![«El club ha entrado en una buena etapa, con gente competente»](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202211/18/media/cortadas/78166531-kGsC-U180751689547f9E-1248x800@El%20Comercio.jpg)
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M. SUÁREZ
AVILÉS.
Viernes, 18 de noviembre 2022, 01:29
La entrada de Carso en el
Real Oviedo -cerrada tal día como
ayer pero de hace diez años- abría las puertas a un tiempo diferente, muy diferente al que Toni Fidalgo gestionó como presidente junto a un consejo «de valientes». Fidalgo, tras media vida vinculado ... a La Liga, no dudó en aceptar el reto del por aquel entonces alcalde Agustín Caunedo, pero lo hizo con muy pocos compañeros de viaje y muchas preocupaciones, deportivas y económicas. El paso del tiempo no cambia el recuerdo de una etapa «llena de agobio y penuria», en la que nadie quería ponerse al frente del club. Lo que vino después, con Jorge Menéndez Vallina como presidente, también dolió: «Faltaron conocimiento y profesionalidad, y el que salió perjudicado fue el club».
-¿Se sintieron muy solos?
-Era julio, quizá era el calor lo que llevaba a la gente a estar bajo la mesa y no el hecho de que el club estuviese al borde de la disolución y con retrasos en los pagos. Manolo Lafuente aún está pagando las conseucencias de aquello y, claro, era un riesgo que no todo el mundo quería asumir por el club. Si no nos sentimos solos fue por la afición: todo lo que íbamos necesitando, con Hugo López gestionando esa ayuda, lo iban consiguiendo las peñas.
-Con Carso dentro ya había más gente dispuesta a entrar...
-Claro, cuando el foco de Slim iluminó la calle Uría salieron todos.
Nosotros conseguimos el objetivo de salvar las causas de disolución y de insolvencia -la primera con los fondos de la afición y la segunda con la llegada de Carso-, y nos fuimos dejando 1.7 millones de euros en la cuenta. Sin deuda vencida, solo con la deuda aplazada de Hacienda, que no era peligrosa. Esa fue nuestra satisfacción personal.
-¿Volvería a dar ese paso?
-Ahora ya no hace falta. Entonces sí. El club estaba tan mal que pasábamos por delante de un banco y saltaban todas alarmas: no podíamos tener cuentas en ninguno porque se había dejado de pagar la deuda con la administración hacía cuatro años, y si abríamos alguna, se embargaba todo de manera automática. Fueron meses intensos, pero acabamos siendo un club normal, centrado en lo deportivo, al que solo tumbó el Eibar.
-A partir de ese momento, una decena de entrenadores y casi otros tantos directores deportivos...
-Hablo desde la distancia, y sabiendo que el fútbol no es una
ciencia exacta, pero siempre se
acercará más al acierto quien conoce la actividad que quien procede de actividades ajenas. No es
que el fútbol sea muy complejo,
pero el mínimo es conocer su dinámica.
-¿Ese ha sido el gran debe de esta década de gestión?
-Mira, el fútbol se alimenta de sus limitaciones, de sus propios errores, y si lo que haces como gestor es ir aprendiendo sobre la marcha se tarda muchísimo más en encontrar soluciones. Si ya vienes con ello aprendido de casa,
tienes herramientas para afrontar cada situación y las cosas, necesariamente, tienen que ir mejor.
-En su caso le tocó también asumir la planificación deportiva...
-Se había marchado el director
deportivo y no fiché otro porque
no hacía falta y tampoco había dinero para pagarle. Fiché a Sarriugarte para el banquillo y, entre él y yo, fuimos configurando plantilla como se podía. Me hablaban los intermediarios y yo lo ponía en su conocimiento. Él decidía. Curiosamente ese equipo jugó 'play off' y no subió porque tuvo la mala suerte de enfrentarse al mejor equipo de entonces, un Eibar que ascendió al año siguiente a Primera.
-¿Les dolió irse solo unos meses después de entrar? ¿Le hubiera gustado seguir?
-Dspués de todo lo que habíamos hecho lo que nos dolió fue irnos sabiendo que podíamos hacer más todavía, pero las ambiciones del resto nos impidieron continuar.
-¿Qué ocurrió?
-Arturo (Elías), me pidió que continuase, pero había habido cierta traición a Pedro (Zuazua) y nos
fuimos por un principio de dignidad. No teníamos interés personal en el club ni cobrábamos -poníamos dinero, más bien- y estábamos molestos por ese entorno. Lo vivido en esos cinco meses nos hizo plantear la dimisión y nos fuimos con la sensación principal de haber hecho un buen trabajo, dejando al club en perfecto estado. Luego estos diez años han sido una constante de México paganr
-Con Vallina como presidente...
-Lo de Vallina en el fútbol es como
si yo me meto en una panadería,
por ilustrarlo de algún modo. Faltó conocimiento y profesionalidad y todo eso perjudicó de manera negativa al club, hasta el punto de que se ascendió a Segunda y no se logró ir a más.
-¿Le pasó factura a Carso rodearse de la gente inadecuada?
-Sí, por supuesto que le pasó factura. Con Pachuca es distinto: tiene antecedentes en el fútbol y, aunque tiene otras actividades comerciales, está muy identificado con este mundo. Esa experiencia le servirá para darle al Oviedo un empuje definitivo. Me parece que la entidad ha entrado en una buena etapa, con gente competente.
-¿Ha tenido contacto con el nuevo propietario ?
-Hablé con gente de Pachuca, sí,
y con Javier Aguirre. La realidad
es que mucho antes de saber de
Carso, Pachuca me llamó personalmente para interesarse por el
Oviedo. Por aquel entonces, como
dijo Jesús Martínez al entrar ahora, la situación no era boyante y
no podían. Luego llamó Arturo.
«Hablaré con el patrón esta noche, te llamo mañana», me dijo de domingo. El lunes ya estaba todo en marcha.
-Ni un año duró aquel consenso que se había generado...
-Fuimos haciendo camino al andar entre todos, y llegamos a final de temporada rozando el ascenso cuando cogimos el club solo
pensando en sobrevivir. El problema es que durante ese tiempo apareció lo que Cruyff llamaba 'el entorno'. El club estaba en manos del hombre más rico del mundo y eso despertó el interés de mucha gente desaparecida hasta entonces. Se empezaron a revolver y justo un año después de entrar decidimos irnos y que se hiciesen cargo los que estaban interesados.
-¿Se plantearía volver algún día o hay que despedirse de esa posibilidad?
-No habrá otro capítulo de Fidalgo en el Real Oviedo. No hago falta y no tengo la disposición. Bueno, ¡lo único que haya una catástrofe!, y desde luego tampoco estoy ya para andar siempre de bombero. Me gustaría presidir un club, pero en condiciones normales -bromea-. Yo estoy en Avilés, dejándome mecer por las olas, y viéndolo todo desde otro prisma. Sigo percibiendo el cariño de la gente y nunca olvidaré los sonidos del Tartiere en aquella etapa. Es a la afición, y ese consejo que me acompañó, a los que yo estoy agradecido.
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