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Es un hecho objetivo: uno de los mayores placeres de alcanzar una gran cumbre es la contemplación. Detenerse, por fin, en el punto más alto del camino y mirar hacia los cuatro costados, contemplando los paisajes y relieves que conforman los horizontes cercanos desde alturas reservadas sólo para pájaros.
Otro hecho objetivo es que, dentro de Asturias, los mejores miradores de montaña son los más altos: cumbres por encima de los 2000 metros que conforman atalayas naturales para contemplaciones perfectas.
Pero claro, para alcanzarlos son necesarios ciertos detalles: experiencia, entrenamiento, una buena base montañera, ayuda de guías experimentados, una forma física adecuada, nociones de escalada e, incluso, contar con el material, la climatología y la programación adecuada constituyen elementos esenciales que alejan de estas panorámicas a la gran mayoría de las personas, miradas y piernas.
Sin embargo, en el corazón del bello Parque Natural de Ponga existe una montaña que – a pesar de no superar los 1600 m de altitud-constituye un mirador natural muy parecido al de las grandes cumbres de la Cordillera Cantábrica: el picu Pierzu. Una atalaya accesible, espectacular y especial, formada por la cúspide de una enorme masa rocosa con forma piramidal que se alza sobre el río sella y los valles de Ponga y Amieva, regalando espectáculos visuales que –en días despejados- pueden abarcar lejanías como la sierra del Cuera o del Sueve, pasando por cercanías hermosas como Peloñu, Arcenoriu, los hayedos prendidos de Peña Salón, los pueblos montañeros de la zona oriental, el macizo del Cornión, la línea de los Picos de Europa o el siempre perfecto Tiatordos.
Para contemplar tal panorámica, no se necesita enorme experiencia montañera, gran programación o una forma física entrenada: el picu Pierzu es una montaña accesible, con un camino bien marcado que sube a su punto más alto desde su cara sur y no presenta dificultades, excepto la de salvar –cada cual a su ritmo- unos 600 metros de desnivel a través de cómodos repechos, repletos de marcas amarillas y blancas que no dejan lugar a la pérdida y que avanzan por un camino agradable para el andar y la vista.
Además, la excursión al Pierzu parte ya de una altura considerable, bajo la atenta mirada del Tiatordos, a 990 privilegiados metros de altura, una cota elevada que facilita el ascenso y que se ubica en la collada Llomena, un lugar con preciosas vistas hasta el que se llega en coche por la AS261 y la PO-2, en dirección Viegu.
Y aunque los poderosos Picos de Europa o las imponentes y cortantes alturas de Ubiña queden lejos de Ponga, asomarse a la parte más alta del Pierzu regala sensaciones parecidas a las de las altas montañas, ubicándonos en una perspectiva de altura que nunca defrauda y siempre conquista, elevándonos de forma majestuosa y sencilla sobre la preciosa Reserva de la Biosfera que es el parque Natural de Ponga y todos los territorios montañosos y verdes que rodean este mágico lugar, incluido el cercano Parque Nacional de los Picos de Europa.
Desde la collada Llomena (a la que se llega en coche a través de la PO-2 en dirección Viegu) se comienza a andar por un sendero denominado PR AS-211 que parte llaneando en dirección norte, con el Pierzu a la vista.
El primer tramo de sendero discurre por una pista ancha y, cómodamente, va ascendiendo sin dificultades. Enseguida, tras aproximadamente 3 kilómetros de caminata, el camino aterriza delante de una antigua cantera, en la que se coge un sendero que asciende a mano derecha, por pendiente pronunciada y haciendo zigzag, abriéndose paso por la ladera con el imponente Tiatordos alegrando la vista.
Enseguida alcanzamos los 1258 metros de altitud, sin perder nunca de vista las numerosas marcas PR amarillas y blancas que marcan la dirección. En este punto conquistamos la majada Cerboes, bien reconocible por estar adornada de cabañas y de árboles y por constituir un estupendo lugar para otear los Picos de Europa, impresionantes desde este punto, así como un sitio estupendo para descansar antes de enfrentar el último tramo para conquistar Pierzu.
Desde aquí, tomando como referencia la cabaña más grande de las tres que ocupan esta majada, a la izquierda volvemos a encontrar el camino hacia la cumbre del Pierzu, que continua ascendiendo por terreno empinado pero fácil de caminar.
Rápidamente, el vértice geodésico que señala el punto más alto aparece en la vista del caminante: sólo resta salvar un último repecho, siempre siguiendo las marcas tatuadas en las piedras, y sin grandes esfuerzos estaremos disfrutando de la cima del Pierzu, un mirador de altura (y de lujo) sobre el precioso paisaje circundante.
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