Jose Romero

Jose Romero: «Ser refugiero es muy intenso, es imprescindible recargar pilas para ofrecer lo mejor ti»

Guarda del refugio de El Llano y guía de escalada en roca, Jose Romero, nos acerca a su día a día como refugiero en este bello rincón quirosano

Sábado, 5 de junio 2021, 08:04

Nacido en Madrid y concretamente en el barrio de Vallecas en el año 1983, de padre extremeño y madre madrileña, pero con gran parte de su corazón en Asturias y concretamente en el refugio de El Llano. Así se presenta Jose Romero ... , 'Josete' para los amigos, un amante de la montaña y la naturaleza que lleva varios años dedicándose en cuerpo y alma a cuidar de este refugio ubicado en tierras quirosanas, así como también a trabajar por la seguridad de los montañeros que por allí se acercan. Una labor con la que este guarda de refugio y también escalador, ha conseguido vivir de lo que realmente le gusta, convirtiendo este trabajo en su mejor «proyecto de vida» y en su mayor afición. Aunque reconoce que le faltan «tiempo y vidas» para recorrer todos esos destinos por los que sueña viajar.

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Destinos que figuran en esa lista de 'viajes pendientes' y a los que procura viajar para recargar pilas después de finalizar la temporada alta en el refugio. Un lugar que para Jose Romero va mucho más allá de ser simplemente un refugio de montaña y que este madrileño y asturiano a la vez, ha conseguido convertir en su casa y en la de todos los amantes de la naturaleza, que se acercan a este rincón tan especial de Quirós.

Con él hablamos sobre el antes y el después que ha significado para él ese trabajo en el refugio, sobre todo el trabajo que hay detrás, así como de las aficiones y el camino recorrido que le han llevado a convertirse en refugiero. Un camino del que asegura que no cambiaría nada salvo quizás «jugar más a la lotería para poder traer a mi lado a todos los que quiero», admite entre risas.

- ¿Cómo fueron esos primeros años en Madrid y cómo toma la decisión de abandonar la gran ciudad para venir hasta Asturias?

- Me crié en el barrio de Vallecas y, sin duda alguna, si tuviera que volver a elegir donde criarme sería en ese lugar. Me aportó una serie de valores que son los que me hacen estar aquí ahora y ser quien soy. Mis padres me introdujeron en el mundo de la montaña en la sierra de Madrid, en concreto en la Pedriza, la Cabrera, lo que fue configurando mi apego a las montañas y a un tipo de vida más rural.

La decisión de abandonar la gran ciudad no fue de hoy para mañana, con 22 años vine de huésped al Refugio del Llano por primera vez, el siguiente año repetí en mis vacaciones y en Octubre del mismo me incorpore de maquinista en una imprenta cerca de Oviedo, dejando atrás la imprenta en la que trabajaba en Madrid y muchas otras cosas, pero a su vez acercándome más a lo que me atraía, la escalada, la montaña y la naturaleza. Así que con 23 años aterricé en los valles del Oso, con más de 1000 vías para escalar y muchos picos que hacer.

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- ¿En qué momento surge la idea de trabajar en el refugio de El Llano en Quirós y pasar de ser un huésped más a convertirse en refugiero?

- He terminado aquí gracias a un gran amigo y mejor persona, en ese momento yo trabajaba los Espeleobarrancos en León y estaba cursando la formación de Técnico Deportivo de Escalada en Roca, el oficio que ejerzo actualmente además de guarda de Refugio. Mi compañero me llamó y me dijo «Quieres que presentemos un proyecto para gestionar el Refugio del Llano» y sin duda alguna le dije «cuenta conmigo» y hasta el día de hoy.

Un proyecto de vida

- ¿Comenzar a trabajar en el refugio ha sido un antes y un después? ¿Cómo ha cambiado su vida desde que tomó esa decisión?

- El Refugio se convirtió en un «proyecto de vida», empezamos con mucha ilusión, muchas ideas y mucha fuerza. La ilusión de poder vivir de lo que realmente te gusta ayudó mucho a reconvertir el lugar, ya que no se encontraba en su mejor momento debido a diferentes motivos. Al cabo de unos años lo vimos de nuevo lleno de vida, gente nueva, buen ambiente y aceptación, siempre estaré agradecido de todos los que han colaborado y aportado un granito de arena.

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- ¿Ser refugiero es un trabajo que requiere más dedicación y esfuerzo del que se puede ver a primera vista?

- El Llano es mucho más que un Refugio, la verdad que no se lo que se ve desde fuera, nunca me lo he preguntado, pero sí sé lo que hacemos. Somos «trasversales», te ponemos un café, asistimos un accidente, mediamos entre escaladores, vecinos, administraciones, impartimos un curso de escalada, hacemos de psicólogos, cuidamos de los mayores del pueblo (y alrededores), cuando era posible dinamizábamos la zona realizando eventos y xuntanzas, además de dar informaciones varias, hospedaje y consejo…

- ¿Qué tareas enumeraría que tiene un refugiero desde que se levanta hasta que se acuesta?

