![«Con 15 puntos por jugar, no hay nada perdido y puede ser el año para regresar a Primera»](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2024/05/01/rov-kxDE--1200x840@El%20Comercio.jpg)
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Diego Cervero (Oviedo, 1983) forma parte de la historia del Oviedo. Su mística se fraguó en los años del barro y él fue uno de los ejemplos de amor a los colores quedándose en el equipo contra viento y marea. Consiguió debutar en Segunda ... con el club de su vida y también defendió las camisetas de Marbella, UD Logroñés, Fuenlabrada, Mirandés, Burgos, Atlético Baleares, Barakaldo, Atlético San Luqueño y Numancia. Fueron 20 años de jugador profesional y su vida sigue ligada al fútbol como médico en el Sanluqueño.
Afincado en Sanlúcar de Barrameda, Cervero espera una oportunidad para regresar a Asturias, que es donde le gustaría ver crecer a su hijo. Se niega a tirar la toalla de pelear por el 'play off' y el ascenso, cree que el equipo azul se levantará de esta mala racha de resultados de las últimas semanas, y sueña con estar en la grada apoyando al equipo en su intento de volver a Primera División. Antes, tiene tiempo para organizar una nueva edición de su campus de verano en las instalaciones del Vallobín.
–Aparece y desaparece de Asturias con facilidad. ¿Cómo le va la vida por el sur?
–Muy bien. Sé que el refrán dice que el que aparece y desaparece es el Guadiana, pero yo invito a todos a que vayan a Sanlúcar a conocer la desembocadura del Guadalquivir, que es una maravilla. Estoy como médico en el Sanluqueño, en el que me retiré. Además, estoy trabajando en el Hospital Pascual Virgen del Camino y aún me da tiempo para jugar algún partido con el filial del Sanluqueño.
–Con todas esas ocupaciones, ¿encuentra tiempo para organiza su campus?
–Sí, todavía tengo las ganas de hacer el campus en Oviedo y cojo vacaciones para ir. Mis sobrinos todavía están en edad de acudir y la verdad que mi hermana me insiste. Solo por verles la cara y poder compartir un tiempo con ellos, lo sigo haciendo.
–¿Cómo funciona el campus?
–Lo hago como siempre en el club en el que estoy, en el Vallobín. Además, cambiaron el campo y ahora tenemos uno decente, nuevo, bueno y bonito. Empieza una semana el 24 de junio y la segunda comenzará el 1 de julio. Hacemos dos semanas. Es un campus pequeñín familiar, hay mucha gente repetidora, gente que apoya. Con ilusión, que aprendan un poco, que se empapen un poco de los valores del fútbol, que no es más que disfrutar, que ser compañeros, que es un deporte de equipo.
–¿Cómo fue su 'huida' al sur?
–La verdad que estoy a mil kilómetros de casa y me encuentro genial. El 'peque' acaba de cumplir un año y la familia echa mucho de menos estar con él. Pero, a veces, la vida es así profesionalmente. Aquí me dieron una oportunidad increíble y lo que comentamos muchas veces: el tren pita y tienes que decidir si subes o se va. A veces, las oportunidades no se pueden dejar pasar. En este caso, yo lo cogí y creo que tomé una buena decisión.
–Así, desde lejos, Sanlúcar de Barrameda no parece un mal sitio para vivir.
–Bueno, yo puedo decir que no lo conocía cuando vine y la verdad es que la calidad de vida es espectacular. Lo primero, la gente aquí es humilde, supercercana y luego hay una luz increíble. Evidentemente, Asturias es lo mejor del mundo, no hay ninguna duda, pero esto sí que tiene un encanto especial. Para el que no lo conozca, le recomendaría que viniera, pero ni en julio, ni en agosto. En cualquier otra época del año. La verdad es que se disfruta.
–¿Cómo fue ese paso de futbolista a médico del equipo?
–La primera vez que tuve contacto con el Sanluqueño fue en la pandemia. Ya sabe que se pasaron muchas horas en casa. Miguel Saborido, que es un abogado muy importante de aquí, debió ver vídeos míos o algo y se encaprichó de mí y entonces me empezó a llamar. Al principio a Sanlúcar no lo ponía ni en el mapa, pero él sólo me pidió una cosa, que fuese y que lo conociese. Viajé con un salvoconducto como futbolista, conocí esto, hablé con él y la verdad que me que me ganaron. Además, yo ya buscaba algo relacionado con la medicina y me consiguieron hacer prácticas aquí, en el Hospital Pascual Virgen del Camino, con Sebastián Giménez, que era en aquel entonces el médico del Cádiz. Y me dediqué a hacer ecografías. Por las tardes iba, entrenaba y ecografía, ecografía, ecografía... Así me fui empapando, fui disfrutando y fui conociendo un mundo que en la facultad no me habían enseñado. Un día el jefe me dijo '¿por qué no trabajas aquí para nosotros?' Y a partir de ahí, pues cambió mi chip. Y fue cuando a Tati le dije: 'si asciendo con el Numancia lo dejo'. Lo dejamos arriba y en julio empiezo a trabajar. Así fue.
