Se ha resuelto uno de los grandes retos deportivos del alpinismo mundial en el Himalaya. Se ha escalado la arista sureste del Annapurna III. Sus protagonistas, los alpinistas ucranianos Nikita Balabanov, Mihail Fomin y Viacheslav Polezhaiko, en un alarde de destreza deportiva con una escalada ... inmaculada, con extremas dificultades y un peligroso y complicado descenso, lograron llegar a la cima tras una compleja ascensión.
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Entre los tres se repartieron 40 kilos en sus mochilas. Habían previsto una escalada de doce días y, por lo tanto, llevaban comida para esos días. Finalmente tardaron dieciocho, quince hasta que llegaron a la cumbre y tres más para el descenso, con lo comieron únicamente cada uno una barrita y media durante 4 días, terminándose a falta de dos días toda la comida y combustible. Eso provocó que cada uno perdiera una media 13 kilos. Todos los días les nevó y soportaron fuertes vientos en una escalada donde no había que bajar la guardia ante la tremenda dificultad con la que se enfrentaban.
Hubo días que no llegaban a superar los 100 metros de desnivel en su escalada debido a los tramos tan complicados que tenían. Se encontraron con grandes dificultades en el descenso a lo largo del cual realizaron tres vivacs hasta bajar a los 5.400 metros, donde se acabaron las dificultades. Después, a los cinco mil, les recogió un helicóptero que les trasladó a Katmandú.
Los tres alpinistas ucranianos conocían no sólo la montaña sino la ruta a la que se enfrentaban. Porque precisamente el último intento que se produjo a esta difícil vía en el Annapurna III lo hicieron ellos mismos, no logrando el objetivo en 2019. Su perseverancia en quitarse la espina y resolver uno de los mayores retos alpinísticos planteados en el Himalaya les hizo intentarlo este año, cuando han podido escribir sus nombres y su histórica ascensión con letras de oro en el libro de las grandes gestas deportivas jamás realizadas en las montañas del mundo. Fruto de aquella primera incursión, ya sabían ellos que la ligereza y la rapidez en esta ascensión iban a ser clave. para salir con éxito de la difícil empresa que se propusieron. Así que tenían que emplearse a fondo y aplicar el más puro estilo alpino, renunciando a las 'comodidades' de ir instalando campos de altura, fuera cuerdas fijas, nada de porteadores ni sherpas.
Desde que se le diera el primer tiento a la arista sureste del Annapurna III, no se llegó ni a la decena de intentos que querían resolver el reto de ascender a esta montaña por la ruta más complicada y difícil. «Si fuera fácil todo el mundo lo haría» dijo el alpinista británico Nick Bullock en su aplazado intento de escalar esta ruta junto al también inglés Matt Helliker en 2010.
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También el propio Nick escribió tras su incursión en la difícil vía que se trataba de un objetivo «increíblemente peligroso, suicida para un ascenso en estilo alpino con gigantes bloques de hielo sobre sus cabezas, roca podrida, hielo efímero…». Frases que definen la especial singularidad de esta vía con una dificultad extrema que se intentó por primera vez en 1981, hace ahora cuarenta años, cuando se plantearon superarla por primera vez sin éxito los alpinistas británicos Nick Colton, Tim Leach y Steve Bell.
Hubo más intentos, resaltando el de 2016 con una potente cordada formada por los austríacos Alex Blümel, Hansjörg Auer y David Lama (estos dos últimos murieron arrastrados por una avalancha en abril de 2019 junto al estadounidense Jhon Roskelley).
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