«Salud para todos y el ascenso para este nuevo Real Avilés»

Las nuevas ilusiones que ha despertado el Real Avilés Industrial han calado también en el capellán del club, Alfonso Abel, uno de esos que han estado a las duras y a las más duras desde que en 2008, ya afincado como sacerdote en la comarca, se presentó voluntario para coger los hábitos dejados por el fallecido y recordado don Julián.

Como cada temporada, esta con retraso por la crisis sanitaria, el capellán ofició la misa de la tradicional ofrenda del equipo blanquiazul a la Virgen de La Luz, la patrona de los avilesinos. Estivo acompañado por el párroco de la Ermita, Francisco del Rey, y en su homilía dio la bienvenida a todos los futbolistas, previo repaso a la nueva plantilla, con el deseo de que esta temporada traiga «salud para todos, que es lo único importante en estos momentos, y el ascenso para este nuevo Avilés».

Alfonso Abel tuvo tiempo tras la ofrenda, de ponerse al día con la que se avecina en esta nueva etapa. Lo hizo durante el almuerzo del equipo en el restaurante Rías Baixas, uno de los establecimientos de la ciudad que se ha vuelto a juntar con el Avilés de la mano de la nueva propiedad.

El capellán, si los oficios religiosos no se lo impiden para lo cual ruega que los partidos sean en horario de tarde por razones obvias, es aficionado al fútbol de siempre y del Avilés desde hace más de una década. Alfonso Abel fue el sacerdote que en 2016 casó, en la Ermita de La Luz, al actual entrenador del equipo, Abraham, cuando decidió unir su vida con la de Raquel García. Y bautizó al hijo de ambos, Marco, el pasado año, en Santa Bárbara de Llaranes. «Seguro que triunfa».