N. GUTIÉRREZ / S. MENOR
Sábado, 27 de diciembre 2014, 23:43
Durante una hora y media bien larga, John Clarkson se explayó en la entrevista con LA VOZ al hablar de sus gustos futbolísticos, su vocación de entrenador, los equipos en los que jugó, los países que conoció, y también de sus problemas con el alcohol, ... una adicción que estuvo a punto de arruinar su vida antes de cumplir los treinta años. Hoy, con 58, es un refutado empresario que dirige siete residencias para personas de la tercera edad o con otro tipo de problemas, desde autismo a síndrome de Down. Pero hasta llegar a su situación actual, Clarkson ha recorrido muchos kilómetros desde que salió de su Edimburgo natal.
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No tardó en ver mundo y con el fútbol como pasaporte, tras jugar en su juventud en el Arsenal inglés y en el Dunfermline escocés, se fue hasta Sudáfrica para enrolarse en el Airdrie y en el Wits, y probar posteriormente en Israel, en el equipo del Hapoel Beer-Sheva. «Era centrocampista y jugaba bastante bien, tenía buena técnica. Pero me gustaban demasiado la fiesta y el alcohol».
Él mismo hace referencia sin preguntas a una adicción que estuvo a punto de acabar incluso con su vida. «En Inglaterra ya bebía bastante, pero el problema se agravó en Sudáfrica y en Israel», donde una neumonía producto de las muchas noches en las que la playa era su cama, fue el antes y el después de John, que de regreso a su país para recuperarse y tomar la decisión definitiva de dejar el alcohol. A modo de terapia, se involucró en trabajos sociales, cuidando de personas mayores o con enfermedades. En ese tiempo conoció a la que desde hace 24 años es su esposa, Susan, que aportó al matrimonio sus dos hijos y una estabilidad con la que Clarkson aclaró sus ideas definitivamente.
Además de poder con su adicción -lleva 28 años sin probar una gota de alcohol- el escocés encontró en ese trabajo social el negocio con el que se ha convertido en un solvente empresario: primero en su propia casa y después abriendo clínicas hasta las siete que hoy regenta pese a llevar en España desde 2008: «Tenemos a los mejores especialistas para tratar a los residentes». Hijo único de padre minero, Clarkson subraya que «los primeros años fueron duros, trabajábamos casi las 24 horas del día. En casa me enseñaron que las cosas se consiguen con esfuerzo y es lo que hemos hecho con las residencias».
Además de rehabilitarse y encontrar la forma de ganarse la vida, John intentó seguir jugando a fútbol, pero en un partido de exhibición sufrió una importante lesión en los tendones de sus tobillos que le obligó a colgar las botas a los 28 años. Pero su declarado amor por el fútbol le llevó a dirigir equipos, en su país y en España, aún sin tener un título de entrenador que amenaza con obtener en a corto-medio plazo.
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John Clarkson llegó a España en 2008 para pasar unas vacaciones en la localidad alicantina de Altea, que ese mismo año cambiaría por Benissa. Allí tiene residencia propia que sólo dejó para volver a Inglaterra el pasado año por la enfermedad de su hija. En ese tiempo dirigió al Tiverton Town, de la Tercera División, en un nuevo capítulo de su historia que ahora escribe en el Real Avilés.
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