Real Oviedo | Atasco en el partido más difícil

El último compromiso del Real Oviedo como local esta campaña tuvo, realmente, poca historia. Un gol de Tejera a los cuatro minutos abrió el marcador y pareció encarrilar la victoria, pero el equipo de José Ángel Ziganda se fue diluyendo y acabó a merced del rival, que no solo empató, sino que estuvo cerca de llevarse los tres puntos.

Sin mucha intensidad y sí con bastantes errores, los oviedistas sumaron, en cualquier caso, un punto que les mantiene en la mitad de la tabla a falta del último encuentro de la temporada, que disputarán el próximo sábado ante el Tenerife.

Ziganda volvió al once de gala con el regreso de la mayoría de los titulares habituales que habían descansado el pasado jueves en Vallecas. Solo se mantuvieron en la alineación Femenías, Arribas y Édgar González.

El comienzo del choque no pudo ser mejor para los locales. Casi en la primera ocasión que pasaron del centro del campo, se adelantaron en el marcador. Tras una falta a la frontal que cabeceó Borja Sánchez, el balón cayó a los pies de Tejera, que ajustó su remate al poste de la portería de Limones. La celebración fue dedicada a Francesc Arnau. Todo el equipo se fue a por unos guantes y señaló al cielo en su recuerdo.

El partido se puso de cara para los azules, aunque solo estaba en juego brindar el mejor homenaje posible a su director deportiva y clasificarse por encima del rival de ayer, con la correspondiente mejora en los ingresos del club la próxima temporada.

El Mirandés dio síntomas de querer reaccionar y pareció estirarse. De esta manera, comenzó a merodear la portería de Femenías, que se llevó un buen susto con un disparo desde el borde del área de Pablo Martínez que se estrelló en el poste. Antes, Nahuel, tras un buen pase de Tejera, y Borja Sánchez, con un disparo que Limones mandó a córner, tuvieron en sus pies la oportunidad de hacer el segundo.

Los visitantes manejaban el balón y alcanzaban con relativa facilidad las proximidades del área carbayona, pero ahí morían todos sus intentos, ya que no había acierto en el último pase y la defensa se mantenía firme para desbaratar cualquier intento.

La intensidad del encuentro era la propia de lo que había en juego y de esta altura de temporada, en la que ya se piensa más en el futuro que en cualquier otra cosa. Aunque la posesión era para los visitantes, parecía llevar más peligro el equipo de Ziganda cuando era capaz de desplegarse con velocidad. En cualquier caso, el juego seguía siendo insulso y con poca profundidad.

El principal recurso de los azules era tratar de ganar la espalda de la defensa rival, bastante adelantada ya, con balones largos sobre los desmarques de Rodri y las incorporaciones de Sangalli, Nahuel y Borja Sánchez, pero pocas veces se alcanzaba el objetivo final. En el juego combinativo, los avances eran nulos y el Oviedo acababa perdiendo la posesión una y otra vez ante la poblada defensa de los hombres de José Alberto.

El marcador no se movió y los ovetenses se fueron al vestuario con la renta del madrugador tanto de Tejera, que fue prácticamente lo único reseñable que ocurrió en la primera mitad.

Los visitantes, sin embargo, salieron mejor en la reanudación, favorecidos también por el conformismo y la falta de la tensión necesaria de los azules. El equipo de José Alberto aceptó la invitación y se volcó sobre el área de Femenías. Y así, en un balón en profundidad, con error defensivo incluido, Djouahra, solo ante el portero azul, lo batió en su salida y puso el 1-1.

Las tablas volvieron al marcador y eso pareció despertar a los azules, que pusieron más interés que el Mirandés en deshacerlas, aunque fueron los visitantes los que disfrutaron de la primera oportunidad en un mano a mano de Cristo, del que salió victorioso Femenías, que mandó el balón a córner.

Ziganda cambió el frente de ataque, dio entrada a Obeng y Borja Valle por Rodri y Nahuel, y cambió a Jimmy por Tejera en el centro. El dominio de los locales se fue incrementando, pero las ocasiones no llegaron. Un par de balones perdidos en el centro del campo pudieron, incluso, costar un disgusto a los de Ziganda.

La imprecisión en los centros era una constante, en especial por parte de Nieto, que no tuvo su tarde. Tampoco Borja Sánchez era capaz de desbordar y poner balones al área, donde no se producía ni un remate. Los dos técnicos agotaron los cambios y eso acabó de cortar el ritmo del partido, que transcurría entre el dominio improductivo de los locales y las peligrosas contras de los visitantes. Pero la falta de acierto en el área contraria era igual para ambos contendientes.