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Muy cerca del mítico pico La Xamoca, a poco más de 1100 metros de altura, existe un monte discreto, de esos que no destacan ni aparecen en las grandes guías senderistas, que supone una excursión privilegiada: la Colladina.
Como su propio nombre indica, el pico la Colladina parece más collada que montaña y, como tal, no puede presumir de enormes verticalidades, grandes desafíos para el caminante ni tramos asomados a precipicios cabreros. A cambio, su ubicación es privilegiada, y su discreta altura no necesita de más metros para observar, sin obstáculos visuales, míticos territorios montañosos (desde los Picos de Europa a las Ubiñas) que adornan aún de más belleza el recorrido que conduce a su cima.
El bosque, un sendero junto a un barranco con música de aguas, las majadas vestidas de otoño y las laderas entornadas con buenas vistas son los «puertos» de este recorrido circular (bien marcado, sencillo y para todos los públicos) que nos acerca, en un agradable paseo, a los bellos parajes que se esconden en la zona de Sobrescobio.
Tipo de ruta: Circular
Distancia: 12 kilómetros (aprox)
Tiempo aproximado: 4 horas
Dificultad: Fácil
Altura máxima: 1.180m (aprox)
Desnivel aproximado: 750m (aprox)
Inicio y final de ruta: Anzó (Sobrescobio)
Para comenzar este recorrido circular que asciende al monte la Colladina, debemos acercarnos primero hasta la localidad de Anzó (Sobrescobio) dejando nuestro vehículo aparcado en el amplio parking del restaurante Puerta de Arrobio (ideal para comer tras la ruta) ubicado justo antes del salto del embalse de Tanes.
Desde ahí, ya cargados de mochilas y con los pies como único medio de transporte, nuestra excursión por Redes se inicia justo al lado de este aparcamiento, por un pequeño sendero que parte a mano derecha, bien pegado a una enorme roca plantada junto a la carretera.
La pista que andamos, bien señalizada y limpia, remonta de forma agradable la zona conocida como los barrancos de Anzó, plagada de bosque y cascadas, así como de ese ambiente musical acuático que tanta magia infiere a los pasos de los caminantes.
Así, por esta zona de ribera y siguiendo las indicaciones de los carteles, se llega sin complicaciones a una gran curva con cruce donde una caseta de piedra descansa a la orilla del camino: para continuar debemos pasar por encima de ella, siguiendo -sin salirnos- la traza del sendero, que continúa ascendiendo por los paisajes internos del corazón de Redes.
Tras un breve tramo de subida, nos encontramos en una nueva encrucijada: nuestra dirección pasa por seguir hacia arriba, de frente, por el camino que va más a la izquierda, siguiendo las indicaciones de los postes y las marcas de pintura que van hacia la majada Gamonal.
Unos metros más adelante, volvemos a encontrar un cruce en el que debemos escoger, de nuevo, dirección izquierda ascendente, marcada con poste indicativo.
No hay posibilidad de pérdida: sólo un sendero que serpentea hacia arriba, sin prisa, ganando metros a la pendiente y recreándose en el paisaje, para culminar, rápido, en una zona que abre las perspectivas visuales: la majada Gamonal nos regala preciosas panorámicas, arriba y abajo, del territorio mágico de Redes.
Desde este punto, el bosque comienza a despedirse, dejando lugar a un paisaje más de montaña en el que las largas praderías, las rocas calizas de formas caprichosas y las altas cumbres avizor acompañan el avance.
Toca ganar terreno, salvando metros por las verdes laderas montesinas hasta la majada el Fueyo, otro estupendo paraje de buena altura y buenos pastos al que se llega rápido y en el que sobrevive una cabaña que nos hace de guía: llegamos a ella de frente y debemos sobrepasarla y tomar rumbo a la derecha, atravesando otra ladera casi por su cresta, con nuestro destino final del día ya muy cerca y a la vista.
Así, por herbosas y pindias laderas, avanzamos un tramo más llegando a unas amplias camperas: estamos en la collada La Faya, «base» del monte que buscamos conquistar. Siguiendo las marcas, sólo resta remontar, ganando unos metros más hasta encontrar, sin dificultad ninguna ni grandes desniveles, ese vértice que hace de unión entre dos cordales al que llaman «La Colladina». Un monte de altura discreta que, sin embargo, nos recibe vestido de esa gala y belleza que otorgan las buenas panorámicas y el buen paisaje.
Tras el descanso contemplativo que siempre merecen las cumbres, con vistas que alcanzan los más altos picos y bellos cordales asturianos, seguimos rumbo a través de la cresta, con los Picos de Europa al Frente, ganando metros en llano por las alturas hasta que el camino nos asome a la bajada: hace zetas entre matorrales bajos pero no cuesta seguirla ni supone ningún desafío más allá de progresar hacia abajo por la pendiente caprichosa, que va a morir a una pequeña majada.
Asomados ya desde la majada, el camino a seguir se marca en la distancia: dibuja una especie de signo de interrogación de cierre, girando a la izquierda brevemente tras cruzar las praderas y cambiando el rumbo a la derecha, tras superar la última cabaña, para coger una pista de tierra que nos acompañará sin tregua durante toda la vuelta.
Sin posibilidad de pérdida, la ruta progresa en su descenso de forma cómoda, alcanzando tras un trecho aquel cruce de la caseta por el que habíamos pasado durante nuestros primeros pasos y que ahora es una señal de que Anzó, y el final de esta ruta, están cercanos.
Tras ese cruce, volvemos a adentrarnos en territorios del barranco de Anzó.El bosque, los ruidos acuáticos y los saltos de agua conforman el paisaje que acompaña los últimos pasos: un broche de oro a una ruta preciosa y sencilla que, sin alzarse sobre grandes dominios, transita por las esencias del territorio de Redes y observa las más altas cumbres y los más bellos cordales de la montaña asturiana.
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