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Ocurrió hace 120 años, un 5 de agosto de 1904, pasados unos minutos de la una de la tarde: el pico Urriellu, la gran mole caliza más bella y vertical de los Picos de Europa, era coronado por primera vez por dos humanos: Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa, y Gregorio Pérez, «el Cainejo», pastor de cabras nacido en Caín.
Dos hombres de muy distinta procedencia que, justo en ese instante y de la mano, conseguían una gesta temeraria que hasta entonces parecía imposible, improbable e –incluso-innecesaria; dos personas enamoradas hasta las trancas de aquel agreste y salvaje paisaje que eran los Picos y que, con escasos medios y auténtica valentía, subieron hasta los más de 2500 metros de la cima del Urriellu (el Marqués en alpargatas; el Cainejo, descalzo) y gritaron -extasiados, incredulos y emocionados-, «¡Hurra!».
Son muchas las historias y leyendas que se han ido formando alrededor de esta hazaña a lo largo del siglo largo que ha transcurrido desde entonces. Muchas, muchísimas, las escaladas y hazañas posteriores en esa misma pared anaranjada y casi lisa del Pico Urriellu, al que a día de hoy ascienden personas de toda índole por las muchísimas vías que se han ido abriendo desde aquel ¡Hurra! entonado por Don Pedro y Gregorio. Pero de todas ellas, la más mítica, épica y legendaria quizás sea esa, la suya: la pionera.
De ella quedó constancia en un relato escrito por el propio Marqués, así como en decenas de anécdotas que sobrevolaron la historia y el tiempo adquiriendo el cariz de leyendas: se dice que Don Pedro se sentaba cada primavera en el Pozu de la Oración y, emocionado, miraba hacia el Picu Urriellu soñando su cima. Se dice que su ritual consistía en fumar, caladas largas, preguntando a la lejana pared de piedra qué tal había pasado el invierno… se cuenta que se plantó en Cain, en busca de Gregorio, teniendo ya decidido que ambos partirían en busca del camino a la cima el 4 de agosto… se dice que el Cainejo no quería acompañarlo, que no encontraba motivos para subir a aquella mole, y que acabó accediendo por respeto a aquel hombre importante que le rogaba ayuda para ser el primero en sentarse allí, en lo alto del Urriellu.
Sin duda, de todo lo que se cuenta una cosa es cierta: ellos fueron los primeros, los más aguerridos, los que sin pensarlo demasiado se abrieron camino por la cara Norte (que siempre llevará su nombre) salvando los muchos baches que la pared les puso hasta pisar la cumbre.
De aquel instante, quedaron para siempre estas palabras: «Cuando el embudo se abrió y la vertical empezó a dejar de serlo, yo me desaté la cuerda, abandoné a 'El Cainejo', pase a éste, y, saltando, loco, ebrio de placer y de entusiasmo, entoné al llegar a la cumbre el más formidable ¡hurra! que di en los días de mi vida. Eran la una y cuarto de la tarde».
De aquella primera ascensión quedó para siempre el recuerdo de sus nombres y de su hazaña, así como el relato plasmado unos años después por el Marqués: un pequeño libro que a día de hoy es difícil de conseguir pero del que se conservan algunos ejemplares.
Y ese relato (precisamente ese, el que el Marqués de Villaviciosa escribió de su puño y letra) será el que se leerá integro mañana, 6 de agosto, a las 18.30 en la Casa Bárcena, en Carreña de Cabrales, donde se celebrará un acto conmemorativo y un homenaje a aquella primera ascensión y a los dos hombres que la llevaron a cabo: una oportunidad estupenda para conocer (casi de boca del propio Marqués) cómo ocurrieron las cosas aquel día.
En el acto, organizado conjuntamente por el Ayuntamiento de Cabrales, el Consorcio Interautonómico del Parque Nacional de los Picos de Europa y la Federación de Montaña del Principado de Asturias, además de la lectura de esta aventura también habrá dos proyecciones de video breves acerca de la Historia del Urriellu. Además, todos los asistentes recibirán una publicación conmemorativa.
Una jornada de recuerdo, memoria e historias únicas y especiales que está abierta al público interesado y que se organiza para honrar la memoria y la valentía de dos hombres que, con pocos medios pero mucho empeño, consiguieron ser los primeros en realizar una ascensión única; los primeros para siempre en pisar una montaña hermosa que –pasen los años que pasen y tenga las vías que tenga- siempre será ese Picu enorme, vertical, bellísimo y casi imposible que fue conquistado por un Marqués y un cabrero descalzo un 5 de agosto de 1904.
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Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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