

Secciones
Servicios
Destacamos
A falta de cuatro días para que en el Mendi Film Festival se estrene el documental «Pirineístas, mujeres y montañas», Isabel Díaz Novo se siente nerviosa. No son nervios preocupados, de esos cargados de dudas y miedos, son de emoción, alegría y agradecimiento, de los que surgen inevitablemente ante cosas muy esperadas que –se sabe- nos cargarán de felicidad.
Nervios parecidos a los que florecen antes de coronar una gran cumbre o descubrir una gran cueva. Entendibles, al fin y al cabo: no todos los días seleccionan, estrenan y te postulan para ser finalista de uno de los más importante festivales internacionales de cine montañero. Y mucho menos con una película que habla de mujeres y rompe con los patrones que suelen caracterizar a los docus de montañismo, usualmente centrados en ascensiones, trepadas o esquiadas imposibles.
«Este es un documental pausado, en el que se cuentan historias de mujeres olvidadas que marcaron hitos en las montañas. Los paisajes recogidos en él son lugares accesibles a todo el mundo. Contiene reivindicación, emoción, historia… Que haya sido seleccionado entre 190 documentales de todo el mundo es una muy grata sorpresa, una suerte y una maravilla que ya me hacen sentirme ganadora», explica con emoción Isabel, una gijonesa a quién las montañas y las cuevas cambiaron la vida hace 14 años.
Hoy, no sólo dirige cintas sobre montaña, cosa que jamás imaginó, sino que también puede presumir de ser una avezada montañera y espeleóloga, dos aficiones que entraron en su vida, de casualidad y cumplida ya la treintena, para mostrarle la que –realmente- era su pasión auténtica.
«Mi primera ruta fue al Cantu Cabroneru y a Peña Beza, en Soto de Sajambre. Nunca había hecho montaña y tenía 34 años. De aquella experiencia saqué una semana de agujetas y un enamoramiento atroz hacia todo aquello que puedes descubrir caminando por el monte», cuenta, con voz dulce y calmada, sin ocultar la chispa que enciende en su interior el recuerdo de sus inicios caminando por las alturas. «Yo pensaba que era tarde para empezar, que a esa edad la gente destinada a vivir aventuras en la montaña ya lo habían hecho todo...Ahora pienso que no hay edad para descubrir lo que te gusta y te hace disfrutar», sentencia.
Después de aquella primera incursión al monte, vinieron muchas más, sucediéndose de manera veloz y placentera. »Poco a poco, pero sin buscarlo, haces rutas un poco más difíciles. De ahí, pasé a las invernarles, primero con raquetas, luego con crampones… Luego, con unos amigos espeleólogos, empecé a meterme en cuevas y con el grupo de Gijón, L´esperteyu cavernícola, me inicié a la espeleo. Estuvimos varios años en la Cueva de Coimbre, en Peñamellera Alta, haciendo exploración y su topografía. Después, llegaron otras cuevas. A la vez, en la montaña, pasé de hacer rutas por Picos de Europa a Pirineos, luego fui al Elbrus, la cumbre más alta de Europa que está en el Cáucaso y tiene 5648m. También estuve en el Kilimanjaro y en algunas del Himalaya, por Nepal», narra, acelerando el ritmo y condensando su trayectoria en un centenar de palabras, como si explorar cumbres de cerca de 6000 y sondear caminos a casi mil metros bajo los Picos de Europa no fueran hazañas dignas de muchísimas más palabras.
Ahora, 14 años después de aquella primera ascensión al Cabroneru, la montaña (desde la cabeza a sus tripas) forma parte constante de la vida y obra de Isabel, hasta el punto de que es vicepresidenta de la Federación de Espeleología y esta misma semana estrena su segundo documental en el Mendi Film de Bilbao, todo un Festival Internacional dedicado al cine de montaña.
«Al terminar Himalaya Subterráneo tenía claro que quería repetir esa experiencia. En casa tenía muchos libros que hablan de la historia de Pirineos, en los que se repiten los nombres masculinos de la pléyade pirineísta. Me pregunté: ¿Y las mujeres? Así, llegué a un libro de Marta Navarro, de hace casi 20 años, que ya recogía aventuras de algunas pirineístas. Y desde ahí fue desde donde empecé a buscar y a encontrar más información: las mujeres estaban en el ostracismo absoluto pero habían hecho grandes cosas», relata, con los ojos muy abiertos y una sonrisa ancha, como quién describe un viaje alucinante en el que se encontró con nombres como el de Anne Lister, Rosalie Reimond, Margarita de Angulema o Teófila Gao, nieta del Cainejo que subió la cara sur del Urriellu sin cuerdas y descalza.
Ahora, ese viaje hacia las gestas femeninas en la montaña y en los Pirineos tiene forma de video documental y opta a ser galardonado como mejor cinta de montaña y aventura en la edición 2022 del Mendi Film. Aunque lo cierto es que, haya suerte o no a la hora de recibir galardones, la semilla ya está puesta y –sin duda- está repleta de vida y tiene un carácter y una esencia muy femeninas, además de contener una reivindicación profunda sobre la fortaleza y el valor silenciados de tantas y tantas mujeres que fueron valientes pioneras y no renunciaron jamás a cumplir sus sueños de altura, a pesar de que el mundo se escribiera y organizara en masculino.
Mujeres como Isabel, enamoradas de las altas montañas y entregadas a su belleza, que trabajaron incansablemente superando retos y dejando buena constancia de que la sensibilidad femenina es también una fuerza suprema capaz de alzarse a cualquier altura que se proponga. Pirineístas femeninas y mujeres con alma montañera que, por fin, tienen un homenaje eterno en el documental de esta asturiana.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.