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Dentro de Asturias, bastante a salvo del turismo de masas, existen dos tesoros ligeramente escondidos que –sin tener planta, piedras labradas o techumbre- son tan grandes e importantes como dos templos consagrados. Uno de estos tesoros son los caminos, aquellos que conducen a pequeños rincones del paraíso con forma de playas, riscos, bosques o cascadas, los que no aparecen en las guías turísticas y, con silencio y discreción, guardan enorme belleza para el caminante. El otro, la gastronomía tradicional, la que se elabora en los pequeños chigres, en los bares-tienda, en los restaurantes de pueblo… esa que se caracteriza por mezclar buen sabor con cocina de carbón y con ingredientes de proximidad, la que aún se elabora en base a recetas antiguas que pasaron de boca en boca, la de cuchara y guisos calientes capaces de restaurar el alma.
David Castañón conoce muy bien estos dos tesoros asturianos. Él los define como «ayalgas», un término que resume, en el idioma propio de estas cosas, todo el valor que concentran. Y, desde luego, sabe de lo que habla: no en vano, este avilesino lleva muchos años visitando, probando y recomendando lugares para comer bien desde su blog «Les Fartures», una suerte de guía gastronómica online en la que los chigres y la comida de pueblu son banderas y que le ha llevado, tras más de una década de éxitos y seguidores, a conocer cientos de rincones de Asturias. Así, de fartura en fartura, hace aproximadamente 4 años a David se le ocurrió redondear sus visitas a estas «capillas gastronómicas», aprovechando la mañana para conocer los alrededores y descubrir rutas senderistas poco transitadas. Con esta idea en la cabeza y una cámara para inmortalizar rincones, Castañón (siempre acompañado en sus andanzas por su amigo Javi Solis) se puso «pies en caleya» y durante todos los fines de semana de los últimos años se ha adentrado en el corazón de Asturias, recorriendo cientos de caminos únicos repletos de paisajes, cultura, etnografía y tradición que, siempre, terminan en un chigre, en una buena comida, en buenos sabores y en recetas de casa.
Él lo llama hacer «farturrutes». Y ahora ha hecho un compendio de las mejores que ha visitado (treinta y tres) y le ha dado forma de libro para que, quien lo desee, se haga –como él- devoto de una buena caminata que termina en comida.
«Una farturruta es una ruta corta, accesible, para hacer en una mañana, de unas 4 o 5 horas »–explica- «Y claro, tiene la peculiaridad de que siempre termina en un chigre, comiendo bien y probando la buena gastronomía que hay en Asturias… Podría definirse como «la combinación perfecta» – disfrutar caminando y, luego, comiendo-o, si quieres, poner la comida como una meta o una excusa para salir, echarse al monte y a los pueblos, y conocer la tierra asturiana, que todavía tiene muchos rincones desconocidos para perderse y recrearse», cuenta Castañón, que asegura que en cada farturruta se ha encontrado con lugares sorprendentes, «desde cascadas encantadas, playas vírgenes, picos, valles, caminos antiguos o cuevas con salida directa a la mar: Asturias ofrece alternativas inagotables».
Él lo tiene muy claro: « Hay que reclamar el conocimiento ancestral que hay en los chigres como una fuente de trasmisión de la cultura asturiana. En ellos sobreviven, en peligro de extinción, esencias muy deAsturias. Además, existe una unión entre los chigres, la comida, la cultura gastronómica, el saber de pueblu… con los miles de caminos y rutas. Y es un nexo muy especial que te hace conocer muy de cerca, de manera agradable, lo mejor de Asturias», asevera convencido.
Cuenta que en su mochila senderista jamás faltan los textos de Berto Peña (donde encuentra leyendas e historia de los sitios que visita) ni tampoco una botella de sidra y un vaso, para brindar y celebrar los lugares descubiertos con asturianía absoluta, «Primero buscamos la ruta y el chigrey nos informamos muy bien del sitio que vamos a visitar, indagando en la cultura, la mitología y la historiadel lugar. Y, luego, llevar sidra en todas las rutas es algo imprescindible: poner a enfriar la botella en la nieve mientras miras las cumbres cercanas de Picos, o dejarla en una sombra esperándote mientras te das un baño en la mar… la sidra paseada le da un punto a favor más a la experiencia de la farturruta», narra con una sonrisa.
Al describir la experiencia de hacer una farturruta, David resalta -completamente cautivado por su tierra-cosas como la belleza inexplorada del suroccidente asturiano, el contraste mar-montaña del oriente astur o la enorme variedad gastronómica disponible que va desde los pescados y mariscos del Cantábrico a las carnes de razas autóctonas, las legumbres, los quesos, los vinos, los postres… y que no sólo transitan por chigres y pequeños restaurantes tradicionales sino que se dan la mano con la cocina de vanguardia, que hunde sus raíces en la tradición y las recetas de pueblu: «la cocina tradicional y la más vanguardista no sólo conviven perfectamente sino que se alimentan una a otra».
En su nuevo libro, «Les farturrutes», editado por Delallama editorial y que estará en librerías este mismo jueves, 10 de abril, David Castañon sitúa y recomienda toda esta variedad paisajística y gastrónoma, así como descubrirla a base de combinar rutas y farturas, una sinergia perfecta para profundizar en el conocimiento y la riqueza, únicos, que acumula esta tierra verde a la que llamamos Asturias y que aún tiene mucho (rincones, sabores y tesoros) para sorprender al caminante.
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