No hay pase sin sufrimiento, ni partido en el que falle la afición

Esa comunión se reflejó a la perfección en la celebración de Marco Sangalli con la grada. El gol del donostiarra se tradujo en una liberación de tensión acumulada que, tras temerse lo peor, dejaba el mejor preámbulo para disfrutar de una buena comida en tierras cántabras. El Malecón apretó, disfrutó y soñó por un instante con verse a sí mismo albergando un nuevo duelo de Copa, pero el Oviedo impuso su orgullo y se llevó el gato al agua. Ambas aficiones madrugaron para compartir una previa que arrancó en los bares de los aledaños, con desayunos para los más conservadores, y cerveza para los más atrevidos. El sol invitaba, y el espectáculo iba a merecerlo. Sin retransmisión televisiva, solo las radios y los digitales retransmitiéndo, y sin VAR. A la vieja usanza. Solo faltó añorar aquello del gol de plata, o el gol de oro, y ya hubiese sido un partido de otra época al completo.

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En la grada, además de la expedición azul de la afición había otra más pequeña pero llamativa, la institucional. Con Martín Peláez a la cabeza, no fueron pocas las caras conocidas que arroparon al equipo sobre el terreno. También muchas que, si bien no están relacionadas con el club de manera directa, sí forman parte de la familia que conforma Pachuca. Es el caso del atacante Paulino de la Fuente, ex de equipos como Alavés, Logroñes y Málaga y actualmente en las filas del equipo azteca. El cántabro, que acaba de proclamarse campeón de México de la mano de los Tuzos de Pachuca, está de vacaciones en su tierra y no dejó pasar la oportunidad de ver a otro de los equipos del grupo, un Oviedo que se ha convertido en la nueva piedra angular del proyecto azteca. Fue uno de los hombres del grupo, el director comercial del Salón de la Fama, Zadet Vargas, quien no tardó en compartir su alegría en redes sociales por la visita: «Un placer volver a verte, campeón!».