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ALBA LLANO
Domingo, 24 de noviembre 2019, 12:36
Luis Romero del Cueto es un gran apasionado de la montaña, una afición que lleva con él desde los 10 años y que lo ha llevado a conquistar cumbres como el Parinacota en Ecuador (6.348 m), el Kilimanjaro en Tanzania (5. ... 895 m), las tres cumbres más altas de los alpes (Mont Blanc, Pico Dufour y Cervino), sin olvidar la mayoría de cumbres de los Picos de Europa y la cordillera Cantábrica. Acensiones en las que el objetivo principal no es solo alcanzar el punto más alto, sino el vivir la experiencia con todos los sentidos, disfrutando de cada etapa de la ascensión y por supuesto del viaje.
Experiencias que no duda en compartir a través de su canal de YouTube, como ha hecho recientemente con su viaje a Los Dolomitas. Con él hemos hablado de la montaña, de la situación actual del alpinismo y del gran reto físico y psicológico que implica este deporte en el que ya lleva inmerso 50 años.
- ¿Qué le lleva a iniciarse en la alta montaña?
- Me inicié con mi padre a los 10 años. Desde pequeño recibí cursos sobre deporte y empecé a centrarme en la montaña. Las primeras salidas al monte recuerdo que me impactaron mucho, experimentamos también el mundo de la acampada, el manejo de la brújula, del mapa, el saber desenvolverte en un medio hostil como es el monte… A los 15 años empiezo a centrarme en otras actividades relacionadas con la espeleología, comenzamos a topografiar cuevas, a escalar y todo esto me lleva a interesarme por la montaña también fuera de España y a adentrarme en el mundo del alpinismo.
- ¿Qué es lo que diferencia a su generación de las nuevas? Los medios y el material son muy diferentes a los de entonces ¿Esto suma o resta méritos?
-A día de hoy lo que escasea es la formación y no los medios. Me he llegado a encontrar gente en la zona de escalada de Otura que estaban guiándose por un vídeo de YouTube para saber cómo escalar. Creo que en este aspecto está muy bien tener iniciativa, pero de ahí a ir a la montaña a afrontar una actividad sin los conocimientos adecuados... Esas personas no son conscientes de que un error o una cadena de errores pueden ser fatales en la montaña. En mi caso, puedo decir que pertenezco al grupo de montaña Torreblanca y este es un grupo que, entre otras cosas, se dedica a formar a la gente que está en él y a orientarles. Una formación que los más veteranos tratamos de dar a los que quieren empezar a adentrarse en la montaña. Lo que tratamos es de aportar todo eso que vemos que falta en el mundo externo.
- ¿Qué es lo que hay detrás de una ascensión a una cumbre de 6.000 m en adelante, además del evidente esfuerzo físico?
- En este tipo de cumbres entramos en contacto con el hielo, nos adentramos en un medio distinto en el que influyen la climatología y una serie de fenómenos que normalmente la gente no está tan habituada a dominar. Por eso el adentrarse en este tipo de montañas creo que debe ser algo progresivo. Antes de irme a los Alpes por ejemplo he estado en Los Pirineos, antes de eso en Gredos y desde luego Los Picos de Europa es mi base formativa. Todo esto tiene que ser una evolución escalonada, es muy importante conocer este medio tan diferente y controlar la parte técnica porque en la mayoría de ocasiones hay que ir encordado y por supuesto hay que tener una mínima formación de primeros auxilios por si tienes un compañero que tenga un inconveniente poder socorrerlo.
- ¿Hay que tener un colchón económico para permitirse este tipo de ascensiones o existe algún tipo de subvención?
- El hecho de llegar a estas cumbres no es una labor que surja de repente. Lamentablemente para subir a este tipo de cumbres no existe ningún tipo de subvención y nos lo tenemos que costear nosotros íntegramente. Los costos del viaje, la ascensión, el material…, podríamos decir que en el 90% de los casos salen del bolsillo de cada uno, salvo contadas excepciones en las que haya un patrocinio de por medio.
- ¿En este tipo de deporte los seguros y los permisos son algo imprescindible?
- Una de las cosas que hay que tener en claro es que cuando una persona va hacer una actividad de este tipo a la montaña, siempre debe tener un seguro. Nosotros lo que hacemos es federarnos y escoger el seguro con la modalidad y para la actividad que queremos realizar ya que el tenerlo es algo esencial, sobre todo cuando ocurre un accidente en la montaña. El problema en todo esto, es que hay mucha gente que piensa que ese accidente no va a ocurrir o que si ocurre irán a rescatarles de igual manera. Está claro que nadie te va a dejar en la montaña tirado, pero tienen que ser conscientes que el hecho de entrar en una fase de peligro puede acabar siendo fatal y no solo por los costos del rescate, sino porque de esto puede depender la vida de una o varias personas. Hay que ser conscientes de que la montaña está ahí y de que la cumbre no es un objetivo final.
- ¿Los seguros cambian en función de la legislación de cada país o hay algún tipo de seguro común?
- La Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias (FEMPA) es una federación que cubre también a nivel internacional y nosotros tenemos un seguro que nos sirve en la modalidad en la que vamos y sin importar el país en el que estemos. Si es cierto que la legislación de cada país varía mucho y hay algunos lugares en los que con solo entrar a un parque natural ya estás obligado a pagar, como me sucedió en la zona del Kilimanjaro (Tanzania). Lo importante en todo esto, independientemente de que un país quiera cobrar o no por este tipo de actividades, es que hay que ser consciente de que la montaña siempre te puede sorprender y que a veces las condiciones en ella se pueden volver poco favorables.
