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Los puertos de la Bachota (con su suave suelo tapizado de hierba, su rumor acuoso, su verdor intenso y sus aromas florales salvajes) y una arista de cumbres afiladas en la que destaca un peñón rectangular de cima plana son los protagonistas de esta sencilla pero intensa ruta.
El destino: tres cumbres. La Almagrera, la Mesa y la Tesa. Hermanas de tierra y siempre presentes en la consciencia montañera de esta zona. Tres iconos puntiagudos, unidos por un apéndice rocoso tallado sobre abismos verticales que muestran extraordinarias panorámicas hacia las Ubiñas, y mucho más allá.
La ruta, que parte del Alto del Palo y enseguida se encarama a las cúspides cumbreras, es un itinerario clásico que destaca por vestirse con un camino sencillo, bien marcado, que va superando altos y bajos a través de la cresta y la zona alta del valle.
Además, el avance es rápido, siempre jalonado por perspectivas montunas amplísimas de enorme belleza. No obstante, conviene tener en cuenta que la subida que se encarama a la Mesa es una trepada y requiere agarrarse bien fuerte con las manos para superar una importante verticalidad rocosa que se va volviendo más sencilla a medida que se conquista.
Tipo de ruta: Circular
Dificultad: Moderada
Distancia: 10,6 kilómetros
Tiempo aproximado: 4 horas
Altura máxima: 1931 metros, aproximadamente
Desnivel aproximado: 364 metros
En definitiva, subir a la Almagrera y seguir la arista cumbrera para acariciar también a la Mesa y a la Tesa es una delicia, una de esos paseos que colman al alma. Y aunque el camino al punto más alto de la Mesa la convierte en una ruta de dificultad media, puede adaptarse, esquivando esa cumbre y convirtiéndolo en un precioso paseo montañero que transita por lo alto de un valle.
De cualquier manera, esta excursión no defrauda, adentrando al caminante por un territorio natural único rodeado de paisajes puros, altivos y llenos de ecos a los que viven enganchadas las tres cumbres más significativas del Cordal de la Mesa, allá en los adentros mismos del Parque Natural de las Ubiñas - La Mesa.
El recorrido comienza en lo alto del Puerto de la Cubilla (o Alto del Palo), con muy buenas vistas hacia montañas icónicas como Ubiña, Los Fontanes o el Tapinón. Una clara muestra de la belleza que caracteriza al territorio que se va a pisar: accesible, verde y mullido en esta zona pero salvaje, enorme y lleno de alturas rocosas unos centenares de pasos más allá.
Los primeros movimientos son claros: se avanza por una alfombra de hierba larga que va pegada a un cierre ganadero, dirección Este, ascendiendo lentamente con el foco puesto en la cercanísima peña de Tolóbriga o Tolondra, a 1768 metros de altitud.
La cumbre de esta Peña está marcada con un montículo de piedras y, desde allí, se contempla claro el camino a seguir para coronar las tres cumbres buscadas en esta ruta: la Almagrera y la Mesa, y toda la línea crestera que une este grupo de montañas, se muestran claras al frente, casi desafiantes desde esta posición. Mientras, a mano derecha, un amplio y acogedor valle se estira tranquilo buscando los pies de los montes que lo cercan.
Una vez arriba de la Tolondra, y con el paisaje a transitar al alcance de la vista, se avanzan unos pocos pasos más para, enseguida, descender unos metros en busca de la cara sur de la Almagrera.
En el camino, ciertos trozos de terreno se colorean de rojo, hablando sin palabras de que en esta zona hubo una explotación de pozos de Almagre que, claramente, dieron nombre a la primera de las tres cumbres buscadas.
Enseguida, se alcanza la base de la Almagrera, con dos cimas a las que se llega superando una sencilla canal de subida salpicada de jitos.
Este será el punto más elevado del día y las vistas, que a partir de ahora acompañarán todo el tiempo, resultan espectaculares: las Ubiñas y todos sus cuernos rocosos, el puerto de la Ballota y el de Pajares, con otro sinfín de cumbres adornando el cielo que los cubre… De frente, los siguientes objetivos esperan y siguen mostrando su cara más dura: la Mesa y la Tesa aguardan, tras una cresta alargada y estrecha que las une con la cima ahora pisada
A partir de aquí, toca crestear un trecho, siguiendo la arista sobre la que nos engolamos en dirección a la Mesa, clara y bien distinguible por su forma y cercanía. Casi al final del recorrido por los cantos cresteros, a mano derecha aparece una canal que invita a bajar. Es un descenso cómodo, sin complicaciones, que nos lleva de forma segura y rápida hasta un pequeño sendero que faldea por la zona alta del valle, se adorna con preciosas vistas hacia la zona de los Fontanes y el Tapinon y muere en la base misma de ese enorme peñasco que es La Mesa.
Alcanzados los pies de la segunda cumbre buscada, se observa una pared vertical y Pedrosa, con buenos agarres, ataviada de jitos dispersos y flechas pintadas que van marcando la línea a seguir para llegar lo más cómodamente a la parte más alta. Lo cierto, es que el panorama de la pared impresiona. Y no es, precisamente, un trozo de paseo senderista. Sin embargo, parece mucho más de lo que es: una trepada con buenos agarres que, sin ser difícil, sí que es bastante aérea y requiere –por tanto- extremar precauciones y abrir bien los ojos.
A medida que se asciende, los pequeños pasos por la roca van siendo menos verticales, aunque el enorme patio que queda a la espalda ( y abajo) resulta impresionante. Paso a paso, ayudados de las manos y con buenos agarres durante toda la marcha, se conquista la cima de La Mesa, a 1931 metros, preciosa y amplia: una balconada perfecta, con forma de alargada planicie, que se alarga de este a oeste (al este, la Almagrera; al oeste el final de la arista, dónde espera la Tesa) y abre dos enormes precipicios a sus lados que muestran la inmensidad y beldades de las Ubiñas
A partir de este punto, el camino es más cómodo. Ahora, desde el borde oriental de La Mesa vemos las siguientes cumbres: el Cantu las Planas, primero y después La Tesa. Sólo resta descender de nuevo a los altos del valle para tomar un buen camino, tapizado de hierba y muy cómodo, que nos planta enseguida en la zona de la base de Las Planas, pequeño grupúsculo de montañas en medio del trío de cumbres de hoy.
Luego, se atraviesa una zona de camino con algunas piedras más y enseguida aparece ante el caminante la Tesa, con una antecima precediendo su asiento que se salva sin problemas (y que por su otro perfil cuelga de una caída vertical importante) y que, rápidamente, conduce a la última cumbre de las tres para el día, marcada con un vértice geodésico y bien asomada al valle del Huerna. Echando la vista atrás, la panorámica de las cimas pisadas y el terreno andado resulta idílica, con las Ubiñas bien brillantes adornando la postal cimera.
Para regresar, hay varias canales que bajan al valle. Strata de encontrar la que más cómoda resulte a las piernas. Simplemente, toca descender: buscando el valle y, luego, una pista que sale de la Mayá Les Corones, grupúsculo de cabañas a los pies de estas moles que hemos contemplado desde arriba durante toda la jornada. Por esa pista, sin dificultad ni perdida, se vuelve caminando hasta el Alto del Palo (Puerto de las Cubillas), en el que habíamos comenzado esta incursión por terrenos del Parque Natural Ubiñas-La Mesa, un paraíso dentro del paraíso asturiano.
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