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Una cima oscura, con alma de cuarcita, y un enorme mar de montañas alrededor que parecen olas: altas, danzantes, irregulares, turquesas… se extienden, altaneras, hasta allá donde alcanza la vista, ofreciendo una panorámica seductora que pasa por las Ubiñas, el Torres, les Travieses, la Llambria, el Pierzu, los Picos de Europa, la Mota Cetín, el Mofrechu, la cordalera del Sueve con los pies sumergidos en agua salada… y luego, la sierra de Peñamayor, el Aramo y –de nuevo- las Ubiñas.
El pico Vízcares es el techo del concejo de Piloña y se alza a 1420 metros en el centro de un océano montañoso. Está situado en la conocida como Sierra de Aves, de la que es el picachón más elevado, y para alcanzarlo hay que alzarse a la crestería de la serranía y andar su espina dorsal, conquistando primero a hermanos suyos más pequeños que hacen de antecimas de esta gran montaña.
Y aunque existan muchos senderos para llegar a sus altos (y el más común y transitado sea el que parte de la Pesanca remontando las orillas del río Infierno,) en esta ruta se acomete el asalto a su cima desde La Fragua (caserío situado unos metros más arriba de Riofabar) para dibujar una circular que rodea el macizo en el que se asienta y transita por húmedas orillas, caminos boscosos, majadas ganaderas, laderas inclinadas y una crestería preciosa, asomada a grandes vistas, muy agradable de andar.
No hace falta caminar mucho: a los pocos pasos de partir en esta excursión uno comprende enseguida porqué Piloña, Ponga y Redes son de los paisajes naturales más salvajes y frondosos de Asturias. Y el enorme placer que otorga al caminante zambullirse en territorios de este porte, regados de soledad, mutismos, fragancias y matices únicos que acompañan hasta bellas cumbres como esta del Vízcares, todo un bastión desde el que contemplar un mar de montañas.
Tipo de ruta: Circular
Dificultad: Moderada
Distancia aproximada: 18 kilómetros
Tiempo aproximado: 6h30 (aprox)
Altura máxima: 1.421 metros, aproximadamente
Desnivel aproximado: 1.133 metros
Esta es una excursión sencilla. De esas que no entrañan más dificultades que la de ganar altura superando el desnivel de más de 1000 metros que separa el punto de inicio de la ruta, en Riofabar (Piloña), hasta el buzón de cumbres que adorna el Vízcares, a 1421 metros de altitud. Puede decirse pues que, desde su inicio, el camino es inclinado. Y que conviene coleccionar pasos con tranquilidad y paciencia, disfrutando de los distintos escenarios naturales que va regalando el empinado paseo hasta el techo de Piloña que aquí se narra.
Lo primero para partir es acercarse a Riofabar y, una vez allí, situarnos en la carretera, a la altura del caserío de la Fragua, girando a la derecha para coger una pista forestal a la que se accede por una portilla. La senda, vestida toda ella de bosque, avanza tranquila por el valle, junto al arroyo de Llanoriu, y enseguida se topa con un cruce a mano derecha que abre un sendero húmedo -marcado con jitos- que empieza a subir de forma más fuerte.
Este nuevo camino se alza primero hasta un pequeño collado y luego sigue hacia la izquierda, metiéndose de nuevo por los recovecos del valle de Llanoriu. Es una subida sin descanso, por una senda bien clara que al final del tramo zigzaguea alcanzando los 800 metros de altitud. Una breve parada en una collada (La Degollada) da un respiro antes de encarar una empinada loma: pertenece al modesto pico La Picariella y conduce hasta el collau Llanoriu, ya casi a 1000 metros de altura.
Desde aquí falta muy poco para divisar la espina dorsal de la sierra de Aves y alzarse sobre ella, recorriéndola a modo pasarela, hasta encontrar la cima del Vízcares. De momento, un sendero claro que se abre a mano derecha es la traza a seguir: a través de laderas conduce a la collada del Cueto Mermeju, desde donde ya se divisa la sierra buscada y la ruta a seguir para alzarse a sus altos.
Una vez ganada la cresta, toca avanzar por ella. El espectáculo que ofrece este paseo cargado de subes y bajas es grandioso: las vistas inmensas, lo bien que se anda, la línea cumbrera a seguir abriéndose por delante… Así se van conquistando distintas cumbres, como la del Pico Fuente (a 1300m), antesala del Vízcares, que ya se yergue claro en el horizonte inmediato.
Aún restan un centenar de metros que ganarle a las alturas, así como un estrecho y sinuoso sendero crestero que recorrer, pero este paseo tiene sabor a cima. Y, hacia todas partes, impresiona ver como el panorama montañoso parece un océano revuelto, de olas desiguales teñidas por tonos ocres y verdes que, al sur, muere justo a los pies de los Picos de Europa; y al norte, se estrella contra el cantábrica y su pátina azul oscura impoluta.
La cima del Vízcares es una atalaya cómoda: ideal para un descanso largo y reposición de energía mientras se contemplan los montes, las sierras y enormes peñas de renombre en la Asturias montañera. Un panorama de postal que se abandona siguiendo el curso de la cresta que nos trajo, avanzando un tramo más en ligero descenso –aderezado con sube y baja constante- que lleva hasta el pico Cabezu y, poco después, a un collado en el que el sendero se adentra en un pequeño bosque siguiendo unas marcas PR que conducen al Collado Traslafuente.
Desde aquí, la caminata prosigue adentrándose en el valle para coger un sendero bien marcado que conduce a la majada Curueñu y después, por un robledal, avanza hacia la zona baja del valle Estaquera.
Esta zona es también la parte alta del valle del río Infierno y el camino avanza por ella en claro descenso, jugando a asomarse a pequeñas pozas de agua que se tapan con tupida floresta.
Antes de perder su forma, el sendero cruza un par de estrechos puentes y atraviesa zonas de cabañas para culminar en La Pesanca, área recreativa adornada de música acuática.
Desde esta zona de descanso, lo que queda para finalizar la ruta son 2 kilómetros: un tramo por carretera y, luego, por otra pista que sale del firme a mano derecha y, cruzando algunas casas, conduce sin pérdida al punto de partida, La Fragua.
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