–En medio de todo ese trabajo le dio tiempo para volver a jugar…
–Yo soy un médico diferente, es lo que hay. ¿Seré mejor o peor que algunos? No lo sé. No seré la típica figura que todo el mundo cree. Yo siempre voy pantalón corto y botas, no llevo guantes. Yo sé por qué y lo que quiero. Siempre pensando como médico, como futbolista y un poco como cuerpo técnico. Llego una hora y media antes del entrenamiento y paso consulta a los míos. Me siento con el cuerpo técnico, le traslado todo lo que hay. Luego me visto y el míster me da peto, me pone el GPS y a entrenar. Soy uno más entrenando. Evidentemente siempre si sobra uno, soy yo. Si hay que ponerse en cualquier posición, me pongo. Y si hay alguna incidencia,, pues atiendo yo a cualquiera. Los lunes y los jueves, que son los días que voy, soy uno más en el equipo. Un día el filial necesitaba un poco de ayuda porque estaba en un momento un poco malo. Me hablaron de jugar y, bueno, lo único que me costó fue llegar a casa y explicar que iba a volver a jugar. La verdad es que fueron cinco partidos y lo disfruté jugando con gente nacida en el 2000. Lo único que pedí fue jugar de mediocentro porque estaba cansado de que me pegasen jugando de delantero.
–Y se cruzó con Dani Herrera.
–Sí, fue muy gracioso porque me dijo 'Diego, no vengas' y yo que sí, que sí, que tengo ganas. 'No vengas, Diego, de verdad. Cuando veas el campo, cuando veas la jaula que tengo, que es durísimo...'. Y, al final, tuve que decir que tenía razón, ¡Nos metieron 5-1! Estaba él dando la charla en medio campo y llegué a abrazarlo llamándole a gritos. Los chavales se partían de risa. Fue una buena experiencia. Dani está empezando y nunca se sabe.
–¿Y lo de volver a casa?
–Pues es algo que tengo en mente. Mi mujer es de Alles (Peñamellera Alta) y yo soy de Oviedo. Ya sabe el vínculo que tengo con el oriente de Asturias ahora. Claro que nuestra idea es volver más pronto que tarde, pero, claro, las posibilidades de trabajo que tengo aquí son increíbles. Doy clase en la Universidad de Cádiz, la facultad de medicina más antigua de España y trabajo en una clínica que me llama para hacer ecografías. El hospital, el equipo... Son unas posibilidades brutales. Cuando consiga que alguien ahí arriba quiera confiar en mí o pueda confiar en mí, me llame y me ofrezca algo, pues sí que daré el paso de volver porque tenemos muchas ganas. Mis padres ya son mayores, mi suegra es el único nieto que tiene y creemos que la vida es mucho mejor, pero sobre todo es familia, es cariño, es dedicación y queremos que estén con él. Me estoy formando para que un día suene el teléfono y que alguien me diga '¿quieres venir?' Y yo le diré 'estoy cargando la 'furgo' y ya estoy yendo'.
–¿Cómo está viendo al Oviedo?
–La verdad es que el equipo estaba en una dinámica espectacular, pero los últimos partidos han cortado un poco la racha. Lo bueno es que hay tanta igualdad que las opciones de meterse en el 'play off' siguen intactas y estoy seguro de que le van a dar la vuelta. Hay una plantilla buenísima y con el regreso de Santi Cazorla seguro que los resultados vuelven a ser positivos. Con 15 puntos por jugarse, no hay nada perdido y este puede ser el año perfecto para regresar a Primera División. ¡Ojalá!
–¿Vendría a los partidos del 'play off'?
–Salvo causa de fuerza mayor, estaré en el Tartiere dejándome la garganta para que el equipo logre el ascenso. Viví la fiesta de 2015 y cuando el equipo consiga volver a Primera esa va a quedar en nada y yo no me la quiero perder. Aquel día Santi Cazorla estuvo con nosotros festejándolo y, si hay ascenso, espero que me invite a mí para poder disfrutar de ella. Tenemos que empujar todos para conseguir que sea este año. Santi Cazorla se merece vivir una alegría como ésta y, con él sobre el campo y con la gente apoyando, estoy convencido que es posible hacerlo.
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