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El Real Oviedo sumó un punto en su visita a Leganés después de un mal encuentro en el que los locales dispusieron de numerosas ocasiones de gol, que salvó Femenías. El equipo azul ofreció una muy pobre imagen, pero al menos fue capaz de mantener ... la portería a cero.
El once azul presentó dos novedades en relación con el encuentro de la pasada jornada, la vuelta de Cornud al lateral izquierdo y la presencia del brasileño Matheus Aiás como acompañante de Borja Bastón en el ataque.
Los buenos minutos iniciales del conjunto ovetense fueron un fugaz espejismo, ya que los locales se hicieron pronto con el control del partido y lo mantuvieron con la complacencia de los ovetenses.
En los pocos instantes en que los de Ziganda parecían estar sobre el terreno de juego de Butarque se acercaron en una ocasión a la portería de Riesgo. Un disparo lejano de Matheus que salió desviado. Se había cumplido el minuto cinco y el conjunto azul cerraba todo su balance ofensivo de la primera mitad.
Tras esa jugada y hasta el descanso, el encuentro se convirtió en un monólogo de los madrileños que además de hacerse con el balón tuvieron numerosas oportunidades para adelantarse en el marcador, que no se transformaron por la falta de puntería y por el acierto de Femenías.
Leganés
Riesgo; Palencia, Sergio, Bruno, Javi Hernández; Randelovic (Naim, min.65), Recio (Eraso, min.74), Rubén Pardo, Fede Vico, José Arnaiz (Sabin Merino, min.83); y Borja Garcés (Juan Muñoz, min.74) .
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Real Oviedo
Femenías; Lucas, David Costas, Dani Calvo, Cornud; Viti (Sangalli, min. 54), Jimmy, Brugman (Luismi, min.65), Borja Sánchez (Obeng, min.65); Matheus (Pombo, min.54) y Borja Bastón (Carlos Isaac, min.83).
Árbitro Iglesias Villanueva, del Comité Gallego. Mostró tarjetas amarillas a Bruno, por parte de los locales y a los visitantes David Costas, Brugman y Lucas.
Incidencias 15 grados a la hora de inicio del encuentro. Terreno de juego en buenas condiciones. Arnaiz y Jimmy fueron los capitanes. Más de un centenar de aficionados azules en las gradas.
Los de Ziganda, que en otros partidos eran un equipo sólido y que no concedía ocasiones, eran un conjunto endeble que hacía agua por todas las zonas.
La presión en la salida de balón de los locales era inexistente y con ello el equipo pepinero se plantaba en el centro del campo con facilidad para comenzar el asedio a la portería de Femenías. El primer aviso serio fue un gol anulado a Arnaiz por fuera de juego.
El equipo azul no era ni parecido al de las últimas jornadas y estaba igual de incómodo con balón que sin él. El Leganés dominaba a placer y acosaba el área de Femenías, que tuvo un par de intervenciones de mérito. La más clara en un disparo de Arnaiz, que tras rechazarlo el portero pegó en el larguero.
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En el monólogo local a los ovetenses les salvaba la falta de acierto en los últimos metros de los madrileños, que seguían amagando sin pegar.
El pitido con el que el gallego Iglesias Villanueva señalaba el final de la primera mitad fue un auténtico alivio para el equipo azul que había ofrecido una de sus peores versiones de la temporada.
El paso por los vestuarios no cambió para nada el panorama del encuentro, pese a que Ziganda lo intentó dando entrada en el campo a Pombo y Sangalli por Viti y Matheus. El partido seguía claramente decantado del lado de los locales que una y otra vez se presentaban ante Femenías, al que eran incapaces de batir. Los azules, contra las cuerdas, lanzaban algún golpe sin fe que ni rozaba la portería de Riesgo.
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Los cambios al inicio del segundo tiempo, a los que se sumaron las entradas de Luismi y Obeng, por Brugman, que ya tenía una tarjeta y por Borja Sánchez, no mejoró nada el rendimiento de los ovetenses. El equipo de Ziganda no daba señales de vida, salvo el centro de la defensa, donde David Costas y Dani Calvo mantenían el tipo y eran capaces de evitar el tanto de los locales que rondaban sin descanso la portería de Femenías, que se mostró seguro en todas las acciones y fue uno de los artífices de que el equipo fuera capaz de mantener el tipo en medio del desastre.
El centro del campo de los ovetenses era un desierto en el que nadie era capaz de poner algo de orden y mucho menos de generar algo de juego que permitiera disponer de alguna ocasión de gol en toda la segunda mitad.
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