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María Saro, primera mujer en Asturias instructora de escalada, volando agarrada a una cuerda FOTOS CORTESÍA María saro
Primera instructora de escalada de Asturias
PARRES

María Saro: la «asturmadrileña» que se convirtió en la primera instructora de escalada de Asturias

Su primer contacto con la escalada surgió como los mejores romances: durante la universidad y con amor intenso a primera vista. Desde entonces no ha parado de trepar, haciendo de su pasión su profesión y convirtiéndose, sin pretenderlo, en una pionera en Asturias.

Martes, 28 de junio 2022, 17:22

Si hubiese que marcar un inicio para esta historia, sería allá por los años 90, cuando una niña llamada María viajaba desde Madrid a Asturias para pasar el verano entre el pequeño pueblo de Sobrepiedra (Parres) y la villa de Ribadesella, localidades natales de sus padres, soñando con vivir en Asturias, rodeada de árboles, animales y montañas, bien lejos del enorme ruido de la capital.

Luego, habría que dejar volar el tiempo y situarse ya en este siglo, cuando María estudiaba en la Universidad Complutense y unos amigos la invitaron a unirse a un plan de escalada, un deporte que nunca había catado y que la enamoró desde el primer instante. Tanto, que al poco de estar trepando pensó: «¿Cómo es que no había probado esto antes?». Y, desde entonces, ya no paró.

Marcados los dos inicios, ya de vuelta al presente, la historia actual comienza en el rocódromo de Arriondas (Parres), donde María Saro imparte clases de escalada desde hace un año y donde nos recibe con una enorme sonrisa, rodeada de sus pupilos más jóvenes.

Nos hemos reunido con ella porque María es la única y primera instructora de escalada de Asturias, un título de honor que le llegó por sorpresa y le hace especial ilusión, por aquello de ser pionera pero también porque combina, y hace realidad, dos sueños gestados durante su infancia y juventud: vivir en Asturias y dedicarse plenamente a la escalada.

«Llegué hace cuatro años: entonces vivía en Huesca y mandaba currículos para trabajar como profe de escalada a todas partes. Me llamaron de un rocódromo de Gijón y fue toda una alegría porque por fin podía mudarme a vivir a esta tierra que tanto me gusta y que llevo en mi ADN», cuenta, explicando que fue al poco de comenzar a trabajar cuando se enteró de que era la primera mujer instructora de escalada del Principado: «Resultó toda una sorpresa y también un gran honor. Hacen falta más mujeres en el mundo de la escalada y me encanta ser un ejemplo y una mentora para otras que, como yo, quieren hacer de este deporte su profesión».

Ella se formó en Inglaterra, un lugar al que viajó para aprender el idioma tras licenciarse en Filosofía y donde encontró una enorme afición por la escalada, aparte de la oportunidad para hacerse profesional de este deporte. Allí se sacó la titulación más alta como instructora de escalada deportiva, una acreditación que le costó muchas horas de entrenamiento y práctica. Y alli también comenzó su andadura como maestra de escalada, que no ha abandonado nunca desde entonces y que importó con ella cuando regresó de su periplo por tierras inglesas.

«En toda España somos menos de 7 instructoras de escalada con titulación y, a nivel autonómico, soy la única… así que queda mucho terreno por conquistar y es cuestión de atreverse, de lanzarse a ello: hay mucha afición femenina a la escalada y tenemos que hacernos ver. Y más en Asturias, que es todo un paraíso con miles y miles de vías de escalada disponibles», recalca, haciendo evidente lo bien que combinan su amor por escalar y por la tierra asturiana.

«Escalar aúna un montón de aspectos. No sólo se trata de fuerza, hay que tener cabeza, estrategia, paciencia… Al final, trepar una pared es un poco como la vida misma: se trata de superar retos y obstáculos contantemente, mirando cada desafío desde el presente, sin compararte con nadie y sin pensar lo que lograste ayer», explica, dando muestras de que su formación filosófica también es un plus a la hora de echarse a las rocas y paredes, y reivindicando el papel fundamental de las mujeres en un deporte aún copado por hombres.

«Las mujeres somos más de la escuela de la confianza, de avanzar poco a poco, dando pasos seguros y conociendo bien el terreno. Yo siempre intento trasmitir a mis alumnos esa idea de la confianza y la seguridad, de disfrutar y no forzar… porque a la fuerza y sufriendo se acaba generando rechazo. Y quizás sea por eso que hay tan pocas mujeres haciendo profesión en este mundillo», reflexiona.

De cualquier manera, se muestra muy segura de que el carácter femenino es un plus para la escalada y está muy orgullosa de hacer cantera con su trabajo, ya que la mayoría de sus alumnos más jóvenes son chicas. «Creo que el hecho de que la profesora sea una mujer, menuda pero capaz de enfrentarse y superar un 8A, las anima a seguir escalando. No es lo mismo compararte con un hombre de 80 o 70 kilos y brazos musculados que equipararte con una chica de 50 kilos… Los referentes también son importantes».

Sus planes, inmediatos y de futuro, los tiene muy claros: seguir dando clases, escalar a diario y continuar viviendo en la zona rural, cerca de los muchos lugares para la escalada que abundan en el oriente y cerca de la naturaleza y el paisaje que soñaba con hacer su casa siendo una cría. Además, planea seguir formándose para sacarse el título de equipadora regional (otra titulación con pocas mujeres en su haber) y continúa entrenando para especializarse, aún más, en la escalada deportiva de dificultad.

Para terminar, añade con risas nerviosas: «También tengo pendiente subir al Urriellu, que es todo un símbolo para los escaladores. Pero me gustaría hacerlo por la cara oeste, la más complicada, y tengo que seguir entrenando un poco más para conseguirlo».

Llegue o no al Urriellu, su historia demuestra que los sueños y los retos, con filosofía, confianza y pasito a pasito, se consiguen: igual que las vías más complicadas de escalada. De momento, esta `asturmadrileña´ puede presumir de ser una pionera en la tierrina y de crear escuela, afición y filosofía femenina en un deporte en el que las mujeres tienen mucho que trepar y que aportar.

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