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Nacho Gutiérrez
Jueves, 7 de marzo 2024, 10:12
El Real Avilés está en Tercera División. Salvo un milagro en el que nadie puede creer tras el partido de ida de la promoción de permanencia en el que el Eldense goleó de manera inmisericorde (1-4) a lo que fue una caricatura de equipo. Un Avilés que a los 5 minutos encajaba el primer gol, el segundo a los 6 y a los 14 el tercero, y que tras meterse en el partido a los 34 regaló el cuarto a los 35 en un primer tiempo patético por parte de un Avilés en el que nadie se salva, ni sus entrenadores por una discutible alineación, ni los futbolistas, sobre todo algunos, que no dan el nivel pero que son los que están.
El Eldense, un equipo bien construido pero nada del otro mundo, se disfrazó de grande con una exhibición de calidad facilitada por una defensa de mantequilla y en la que los errores llegaron a ser hasta groseros, y perfectamente aprovechados por los talentosos atacantes alicantinos. Sus goles tuvieron calidad, pero cuando se remata sin apenas oposición la tarea es más sencilla.
A lo largo de la semana todos los que están cerca del Avilés hablaban de las malas sensaciones que había ante una eliminatoria a la que se llegaba con una malísima dinámica, lo contrario que sucedía en el equipo alicantino, henchido de moral tras evitar el descenso directo casi en el último momento. Esa inercia ya se vio con el saque inicial, del Eldense, con Aridane, un fornido y melenudo central, se puso en el círculo central para situarse cerca del área a la busca del pelotazo, que por cierto ganó aunque sin efecto para armar una segunda jugada.
Fue un detalle que llamó la atención, casi tanto como el once decidido por Barla y/o Clarkson tras la revolución de Santiago. Los técnicos volvieron a la normalidad, pero pasaron por alto que hoy por hoy el pivote titular es Álvaro Zazo, y que quizás sea mejor un central reconvertido como Adrián, aunque nervioso por su mal día con el Tropezón, que Borja García, casi roto desde hace un mes por una lesión muscular. Son dos detalles quizás importantes, pero no los únicos, claro.
Casi tan importantes o más son las actitudes y la del Avilés, ayer, no pudo ser más complaciente para con un Eldense que, ojo, fue peor visitante que los blanquiazules aún con las diez derrotas de estos a domicilio en la segunda vuelta. Ayer, el alicantino parecía un equipazo y tardó muy poco en hacer sangre. Cinco minutos. Los que tardó en meter un balón largo que Borja despejó tan mal que permitió a Sergi Guardiola encarar a Alejandro, marcado con un sutil toque de zurda.
Un chasco total cuando por activa y por pasiva estaba prohibido encajar goles. Sin recuperarse del disgusto, al minuto siguiente un agujero en la zona ancha permitió a los alicantinos habilitar a Chupe y este a Doménech, quien tras aguantar a Berna miró a la portería para alojar un remate a pie cambiado lleno de calidad.
Un comienzo de partido que no tuvo solución porque el Eldense se movía a placer ante un Avilés al uso de lo que se ha visto últimamente: nervioso, impreciso, blando, sin esa intensidad de la que tanto se habla. No será, seguro, por falta de ganas de los futbolistas, pero muchos no pueden y otros no saben. Antes de cumplirse el cuarto de hora, a los 14 minutos, nueva elaboración alicantina y un gol de primera calidad, firmado por José Sánchez con un remate desde el vértice izquierdo del borde del área que se alojó por la escuadra de Alejandro.
Revivir para morir
Había que pellizcarse para asumir lo que estaba sucediendo en el Suárez Puerta y aunque aparecieron los primeros silbidos, la afición no fustigó a sus futbolistas, todo lo contrario. Un par de acciones sirvieron para alterar un poco el ritmo y ver algo, como un disparo de Omar, un cabezazo de Borja o un centro de Álex que Ito recogió con menos opciones que Jandro a su espalda. Hasta que llegó el gol en una jugada larga con remates y rechaces que culminó Berna a centro de Dani cabeceando a la red.
El gol avilesino fue celebrado en una grada que podía creer en la remontada y que se llevó el desengaño definitivo en la siguiente jugada, tras el saque de centro. Cerrudo no hizo bien un despeje y Guardiola la recibió en un sitio peligroso, aunque son mucho espacio. Al goleador del Eldense le salió un remate blandito al primer palo, que Alejandro dejó desnudo en un error de manual del portero gijonés. El Avilés había revivido por unos segundos, pero ese gol acabó de matarlo.
Hasta el descanso, por suerte, no hubo para más, aunque a Cerrudo se la volvió a liar Doménech en una jugada que le costó la amarilla y una gran bronca al madrileño.
La segunda parte sobró porque ni el Avilés fue capaz de alimentar alguna esperanza, aunque pequeña, de cara a la vuelta, recortando las diferencias. El banquillo hizo un par de cambios con las entradas de Zazo por Pascual y Fassani por Cerrudo, relevos al que más tarde seguiría el de Jairo por Borja.
Por no ver, ni vimos ese recurso de la heroica que a veces da resultado. Lo intentaron los desesperados jugadores locales y durante apenas un cuarto de hora se acercaron con opciones de reducir siquiera la diferencia. Un par de remates de Jandro y otro de Borja fueron lo más que se pudo generar, mientras el Eldense dedicaba su mayor esmero en enfriar el partido y alcanzar un final plácido que deja a los alicantinos a medio paso de mantenerse en Segunda B y al Avilés a esa misma distancia de irse a Tercera División o al garete. La cara de John Clarkson, como la de todos la verdad, era ayer un poema.
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