Sufrido punto del Real Oviedo

El once oviedista presentó una novedad en relación con el que ganó en la jornada anterior ante el Albacete, fue la presencia de Dubasin en la banda derecha del centro del campo, en sustitución de Masca. El resto fueron los mismos.

El comienzo fue prometedor para los locales que tenían el balón y a través de eso controlaban el juego. Eso si, a medida que se avanzaba el equipo hacia la portería todo quedaba en escarceos. Cosa menor, ya que la producción ofensiva era bastante escasa. Nada que no estuviera en el guión del encuentro, ya que a eso respondía el Racing con electricidad y haciendo trabajar a Leo Román.

Aunque los azules fueron los primeros en intentarlo por medio de Sebas Moyano y luego con un remate de cabeza de Luismi, la respuesta cántabra fue una ocasión clarísima que evitó Leo Román con la primera del recital de intervenciones.

Los de Luis Carrión, fieles al estilo, manoseaban el balón en el centro del campo, pero no acababan de lograr atraer a los rivales para generar espacios y poder crear peligro. Faltaban efectivos cerca de la portería rival y solo Sebas Moyano parecía con las pilas puestas. Dubasin estaba perdido y Cazorla tenía que bajar a iniciar el juego, por lo que no podía estar en el borde del área, donde una acción suya podría desequilibrar.

El equipo de José Alberto necesitaba poco para llegar a la portería contraria. Sin detenerse en el centro del campo llegaba al área de los ovetenses y ahí, Peque, Arana e Íñigo Vicente eran una pesadilla, ya que a la mínima ponían a prueba a Leo Román. El portero azul tuvo hasta tres intervenciones sobresalientes para evitar que los cántabros se adelantaran en el marcador.

Colombatto y Luismi no se escalonaban con Cazorla y el equipo tenía que abusar del juego en horizontal o bien buscar en largo a Sebas Moyano y Bretones, que estaban más presentes en la zona de ataque que Viti y Dubasin por la derecha.

Una vez más los azules gestionaban el balón sin aprovecharlo para hacer daño al contrario. Era esa labor de madurar el partido que, en esta ocasión, tenía el riesgo de que el Racing necesitaba poca cosa para acercarse al gol.

Después de otra descomunal intervención de Leo Román, el partido se dirigía al descanso con las tablas en el marcador, pero un error en el centro del campo dejó un balón a Arana, que encontró a Peque entrando en el área. El delantero encaró a Leo Román y esta vez sí pudo con el portero del conjunto carbayón que ya había salvado a los suyos en un par de oportunidades. Un mazazo en el añadido de la primera mitad y un castigo a la falta de pegada.

Una vez más los ovetenses se veían obligados a remontar un resultado adverso y eso obligaba a cambiar la mentalidad tras el descans. Al Racing, por el contrario, le valía con esperar, ya que el reloj jugaba a su favor y en los contraataques era especialmente peligroso.

Luis Carrión movió el banquillo antes de la hora de partido para dar entrada a Alemao y Paulino por Borja Bastón y Dubasin. Sin embargo, casi en la jugada posterior, el equipo sufrió un revés importante, ya que Oier Luengo vio la tarjeta roja directa por una entrada sobre Arana en el centro del campo. La decisión, muy protestada, tuvo unos minutos noqueado al equipo.

Sin embargo, las fuerzas se igualaron poco después cuando el que vio la tarjeta roja fue el exoviedista Sangalli por una entrada sobre Sebas Moyano.

Los azules empataron con un gol de Alemao que controló de forma magistral un pase largo al espacio de Colombatto y se giró para marcar tras dejar atrás a Germán. El tanto metía definitivamente a los locales en el encuentro que, a falta de 20 minutos, pasaban de ir perdiendo y tener un jugador menos a empatados e igualados en número de efectivos sobre el campo. La grada hacía el resto, apoyando a los suyos. Cazorla tiraba del equipo y el acoso era bastante insistente, aunque los zarpazos del Racing amenazaban con más frecuencia de la que desearían los azules, que sufrían al tener que correr hacia atrás.

En los últimos minutos, con el cansancio nublando las ideas, el Racing parecía tener un plan más claro de como poder llevarse el encuentro en alguna acción aislada, mientras que los ovetenses tropezaban una y otra vez en la misma piedra de lo previsible. Al final, reparto de puntos que no deja contentos a ninguno de los dos.