibles en medio de la naturaleza.

Pocos metros más adelante aparece un arroyo: hay que cruzarlo y, luego, seguirlo, por un sendero que fluye paralelo a sus aguas y que, lentamente, comienza a zigzaguear hacia los altos. Cuando comience a aparecer el rastro de las cabañas, muy seguido y como con alma añeja, será que Braña Espines ya está cerca.

La Braña Espines se halla a 1125 metros de altura y tiene un encanto sumamente especial. Desde ella, se accede ahora a una zona de praderías y, a medida que se avanza, la silueta cercana de la sierra Manteca destaca de forma clara.

Sin dejar de atravesar prados y campas, siempre en subida, se pasa por la zona que llaman Campa Cuxiu para atravesarla, coger una pista y alcanzar, sin problemas, Collau Espina. Desde él, girando a mano izquierda, ya se divisa la Braña Vieja, esperando tendida al sol tras una zona de vaguada.

Desde la Braña Vieja, se sube ahora pista arriba, hasta la siguiente collada y hasta encontrar un gran jitu, indicador y puerta de entrada a una canal. Siguiendo las señales jitadas, se avanza ahora por un fino sendero que, atravesando la canal, va a engolarse a otro collado más: el que separa Peña Manteca del Picu la Vallinona.

Desde este punto hay que seguir a mano izquierda y, antes de lo que parece, ganarle todo el terreno al trecho que culmina en la cima misma de Peña Manteca y en la preciosa postal de vistas que se contempla desde el lugar.

La mina de Boinás, el enorme tajo que ha ido dejando en la tierra, destaca desde aquí arriba. Otro lugar hacia el que la mirada se escapa es hacia la zona en la que brillan Peña Rueda, los Huertos del Diablo, Los Fontanes y las Ubiñas, así como el hipnótico saber estar de los montes somedanos y la inconfundible y destacada silueta del Cornón. La sierra del Sueve, difusa en la lejanía pero siempre bella; Tineo, la cuenca del Narcea, el valle que riega el Pigüeña… hay mucho hacia dónde mirar desde Peña Manteca.

El regreso, si se hace por el mismo itinerario de subida, convierte el itinerario completo en un recorrido fácil. Aunque también está la opción (que es la que sigue este track, pero no se recomienda para gente que no sea experimentada) de hacer toda la cresta hasta el Alto del Pozo. Lo mejor (si se escoge la opción de la cresta) es llegar hasta el pico la Vallinona y volver a bajar por el mismo camino de subida. Esto llevará la caminata por debajo de las faldas de la sierra, ahorrando tiempo y riesgos. Luego, al alcanzar la zona del Alto del Pozo, se vuelve por la otra vertiente hasta enlazar con el camino de Brañavieja y, por él, se regresa a Quintanal de vuelta, cerrando así la ruta.