Al pico Cogolla desde Cangas de Onís: una cima modesta con amplios horizontes

Como guinda, las vistas cercanas a los Picos de Europa están omnipresentes en ella, combinadas con visiones hacia la sierra del Sueve, el cordal montañoso de Ponga o la silueta del Cuera, así como extensos y verdes valles, llanuras, vegas y una amalgama de pueblos dispersos que pintan de blanco y de teja un ondulante paisaje lleno de belleza y contrastes.

Y aunque los altos del pico Cogolla no se levanten más de los 900 metros, su situación privilegiada en medio de la muchedumbre montañosa lo convierten en un palco de excepción y en un paseo montuno, cómodo y accesible, de los que dejan buenos sabores y buenos recuerdos.

Aunque ortodoxamente el pico La Cogolla es parragués, las fronteras entrelazadas y separadas por el sella de Cangas de Onís y Parres hacen que esta ruta parta de Cangas; más concretamente, de un lugar icónico de la que fue la primera capital del reino de Asturias: el puente «romano» sobre el río sella.

Desde ahí, se comienza a andar, tomando una carretera que a mano derecha sube un tramo, dejando una zona de chalets y un pequeño parking atrás para enseguida encontrar un cruce: hacia la derecha sube para San Juan de Parres y,a mano izquierda, indica que va hacia La Roza. Es por la izquierda.

Dirección La Roza, se continua por carretera secundaria caminando un tramo más, en ligera subida y bajo la protección del bosque,hasta que se da vista a un ramal (tras aproximadamente kilómetro y medio de caminata) que sale de la carretera a mano izquierda. Tomándolo, se empieza a caminar ahora por una amplia pista que sigue subiendo, dando algunas vueltas, hasta alcanzar la zona conocida como El Remediu.

Esta es una nueva zona de cruces. Rumbo sur se abre un camino que avanza seguro por las faldas del cordal, asomado a largas vistas de las húmedas vega del Sella y el Piloña, mirando el Sueve, contemplando los colosos montes ponguetos y la portentosa silueta del pre-Cornión de los Picos de Europa.

La senda sube y sube, durante dos pares largos de kilómetros, hasta encontrar un repecho para cambiar de vertiente, ampliando la postal con nuevas panorámicas, extendidas hasta la sierra del Cuera. Cuando se alcanzan los pies del pico Porrón, hay que continuar subiendo, algo más en diagonal, hasta llegar a un alto en el que la cuesta acaba. A lo lejos, mirando la enorme hendidura que separa la peña Táranes del Tiatordos, espera el pico La Cogolla, con aire de pirámide, con la cúspide rota y cubierta de verde.

Ahora, toca descender ligeramente. Pero no durante mucho tiempo: el sendero vuelve a agarrarse a una pista en subida que se lanza, decidida, en busca del Collau la Verde, un nuevo balcón en el que pararse a coger fuerza y rumiar bellezas con la mirada. La cumbre buscada ya está muy cerca pero, desde este punto, los Picos de Europa parecen estirarse acaparando la estampa.

Aquí comienza el último trecho a la cumbre del pico la Cogolla. Todo lo que hay que hacer es avanzar por la pista unos cuantos metros más hasta encontrar un desvío que se pierde por un pinar, a mano derecha de la subida. El camino conduce hasta una pequeña meseta, justo a los pies de la Cogolla. Para llegar arriba, se sigue un sendero bien marcado que, en muy pocos pasos, conduce a la cima, sentada mirando un espectáculo de cumbres y sierras que abarcan el macizo central y occidental de los Picos de Europa, con el Torrecerredo y Peña Santa reinando. También el Precornión, con el Cantu Cabroneru y Peña Beza, así como todo el cordal de Ponga, la Mota Cetín, el Vízcares, Peñamayor, el Sueve, la mar, el Cuera…

Para el regreso, lo primero que hay que hacer es retroceder hasta el Collau la Verde y, ya desde ahí, se puede optar por volver recorriendo a la inversa el itinerario de subida o bien- para hacer la excursión circular- seguir por la pista que pasa por el Collau, pero andándola ahora rumbo al sur, cambiando de falda del monte y cruzando bajo la Cogolla.

Luego, sin abandonar el camino por pista, la ruta se lanza a bajar rápida y decidida, sin detenerse, dando antes un giro brusco que enfila rumbo norte. Es una bajada larga, bastante empinada, pero también muy acogedora, que se adentra por un bello y delgado valle.

Un viejo molino en desuso, ya en terrenos del pueblo de Aballe, así como la presencia cercana del río Sella, indican que la bajada termina y Cangas de Onís está ya cerca.

Sólo resta cruzar el pueblo de Aballe y continuar cómodamente, casi por la orilla del sella, pasando otros núcleos rurales como Sotu de Degu antes de recalar, de nuevo, a la vera del «puentón» de piedra en Cangas de Onís, donde se pone el punto final a esta pequeña gran ruta por la parraguesa y modesta sierra de la Cogolla.