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El Real Avilés no se toca
Un club con 112 años de historia no pertenece a nadie más que al sentimiento colectivo de una ciudad que lo mantiene como uno de sus símbolos
José María Urbano
Miércoles, 17 de junio 2015, 11:05
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José María Urbano
Miércoles, 17 de junio 2015, 11:05
Un grupo de aficionados al fútbol han expresado su intención de crear en Avilés un nuevo equipo. Por lo que se ha sabido hasta ahora, sobre todo tras la asamblea celebrada hace unos días, a la que asistieron unas doscientas personas, se trata de gente desilusionada con la marcha del Real Avilés, y sobre todo con la posibilidad de que la gestión de la sociedad la vuelva a llevar directamente José María Tejero del Río, desde hace años máximo accionista de la entidad, y tras un paréntesis de cuatro años en los que esa gestión la llevaron directamente las sociedades Golplus y en los últimos meses Amber Care, del escocés John Clarkson.
Estos aficionados están en su derecho, faltaría más, de crear un nuevo club o varios. Pero eso sí, siempre y cuando no se toque al Real Avilés. En los últimos días se han levantado voces, incluso alguien lo ha dejado por escrito, animando al Ayuntamiento a que ejecute el embargo que pesa sobre él por el contencioso del Suárez Puerta, con el único objetivo de que desaparezca.
Por eso, ante la nueva asamblea convocada para esta tarde, esos aficionados y todos los que se les puedan unir en el futuro, deben tener clara una cuestión: el Real Avilés no se toca. El Real Avilés es un patrimonio de todos los avilesinos desde que se fundó hace 112 años. Un club que pertenece al sentimiento colectivo de una ciudad que lo mantiene como uno de sus símbolos, lo mismo da que en su día acariciara la Primera División del fútbol español que tuviera que pisar los campos de la Regional asturiana. Y al margen de que sus administradores hicieran una buena o mala gestión, que de todo ha habido. Y por supuesto, independientemente de que por mor de la conversión del club en sociedad anónima -una figura administrativa que en su día se pensó que era una buena solución, y que seguramente lo siga siendo en el futuro- le dé la mayoría de las acciones a unas personas concretas.
José María Tejero arrastra la mala fama que él sólo se buscó como dirigente, al intentar mezclar la gestión del club con sus negocios particulares. Eso hizo que se ganara una cierta antipatía en la ciudad y le diera a los responsables del Ayuntamiento la disculpa perfecta para que ningunearan a la entidad permanentemente. Es probable que no haya en este país un Ayuntamiento que haya despreciado tanto como éste al club de fútbol representativo de una ciudad, de un pueblo. Es más, no sólo le ha ignorado, negándole cualquier tipo de apoyo, sino que a día de hoy mantiene abierto un contencioso que está ahogando el poder de maniobra de la entidad. Y encima, con un equipamiento municipal, el Suárez Puerta, como protagonista.
Pero dicho lo anterior, no convendría olvidar que si no llega a ser por José María Tejero el Real Avilés ya hubiera desaparecido hace años. Cuando la entidad era incapaz de mantenerse en activo debido a la falta de ingresos y de apoyos, el club recurrió a diversas ampliaciones de capital y por allí no apareció nadie. Y nadie es nadie. El equipo que presidió en su día Manolo Lloriana, formado, entre otros, por algunos empresarios, hizo una ampliación de capital y la respuesta fueron ¡¡700.000 pesetas!! Y cuando nadie quiso salir al rescate, solo en ese momento, apareció Tejero.
Los aficionados más veteranos saben que la historia del Real Avilés es un relato continuo de precariedad. Y en ese trayecto fueron protagonistas presidentes que en muchas ocasiones tuvieron que responder, como Tejero, con su patrimonio personal. Nombres como los de Víctor Suárez, Hevia o Burgos, por citar a los de los últimos cuarenta años, están ligados a esa historia de penurias, en la que este periódico, LA VOZ DE AVILÉS, publicaba la lista de donantes particulares y de bares que colaboraban con sus aportaciones, bien directas o por el sorteo de un jamón, que de todo hubo. Con jugadores que no cobraban y a los que había que llevar a casa para que comieran en condiciones.
La llegada de las sociedades anónimas deportivas no ha cambiado las cosas. Hay unos accionistas, o uno solo, como en este caso, pero el aficionado conserva un sentimiento de pertenencia, el que le impulsa a mostrar su cariño por un escudo y unos colores.
Desde una gestión bien intencionada -¡qué accionista o qué gestor querrá equivocarse!-, este club, como todos, arrastra aciertos y equivocaciones. El problema que existe con la Seguridad Social, por ejemplo, no se creó en la etapa de Tejero, sino que es anterior, aunque él formara parte ya del consejo de administración.
Ahora, algunos aficionados han salido raudos ante la opinión pública para decir, alto y claro, que no soportarían una nueva gestión de Tejero al frente de la entidad. Siguen estando en su derecho. Pero conviene jugar limpio. José María Tejero lleva cuatro años fuera de la gestión del Real Avilés, en manos de Golplus y de John Clarkson. Si ahora se le quieren cargar las culpas de la mala temporada que se acaba de cerrar, ¿fue antes el responsable de los éxitos de este equipo cuando jugó la promoción y logró que miles de personas volvieran al fútbol? No se trata de aplaudirle, pero que nadie olvide que él es el máximo accionista. ¿Se ha intentado hablar con él? ¿Este grupo de aficionados no se ve con fuerzas para coger la gestión de la entidad y dejar otra vez al margen a Tejero? ¿No son capaces de formar una comisión y plantarse ante el Ayuntamiento para reclamar de una vez una posición firme de apoyo al Real Avilés? El club está a su disposición.
A 28 kilómetros, dos entidades, Sporting y Real Oviedo, nos dan unas cuantas lecciones. Para bien y para mal, en todos los sentidos. Allí también hay dueños, sus deudas son las de dos entidades en quiebra técnica. Pero siguen ahí, triunfando, gracias al apoyo de unas aficiones que han llevado en volandas a los equipos y que han obligado a los ayuntamientos a cerrar filas con ellos. Cuando el Ayuntamiento de Oviedo intentó cerrar la historia del Real Oviedo con la creación de aquel esperpento del Oviedo ACF, fueron los aficionados los que torcieron la voluntad del alcalde y devolvieron a su Real Oviedo al sitio que le corresponde, con aspiraciones de seguir avanzando. Hoy, cuando en el Carlos Tartiere hay una simple gotera, el club llama al Ayuntamiento y en quince minutos una brigada municipal soluciona el problema.
Tejero no quiere estar en la gestión del Real Avilés, pero si, una vez más, nadie quiere dar el paso al frente, ha empezado ya a poner los primeros mimbres de la próxima temporada. Y lo ha hecho de la mejor forma posible: empezando por la Escuela y designando a profesionales competentes.
Por eso, a lo mejor era bueno un poco más de análisis y reflexión para llegar todos al convencimiento de que el Real Avilés es una tarea de todos. Pero en cualquier caso, que nadie olvide que este club es patrimonio de Avilés. Patrimonio de todos.
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