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MARA LLAMEDO
Viernes, 10 de febrero 2023
Con 1111 metros, podría definirse al pico la Forcada como una montaña de acceso amable y cara cambiante: según la vertiente que observemos, a medida que se avanza hacia ella, esta pica parece jugar con el caminante al viejo «pajarito inglés», variando su ambiciosa pose ... de roca elevada cada vez que la mirada cae sobre ella.
Ubicada en la sierra de Caranga, desde la cima de dos cabezas de la Forcada se abren panorámicas excepcionales que abarcan desde los valles de Proaza y Teverga hasta las mismas Ubiñas, al tiempo que sus paredones calizos se alargan, descendiendo de manera brusca hasta acariciar el Desfiladero de Peñas Juntas, cincelado mil metros más abajo por las corrientes acuáticas del Trubia.
Muy cerca suyo, como siamesas unidas por un largo brazo huesudo, sus cuatro hermanas de sierra se amontonan al norte, imponentes y rudas, ganándole ligeramente en altura e impidiéndole ver brillar Peña Rueda durante los atardeceres. Pero a ella no le importa, porque tiene ese porte y esa altura de dama elegante que sólo lucen las montañas que se saben reinas de los valles que las rodean.
Para alcanzar su doble cumbre (unida por una larga y estrecha forcada que se recorre en menos de medio centenar de pasos) hay que circular un trayecto sencillo, empinado y enrevesado en su último tramo, que nace en el pequeño núcleo rural de Villamejin, muy cerca de Proaza. Casi toda la ruta discurre por una cómoda pista, que va a morir a la parte baja de sus laderas para dejar paso a un camino estriado y cambiante que se eleva hasta su cresta, perfecto bastión para contemplaciones de esas que se guardan, ya para siempre, en los cajones de la memoria montañera.
Tipo de ruta: Lineal (ida y vuelta por el mismo trayecto)
Distancia: 11 kilómetros (aprox)
Tiempo aproximado: 4 horas
Dificultad: Moderada
Altura máxima: 1111m (aprox)
Desnivel aproximado: 800m (aprox)
Se parte de Villamejin, un pequeño pueblo de la parroquia de San Martin situado a tan sólo dos kilómetros de la capital municipal (Proaza). Desde la iglesia de San Antonio, ubicada a los pies de una enorme casona, y con la Forcada siempre a la vista, se recorren las calles de la aldea en dirección ascendente.
Ya en la parte alta del pueblo, se encuentra sin problemas un cruce que señala la dirección hacia el collado de Aciera y abre un camino al frente: una pista hormigonada que antaño fue calzada empedrada y constituía la ruta habitual que unía Quirós con Proaza, mucho antes de que hubiera carreteras.
Entre verde y árboles, el camino asciende brusco y sin tregua, dejando atrás cabañas y fuentes. A mano derecha, la Forcada cambia de forma y sus hermanas mayores, apiñadas alrededor de La Hoya, muestran sus paredes más verticales.
La pista transita sin giros ni pérdidas hasta alcanzar, sin avisos, la collada Aciera, bella encrucijada cercada por montañas y vestida de verde fluorescente. Al frente, se abre majestuoso el valle de Quirós, mostrando la belleza que emana de la mole que es Peña Rueda y, muy cercano, el Pico Gorrión. A la izquierda de nuestra marcha sale una pista que va hasta las antiguas instalaciones mineras de fluorita, que funcionaron en la zona hasta la década de 1970; al frente, la pista se convierte en camino y baja hasta la población de Aciera, en Quirós; y a la derecha, que es por donde hay que ir, una pista se abre camino.
Siguiendo el trazado de esa pista a mano derecha, que discurre entre los pastos de media montaña donde habita el ganado entre los meses de mayo y octubre, se alcanza un punto en el que un sendero estriado, plagado de alternativas grabadas por pasos anteriores, se abre a la izquierda. Mirando arriba, la Forcada exhibe ahora otra de sus caras, perforada con una enorme boca de cueva. Más a la izquierda, la Hoya se muestra sombría, mientras que el sendero sisea por las laderas en busca de la amplia collada situada entre las cumbres de La Forcada –a un lado- y La Verde y Cueto Mar –al otro-, conformando la Sierra de Caranga.
Alcanzada la collada de la Forcada, un amplio horizonte montañero se abre, ampliándose hacia el valle del río Teverga, con Caranga de Abajo a los pies. Desde aquí, restan ya muy pocos metros para alcanzar la cumbrera de la Forcada, que desde este punto tiene forma de U desdibujada, o de orejas de gato, y muestra un claro trayecto para su conquista.
Un último repecho y se alcanza la cima buscada, coronada por un jito de piedras, belén y buzón, atalaya maravillosa hacia los verdes valles de Proaza y Santo Adriano, las cumbres del Aramo y Peña Tene, el valle de Teverga, Marabio… incluso alguna pica del Macizo de Ubiña que se asoma a saludar.
A unos pocos pasos, la pica gemela de la cumbre que pisamos (separada, precisamente, por una forcada) abre un poco más el panorama de visiones y amplia ligeramente los horizontes observados con un simple paseo entre peñas.
Para regresar, se desciende el mismo camino que nos trajo, volviendo a la collada de la Forcada y, desde allí, bajando a la collada de Aciera a coger -de nuevo- la pista que lleva hasta Villamejin que, dando reblincos y jugando al pajarito inglés con la Forcada, nos devuelve al punto de inicio.
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