ALBA LLANO OLAY
GIJÓN.
Lunes, 4 de mayo 2020, 02:30
El cielo por encima de ellos, y las montañas como montañeras. Hay a quienes el confinamiento les ha tocado vivirlo desde las alturas, sin más contacto que el de la fauna asturiana y el de la vegetación que los acompaña. Es el caso de la ... refugiera del Meicín, Tania Plaza, o del guarda y refugiero de Brañagallones, José Manuel Prado. Ella, en las Ubiñas, a 1.560 metros de altura; él, en pleno corazón del Parque Natural de Redes, a 1.215 metros sobre el nivel del mar. Dos paisajes de postal donde muchos, aún a día de hoy, soñarían con estar confinados. Para ellos, la vida apenas ha cambiado, salvo por una cosa: no hay montañeros.
Publicidad
Como en cualquier hogar, nadie se libra de limpiar, recoger, poner lavadoras y hacer la comida, a lo que hay que añadir en su caso el mantenimiento de los generadores funcionen, hacer pequeñas reparaciones, desbrozar el entorno de sus refugios de montaña y hacer acopio de leña. Eso sí, todo ello en un lugar privilegiado. Los ratos libres dan para leer o escuchar la radio, y en el caso de Tania también «para trabajar el cuero, tejer, hacer ganchillo o jugar a algún juego de mesa» con su marido, Gummo, que colabora con ella en la tarea de cuidar el refugio.
«Tenemos la suerte de poder salir un poco a que nos dé el sol, pero al final no dejamos de estar encerrados en un sitio sin ver a nadie y eso cuesta», nos cuenta. «Se echa en falta a la familia, pero sobre todo se hace raro estar aquí durante tantos días y no ver a nadie en la montaña».
Se sintieron arropados en estos últimos 50 días por «la gente de Protección Civil de Lena, que son una gente increíble y se ofrecieron a subirnos lo que necesitáramos. También nos sentimos arropados a través de las redes sociales, sobre todo cuando tienes un mal día o cuando la gente ve que no estás bien nos escriben para que nos animemos y para que sepamos que están ahí apoyándonos», relata Tania.
En situación similar, deseando ver llegar montañeros, está el refugiero de Brañagallones, José Manuel Prado, en estas semanas: «Aquí no tenemos televisión, el internet funciona bastante mal y solo nos comunicamos por un teléfono vía satélite. Pero aunque las comunicaciones con el exterior son pocas, sí que notamos que la gente se preocupa por nosotros. El presidente de la Federación de Montañismo del Principado de Asturias (FEMPA) y el Alcalde de Campo de Caso están en constante contacto con nosotros, por si necesitamos alguna cosa», nos explica.
Publicidad
En este caso, José Manuel comparte confinamiento con su hijo, con quien vive habitualmente en el refugio de Brañagallones. Allí, ambos también echan de menos esa falta de la gente en el monte, aunque el guarda asegura que esa vida austera en el refugio no es algo nuevo para él: «Hace dos años estuve aquí 23 días sin ver a nadie, incomunicado a consecuencia de la nevada que cayó en febrero de 2018, así que al final los refugieros estamos acostumbrados a este tipo de situaciones. La única diferencia son las connotaciones económicas que lamentablemente va a acarrear esta situación», lamenta. Porque este refugio no había cerrado ni un solo mes desde septiembre de 2016, pero las circunstancias, como bien dice su encargado, «son las que son» y se han visto obligados también a echar el pestillo durante estas semanas de confinamiento.
Noticia Relacionada
A pesar de ello, tanto Tania como José Manuel, en sus respectivos hogares en plena montaña, prefieren tener la mirada puesta en la vuelta a la normalidad y en cómo será ese regreso de la gente a la montaña después de que todo pase. «Esto al final va a ser una parte muy pequeña de nuestra vida y, por suerte, la montaña seguirá esperando. Cuando acabe todo esto, creo que la gente se tirará como loca al monte para disfrutar de la naturaleza», piensa Tania.
Publicidad
Por su parte, José Manuel nos plantea una situacion de esas que hacen pararse a reflexionar a cualquiera: «En estas zonas los tiempos los marca la propia naturaleza. Hace cinco meses que se bajaron las vacas de los pastos de alta montaña y ahora, mientras todo el mundo está metido en su casa, ellas hace unos días que regresaron a la libertad, a disfrutar otra vez de estos entornos. Son procesos que, a pesar de las circunstancias difíciles que en este caso nos acompañan, van sucediendo, y por eso espero que este verano todos esos montañeros y amantes de la naturaleza que echan de menos estos lugares puedan también volver a disfrutar de este paraíso», confía. Desde luego, estos dos refugieros estarán esperándolos con los brazos abiertos.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.