- ¿Podría decirse que para practicar este deporte también hay que ser humilde para saber cuándo dar la vuelta?
- Por supuesto. La montaña siempre va a estar ahí y siempre se va a poder regresar a ella. En cambio si tú tienes un problema o un accidente eso sí que es algo de lo que no se puede retroceder. Hay que darse la vuelta siempre que las condiciones no sean favorables.
- ¿Las condiciones meteorológicas son una de las principales preocupaciones?
- Estar al tanto de las condiciones meteorológicas es muy importante, como también lo es el llevar el equipo apropiado para afrontarlas. Este detalle es clave. Uno siempre tiene que ir preparado suficientemente como para encontrarse con una situación extrema y poder salir adelante. He llegado a encontrarme subiendo al Parinacota (Ecuador) con 30 grados bajo cero y un viento bastante fuerte que al final me suponía una sensación térmica de menos 45 grados, pero el ir con el equipo adecuado fue vital en ese momento para continuar con la ascensión poco a poco y conseguir llegar al objetivo sin pasar unas penurias excesivas. En casos como ese de altura y frío, las condiciones se vuelven muy duras pero se puede hacer.
- ¿Cuál es su visión sobre las colas infinitas que hemos visto la pasada primavera para subir al Everest?
- A veces uno se queda sorprendido de lo que puede llegar a hacer una persona por sacar una foto en una cumbre. El ver a tanta gente muchas veces significa que hay poca formación, lo que hay que hacer es subir poco a poco los escalones necesarios para llegar a poder evolucionar en este deporte y poder acabar subiendo la cumbre más alta del mundo realmente preparado para ello. Otro claro ejemplo de esto, también puedo ponerlo con el Picu Urriellu. En el Urriellu he visto a gente más interesada en llegar a cumbre para sacar una foto que en otra cosa. Está muy bien que la gente quiera subir una cumbre mítica, pero prepararse para ello y disfrutar del proceso también es importante. Está muy bien coleccionar fotos, pero coleccionemos mejor recuerdos y experiencias bonitas.
- ¿Los años de experiencia hacen que desaparezca el miedo y las dudas o eso nunca desaparece?
- Hay una gran diferencia entre el pensamiento de cuando uno tiene 20 años a cuando llegas a los 50 . Cuando hay años de experiencia, ya no haces las cosas sin pensar en las posibles consecuencias porque vas aprendiendo que las condiciones hay que respetarlas. Pero el miedo no hay que desecharlo nunca, de hecho siempre se tiene ese miedo o respeto de saber que me voy a enfrentar a un nuevo reto en la montaña, eso es algo que siempre experimento sobre todo antes de empezar a hacer una cumbre. Siempre me encuentro la noche anterior con una sensación de nerviosismo y no descanso bien porque estoy pensando en cómo se pueden presentar todas esas condiciones. Pero todo eso desaperece en cuanto te pones en marcha, una vez comienzas con la ascensión todo cambia y vas adaptándote a esas condiciones. En el caso de que estas no sean favorables, siempre hay que barajar esa decisión de dar la vuelta y por supuesto no dejar a nadie en la montaña. El compañerismo en estos casos es esencial, dependemos unos de otros y en muchas ocasiones nuestra vida está en manos de nuestros compañeros y viceversa. Somos hermanos continuamente.
- ¿Con qué situación difícil se ha llegado a encontrar en la montaña?
- Una experiencia de gran intensidad fue descendiendo del Cervino (4.478 m), recuerdo que subimos a hacer cumbre y cuando nos dimos cuenta estábamos los últimos de 40 o 50 cordadas porque la pared estaba repleta de gente escalando. Lo peor lo empezamos a experimentar cuando empezamos a subir y no paraban de caernos piedras por todos lados. A medida que íbamos subiendo veíamos que la mayoría de la gente se daba la vuelta y nos daba un poco de respeto que toda esa gente descendiera. Decidimos seguir y cuando llegamos a cumbre y empezamos a descender, nos encontramos con dos personas en la pared que nos contaron que su guía se había caído. El pensar en ese momento que estás a tantos metros de altura en la pared y saber que una persona que además era un guía experimentado había caído al vacío, es una situación que te deja frío. En ese momento tuvimos que llamar al helicóptero y fuimos testigos de una maniobra de rescate impresionante. Poco después al llegar al refugio nos informaron de que el guía que había caído fue el primer hombre en subir al Everest con su hijo. Era una persona experimentada y que tristemente perdió la vida en el lugar menos esperado. Todo esto siempre te lleva a reflexionar sobre la importancia de poner cuarenta ojos a lo que estás haciendo en la montaña. No deja de ser un medio hostil en el que aunque tengamos muchas experiencias, nunca son suficientes.
- ¿Esas experiencias en la montaña le suponen un reto consigo mismo?
- La montaña es eso, un reto constante conmigo mismo. Es importante hacer que cada reto se convierta en un triunfo y que sobre todo uno se vaya contento para casa. Hay miles de circunstancias que pueden hacer que no estés motivado, pero el hecho de disfrutar cada tramo de la subida, ya sea con tus compañeros, contigo mismo, con el paisaje o con la experiencia en sí misma, todo esto acaba haciendo que puedas llegar a cumbre sin darte cuenta. Todo en suma acaba generándote una motivación que te hará volver.
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