Final frío y agridulce en Ipurúa

El primer equipo esperaba en Eibar, donde no eran pocos los que -como los de Cervera- habían hecho noche para aprovechar el fin de semana. Hasta allí se desplazó también el séquito azul, con el máximo accionista Jesús Martínez, su hermano Armando y el presidente carbayón Martín Peláez a la cabeza. Desde el palco arengaron, pero de donde de verdad emanó el apoyo más sonoro fue desde el fondo de la afición visitante. El casi medio millar de oviedistas que viajó para arropar a los suyos no dejó de cantar durante toda la primera mitad, e intentó que se obrara el milagro del empate en la segunda, reafirmándose con más fuerza aún tras el tanto de Peru.

No se logró, pero no faltaron las palabras de cariño y ánimo para los jugadores, a los que aplaudieron tras el pitido final cuando estos se acercaron a dicha grada. En la anexa había caras conocidas como el ex jugador azul Jorge Mier, ahora en el Amorebieta, y el que fuera miembro del cuerpo técnico de Bolo, Asier Díez. Cuando los focos se apagaban, salió de nuevo Hugo Rama, quien -como de costumbre- regaló su camiseta a los que más aguardaron con el fin de aliviar su larga vuelta a casa.