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Casi 17 kilómetros de recorrido, con 1000 metros de desnivel positivo a salvar y –a los pies, alrededor, por todas partes…- un paisaje grandioso, naturalmente salvaje, inmerso en un territorio único que semeja otro mundo: esta ruta por la cresta de los Bígaros, en pleno Parque Natural de Somiedo, es toda una delicia para el caminar y los sentidos.
Tipo de ruta: Circular
Dificultad: Moderada
Distancia: 16,48 km
Tiempo aproximado: 8 horas
Desnivel: 1.073 m
La sierra que se recorre, próxima a los Lagos de Saliencia y a todo su hermoso valle, puede crestearse entera, saltando de cumbre en cumbre hasta alcanzar la más alta: un trazado que permite observar el espectacular paisaje circundante desde distintos ángulos, recreándose profundamente en su variada paleta de tonos, sus irregularidades, los montes que lo pueblan y los horizontes cercanos.
Y aunque la cima más alta de este cresteo alcanza los 2000 de altura (ya un lujo) y el recorrido por la cumbrera resulta interesante y bello, las alturas y sus privilegios visuales no son las únicas perlas de este intenso recorrido: también se adentra en la Foz del Arroxu, espectacular recoveco de piedra excavado por las aguas por el que se avanza, cómodamente, a través de senderos estrechos y serpenteantes que cuelgan de la roca misma.
Eso sí, a fin de disfrutar bien el recorrido y teniendo en cuenta que las prisas no son casi nunca buenas consejeras, esta es una ruta para la que conviene reservar una jornada completa, con tiempo de sobra para avanzar seguros, alargar los descansos, recrearse en el paisaje y disfrutar bien, sin agobios, de todas las cosas buenas que pueblan este bello rincón de Asturias llamado Somiedo.
La ruta comienza en el parking de Saliencia, echando a andar por la carretera S2 que sube a la Farrapona, con buenas vistas del inicio de la sierra de los Bígaros, hacia dónde nos dirigimos. Tras aproximadamente un kilómetro de caminata, aparece un desvío a mano izquierda marcado con un cartel que reza GR101, Camín Real de la Mesa»: hay que seguirlo.
El sendero que se abre es empinado y estrecha severamente las visiones del paisaje, convirtiendo el camino en una especie de túnel por un tupido bosque por el que se gana altura sin dificultades. El paso por la arboleda es guapo, fresco y acogedor, y conduce de forma cómoda hasta una collada abierta desde la que ya se vislumbra, muy cerca, la espectacular entrada a la Foz del Arroxu.
Esta foz (que también recorreremos a la vuelta) es una de las maravillas de esta ruta, de esos caminos que se graban en la mente para siempre: un tramo espectacular, adornado de largos saltos de agua, humedad y piedra, que se eleva ligeramente antes de bajar (por senderos tallados en la roca misma) hasta la vera del río.
Tras recorrer la estrecha garganta de piedra, el siseante sendero de la Foz concluye a cielo abierto para dejar paso a una senda que, valle arriba y por verde camino alfombrado, va en busca de un solitario teito. Es importante fijarse, puesto que la vieja construcción pastoril hace de jito (o punto de referencia) para abandonar la traza del GR y poner ya rumbo directo, por empinadas laderas, hacia el inicio de la sierra de los Bígaros.
Desde el teito que hace de guía, abandonados la senda seguida para desviarnos a mano derecha, buscando ganar altura por las laderas herbosas para alcanzar, sin problemas, la primera de las cumbres de la sierra y del día: La Ferrera, a más de 1800metros y con estupendas vistas hacia Saliencia o picos como el Michu o la Peña Negra.
A partir de este punto, comienza el recorrido por la cresta. No se trata de una vereda complicada pero, no obstante, conviene extremar las precauciones: hay pasos bastante aéreos y el sendero, que no pierde nunca excesiva altura, juega a desdibujarse y a asomarse a verticales importantes. Mejor ir despacio, mirando bien donde se pisa y disfrutando el paisaje, a vista de pájaro, que regalan las alturas somedanas.
Sin abandonar la cresta, lo que queda ahora es avanzar rumbo sureste, vislumbrando Ubiña en el horizonte final y los altos de la sierra que recorremos sucediéndose en el frente.
Las cumbres que se van pisando son varias; la penúltima de ellas, el Muñón, continúa alargando la arista hasta encontrarse con la más alta de todas ellas: Los Bígaros, un balcón genial de las Ubiñas a 2038 metros de altura que representa la cima final del día, antes de emprender la vuelta.
Tras el oportuno descanso en las alturas, se sigue cresteando un trecho más para alcanzar otra altura cercana: Los Corros. Se ven muy muy cerca y, en realidad, lo están: sólo hace falta llegar a una pequeña collada y, desde ella, acceder a su cima para deleitarse (un poco más) con la silueta encrespada de Las Ubiñas, empezando en Peña Rueda y terminando en Ubiña la pequeña
Tras coronar los Corros, hay que volver a la pequeña collada que les daba acceso y, desde ahí, tomar un buen camino que vira hacia la izquierda de la canal antes de comenzar a descender, ligeramente ladeado, hasta los Puertos de Mesa. Ya en ellos, y tras cruzar una valla, se siguen las indicaciones del GR para alcanzar la Braña La Mesa, adornada de un importante número de corros.
Desde este punto, tomando de nuevo rumbo hacia la izquierda, se encuentra enseguida el camino: toca volver a hacerlo, pero a la inversa; adentrándose primero en la foz del Arroxu y deslizándose luego por el túnel boscoso que termina en Saliencia, lugar en el que comenzó la excursión y en el que ahora concluye esta preciosa e intensa ruta por terrenos de Somiedo
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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