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EDUARDO ALONSO
GIJÓN.
Miércoles, 31 de marzo 2021, 04:29
Un esfuerzo que exige el máximo humano en escalada, niveles de exigencia que pocos soportan. Porque no hay montaña que acumule tantas vivencias y tanto poder de llamada como el Picu Urriellu. «Nadie que sea un profesional o quiera serlo puede dejar pasar por ... él. Allí nació la escalada en España».
Escalador, miembro en la reserva de los Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña de la Guardia Civil -adscrito diez años a Mieres y otros treinta como profesor en Jaca-, de Bernabé Aguirre se puede decir que es la memoria del Urriellu, cuyas paredes glosan la esencia del alpinismo: las conquistas, pero también los dramas.
El Urriellu, dice este escalador, alpinista, esquiador y espeleólogo, como se refieren a él sus amigos, es «el buque insignia de la marca 'Asturias, paraíso natural', santo y seña del Principado». El Picu Urriellu viene a ser, quizá, desde la ascensión de Pedro Pidal, marqués de Vilaviciosa, y Gregorio Pérez, 'el Cainejo', aquel 5 de agosto de 1904, una de las cumbres más emblemáticas.
La montaña considerada inaccesible, la montaña, como decían mucho tiempo atrás, a la que no subían ni los rebecos, fue finalmente conquistada aquel día. No obstante, su gran 'boom' en la comunidad montañera llegaría años más tarde, en los 70, con episodios de escaladas invernales, de dramáticos rescates y de lamentables pérdidas.
Desde entonces, el Urriellu ha sido escenario de nuevos retos, de la apertura de vías en sus cuatro caras -más de un centenar-, que han obligado a sus protagonistas a un esfuerzo inhumano para establecer nuevas marcas de dificultad y a convertir la cumbre en referente del horizonte de los Picos de Europa.
Bernabé Aguirre, nacido en Cofiño, a la falda de Sueve, no es un extraño en el Picu Urriellu. Con 665 ascensiones a la cumbre de este mítico coloso en la mochila de su vida deportiva, cree llegado el momento de recuperar, con la colaboración de la escritora Esther Canteli, una vieja iniciativa que guardaba en su cajón desde hace años: rendir un merecido homenaje a los protagonistas de su historia, a los actores de aquellas gestas, a los intrépidos que abrieron nuevos itinerarios e, incluso, a los escaladores de las primeras repeticiones.
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