En el cordal del Retriñón, allá por esa zona de lindes altos en la que confluyen -casi mezclándose- los territorios de Aller y de Casu; en la misma línea de cumbres que Peña Mea o el Torres, se encuentra el llamado Pico Cuchu, un trono ... achatado a más de 1600 metros de altura desde el que se contemplan (prácticamente) todas las montañas de Asturias.
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No es un cuento: la cima del Cuchu es un mirador de excepción. Uno de esos lugares que uno se alegra de haber pisado. Y es que, sentarse en ella es sentarse a mirar un paisaje tan extenso que parece una ilusión; repleto de colores y contrastes, de valles, foces, bosques grandiosos, sierras y serranías, cordales y cordilleras… mirar, al tiempo, Picos de Europa y las Ubiñas, unidos por una línea enredada llena de montes que llegan hasta el mismo mar, pasando antes por Ponga, Redes, el Sueve, Peñamayor, la Carisa, el Hoyu... En definitiva: sentarse en su cima es contemplar un suculento espectáculo.
Tipo de ruta: Ida y vuelta
Dificultad: Moderada
Distancia: 17,93 km
Tiempo: 6 horas
Desnivel: 1.075 metros
Eso sí: para llegar hasta él hay que recorrer un camino largo, muy bello, que no se pone tímido a la hora de subir y subir, retando bastante a las rodillas. Lo bueno es que es un trayecto precioso: solitario, tranquilo y bien marcado hasta casi los pies del Cuchu. Un camino de los que ponen a prueba la paciencia de salvar repechos constantes pero que, a cambio, va regalando la vista (y el alma) con panorámicas bellísimas que se amplían casi con cada nuevo paso.
Y aunque la ruta no cuenta con complicaciones técnicas y avanza casi entera por pista, también es de justicia señalar que en su último tramo sigue una senda difusa por la ladera, entre vegetación tupida; y que salva, en muy poca distancia, un acusado desnivel.
Por eso, como siempre, si esa parte resulta demasiado dura se puede adaptar la excursión, ajustándola al nivel y al cansancio que tengamos: por ejemplo, obviando la cima para poner como meta la majada Rueses (a 1212 metros y con vistas espectaculares). O , simplemente, recorriendo tramos hasta que apetezca darse la vuelta: el objetivo no es llegar a lo más alto (que está muy bien, si se puede) sino también descubrir los muchos rincones preciosos (en forma de majadas, bosques, praderías, balconadas…) que –lejos de los circuitos más turísticos- se esconden en el concejo de Aller.
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A sólo 7 kilómetros de Cabañaquinta, capital de Aller, se encuentra Collanzo, una localidad que fue la capital del concejo hasta finales de los años 70. A su vez, desde Collanzo, trazando zigzag por una carretera estrecha se llega enseguida a Santibañez de la Fuente, aldea que es el punto de partida de esta ruta al pico Cuchu.
En ella, antes siquiera de comenzar a andar, ya se pueden descubrir dos interesantes monumentos: su iglesia, construida a finales del sigloXIII y dedicada a San Juan de Rio Miera y declarada Monumento Histórico Artístico; y un texu milenario, justo al lado de ella, catalogado como Monumento Natural hace ya más de dos décadas.
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Desde Santibañez, se comienza a seguir sendero y, un trecho más arriba, se va a parar a la zona conocida como La Fuente, grupúsculo de construcciones rurales, horreos y ermita. En este lugar se encuentra el mirador de la Pandiecha, un sitio excelente para pararse a admirar toda la riqueza, los colores y ambiente que espera a lo largo de todo el recorrido.
Desde el mirador, el camino sigue ascendiendo por una cómoda y marcada pista ganadera, dando vueltas, dejando atrás cabañas, praderías y fuentes varias mientras el valle de Collanzo se estira a mano derecha.
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Tras un trecho, un robledal se impone a los lados del camino, que sigue cuesta arriba decidido en busca del collado Vallín. Hasta él son unos cuatro kilómetros de caminata, salvando un constante repecho agradable de andar. Una vez en Vallín, con el Cuchu bien alzado y claro en el horizonte cercano, hay que escoger la traza hacia la izquierda en el cruce de caminos y seguir subiendo, sin dejar el firme con forma de pista.
Desde esta altura ya se contemplan colosos de renombre como Peña Redonda y el Pico Torres. Parece que, a cada paso, el paisaje decidiera descorrer un centímetro más de telón, mostrando lentamente un espectáculo de valles y montañas picudas que encandila la vista y el ánimo. Y así, agasajados por la belleza de alrededor y sin perder nunca la traza del sendero ganadero, se llega –tras salvar importantes subidas- a la majada Cotrisqueru, con buenísimas vistas hacia cumbres tan señeras como Peñas Negras, Peña Mea, Peña Redonda o los icónicos Faro y Huevo.
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A partir de Cotrisqueru puede decirse que el camino da una ligera tregua, suavizando bastante la subida. Esta altura es ya zona de hayas, de bosques añejos con ejemplares retorcidos con pintas de sabios. Un paseo tranquilo antes del último empuje de subidas que, casi sin esfuerzo, conduce a Vega Rueses, extensa y bella majada cercada por muros canteros y habitada por cabañas. Las vistas hacia el valle y hacia la zona de Peña Redonda son una postal idílica.
Ahora, desde la Vega Rueses, toca avanzar de frente sin abandonar el camino principal: el sendero ya va pegado a una de las lomas del Cuchu, al que hay que rodear para encontrarle la mejor zona de subirlo. La pista, no obstante, avanza sin posibilidad de pérdida aun en este tramo, llevando -durante algo más de 1 kilómetro largo- hasta Les LLampes, a 1360 metros. Aquí muere la pista y puede ser un buen sitio para poner de meta: las vistas son espectaculares y el lugar acogedor. A partir de ahora habrá que buscar senderos mucho más finos que la amplia pista ganadera y auparse por cuestas mucho más peliagudas que las ya salvadas.
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Si se decide seguir en busca de la cumbre del Cuchu, desde la Fuente el Cardoso (en la misma majada) se empieza ya a subir por la ladera. Hay que seguir un sendero muy escurridizo que avanza entre vegetación baja en busca del último collado del día: Fierros. Desde él, girando hacia la izquierda, se empieza ya a subir hacia la cumbre de forma más directa: un tramo corto pero duro, ya que supera 200 metros de desnivel por un terreno bastante incómodo de piornos, brezo y peñascos hasta alcanzar la cumbrera
El regreso, se acomete por exactamente el mismo camino de ida, reandando majadas, bosque y pista ganadera, cerrando el telón de vistas lentamente, hasta recalar de nuevo en Santibañez, lugar con innumerables encantos en el que ya se puede dar por finalizada esta profunda e intensa excursión por ese pedazo de tierras alleranas que rodean y envuelven al pico Cuchu.
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