- Todos los días son parecidos pero diferentes a su vez, además de la intendencia propiamente dicha de una hospedería, la gastronomía y las tareas de administración, siempre realizas otro tipo de tareas muy diferentes. Como puede ser el caso de los mantenimientos de la escuela, limpias caminos, fuentes, haces leña y ni que decir tiene, el campo digital que cada vez ocupa más tiempo.

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- ¿Cuál es ese momento del día en el refugio que no cambiaría por nada del mundo? ¿Y al contrario? ¿Hay algún momento que se le haga cuesta arriba?

- Uno de los momentos que más me gustan es «el café» mañanero, lo tomo en la terraza muy prontito, cuando todo está en silencio, cuando los huéspedes aún duermen. Después de eso la máquina no para, todo tiene unos tiempos, desayunos, limpiar, cocinar, atender, etc.. Aun así, siempre echas un chascarrillo con alguien o paras unos minutos delante de la chimenea. Creo que los momentos más duros, son a finales de la temporada por el cansancio acumulado.

Jose Romero

- La pandemia y las constantes restricciones no se lo han puesto precisamente fácil a los refugieros ¿Cómo ha vivido todo este proceso?

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- A pesar de tener mucho apoyo de la FEMPA y la administración, no ha sido fácil y no me refiero únicamente a nivel económico, es duro ver vacíos sitios que siempre están vivos, se echa de menos la gente, el movimiento y la actividad. Pero confiamos en que todo volverá a ser como antes y que en poco tiempo, podremos realizar otra vez maratones de escalada, eventos, trabajar con colegios e institutos y seguir desarrollando nuevos proyectos.

- ¿Cómo se plantea este verano? ¿Cree que podrá ser un buen momento para que el público montañero y turista se anime aún más a pasar sus días libres en el refugio?

- Ya está siendo un buen momento, el último año ha hecho que la gente se de cuenta de que el monte es una buena alternativa, poco masificada, saludable y que este tipo de sociedad nos distancia de ella y nos aglutina en las ciudades, ya hemos notado un aumento de visitantes.

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- Combina ese trabajo como guarda del refugio, también impartiendo cursos de escalada ¿Considera que este tipo de cursillos son una parte esencial para iniciarse en este deporte?

- Si, trabajo de Guía de escalada en roca desde el 2013, creo que es un gran complemento al Refugio, ya que a través de la FEMPA o por cuenta propia puedo formar a nuevos deportistas. La formación es el único camino para prevenir accidentes, es imprescindible pasar por ella antes de salir al monte de una manera autónoma, a día de hoy yo sigo formándome y reciclándome, siempre se puede continuar aprendiendo. La escalada y la montaña están en auge y al alcance de todo el mundo, ya que podemos hacernos con un equipo completo en 10 minutos, incluso sin necesidad de ir a la tienda. Hace años no era así, había menos acceso al material, por lo tanto «te llevaban a escalar» el que disponía de material y conocimientos, al mismo tiempo te enseñaba a utilizarlo, ahora no es así. Por otro lado, se han mejorado los canales de formación ya que hay más Guías, Rocodromos y Federaciones que ofrecen formación, además de todo la información a la que podemos acceder de una forma gratuita.

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- ¿Cuál diría que puede ser ese punto de diferencia del Refugio del Llano con respecto a otros refugios y lugares de Asturias?

- Lo que más me gusta, tanto como entorno de trabajo o punto de reunión, es el ambiente que se respira, muy familiar y cercano gracias al perfil del usuario, que es el que crea buen ambiente. Ayuda mucho el trabajar con grupos pequeños, por lo tanto el trato es muy cercano, además el edificio es muy acogedor, con piedra, madera una construcción tradicional... El enclave donde está ubicado es especial con el embalse de Valdemurio, el Pico Redondo, las vistas de las paredes...

- Con respecto a esa combinación de vida y trabajo en el refugio ¿Un refugiero tiene vacaciones? ¿Cuáles son esos lugares favoritos a los que no dudaría en escaparse una y mil veces en esos tiempo libres?

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- Claro que tenemos vacaciones, incluso más que la media, no dejamos de ser temporeros, por lo tanto en pocos meses trabajamos mucho para poder vivir todo el año. Es un trabajo muy intenso, es imprescindible cambiar de pantalla para recargar pilas y a la vuelta ofrecer lo mejor de ti. En relación a los destinos, me faltan vidas y tiempo para recorrerlos todos, pero lo que tengo claro es que no voy a parar. Cuando vuelvo a casa digo «que guapo es Asturias» pero el mundo entero es muy guapo, así que cada año a un sitio y cada sitio un año.

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