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RAMÓN JULIO GARCÍA
OVIEDO.
Jueves, 13 de octubre 2022
La vuelta de José Ángel Ziganda al Carlos Tartiere sirvió para hurgar en la herida del Real Oviedo, que perdió por la mínima ante el Huesca y cae a la zona baja de la clasificación. El equipo azul empezó jugando bien e incluso dispuso de ... ocasiones para adelantarse en el marcador, pero cometió un error que propició el gol visitante. Desde ese momento, desapareció y acusó el nerviosismo de la situación y de las tres derrotas consecutivas que acumula como local.
La derrota deja en una situación complicada a Jon Pérez 'Bolo', que sigue sin encontrar el camino de la victoria, pese a que ha probado distintos sistemas y jugadores. Los aficionados presentes ayer en el Tartiere despidieron al equipo oviedista con una sonora pitada al término del encuentro.
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La alineación azul presentó cuatro novedades, con la entrada en el once de Lucas, Hugo Rama, Sergi Enrich y Obeng. La principal sorpresa fue que se quedó en el banquillo Borja Bastón, que lo había jugado todo hasta ayer. El dibujo elegido por Bolo fue un 4-3-3, en el que Hugo Rama estaba por el centro, en medio campo, Obeng por la izquierda, Sergi Enrich como delantero y Viti en la derecha.
El plan del técnico azul para dar con la tecla funcionó de inicio y el equipo ocupó bien el campo para maniatar al Huesca. Además, también le permitía llegar con facilidad al área contraria. La presión era coordinada y adelantada para robar en el campo contrario. Además, Pomares y Obeng sacaron petróleo de la banda izquierda, por donde llegaron las primeras ocasiones para los oviedistas. El delantero aprovechó su vuelta al once para ganar disputas, ayudar en defensa y rematar en varias ocasiones, aunque en eso no estuvo acertado, ya que dispuso de un par de ocasiones que se le escaparon. La más clara después de un buen control y girar para disparar desviado.
Sergi Enrich se movía bien por el área para abrir espacios y el Huesca no era capaz de frenar las embestidas ovetenses. Además, Luismi y Montoro, con la ayuda de Hugo Rama, mandaban en el centro del campo, sin permitir los avances oscenses. Lo único que parecía que les faltaba a los azules era llegar algo más por la derecha, donde parecía que había menos espacios, probablemente porque Ziganda esperaba más profundidad por ese costado y lo tenía más cerrado.
Las ocasiones se sucedían en el área oscense, pero las intervenciones de Andrés, en especial en un disparo de Hugo Rama que iba a la escuadra, y la falta de puntería eran lo único que se interponía entre los azules y el primer gol del encuentro. Tomeu Nadal no tenía nada de trabajo.
La intensidad del dominio de los ovetenses decreció en la fase final de la primera mitad, sobre todo afectando a la producción ofensiva, ya que, en la defensiva, el Huesca seguía sin generar ocasiones de ningún tipo. El equipo se volvió algo más previsible y sus intentos morían en el borde del área una y otra vez.
El Huesca cerraba mejor las bandas y con ello dejaron de producirse centros al área, mientras que por el centro había atasco y Hugo Rama entraba menos en juego que en la fase inicial del encuentro. Todo ello propició que al descanso se llegara con el empate inicial, después que las únicas ocasiones fueran para los de Bolo.
En el descanso Javi Mier entró por Viti, pasando Hugo Rama a la derecha y el recién incorporado al centro. No había pasado nada en la segunda mitad cuando Montoro dio un mal pase a Pomares, que Gerard Valentín aprovechó para poner en el área. Carrilo metió el pie para batir a Tomeu Nadal. El Huesca se ponía por delante en su segundo acercamiento a la portería ovetense.
Bolo realizó un triple cambio para dar entrada en el campo a Borja Bastón, Bretones y Marcelo Flores, que ocuparon el lugar de Montoro, Sergi Enrich y Hugo Rama. El equipo se desordenó y el que lo intentaba era el Huesca, que entonces controlaba el partido y acechaba en busca de un error para sentenciar.
Los oviedistas a base de arreones se acercaban a la portería visitante, pero sin claridad de ideas y sin generar ocasiones. Ni siquiera centros al área con algo de peligro. El conjunto estaba muy desordenado y precipitado en todas sus acciones, afectado por la presión de la situación.
El Huesca durmió el partido y se limitó a aprovechar las facilidades que daba el rival para ir dejando pasar los minutos y lograr su primera victoria a domicilio de la temporada. Con el pitido final, la afición mostró su enfado con la tercera derrota del equipo. Lo hizo con una fuerte pitada a los jugadores y al entrenador, que volvieron a dejar una pobre impresión en el Tartiere y se asoman peligrosamente a la zona peligrosa de la clasificación después de diez jornadas de Liga.
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