Alberto Huerga
Martes, 20 de mayo 2014, 16:18
«Hay mucho personaje en este equipo, entre Omarín, Maty... Es que están todo el día diciendo tonterías y es imposible no estar todo el día riéndote y de comedia. Somos una piña y esto no se hace así como así. No vale decir 'vamos a formar un buen grupo'. En este equipo hay muy buena gente y eso es muy importante».
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Nacho López está para hablar. Es el disc jockey en el vestuario del Real Avilés. Nadie quiere decir que tiene una parte de culpa en el buen rollo que emana este equipo. Todo lo contrario. Silencios cómplices. Sonrisas. Bromas y más bromas. Esa fue la nota predominante del viaje a Cartagena. Se les veía. Estaban sueltos. No tenían presión. Eran felices. Disfrutaban. Montaron el 'espectáculo' en Asador del Tío Andrés, al lado del hotel Alfonso XIII, que acogió al Real Avilés en su noche en Cartagena. Lo montaron mientras veían el partido en el que se decidía la Liga, el Barcelona-Atlético de Madrid, pero todo se acabó cuando se subieron al autobús el domingo para desplazarse al municipal de Cartagonova.
«El sábado en Lisboa ¿con quién vas?», le espetaba Ángel Díez, colchonero de 'pro' a Matías cuando este bajaba de la habitación para cenar. El felguerino se había marchado del bar ante las bromas de sus compañeros de equipo por el tanto del Barcelona. No pudo soportar que su cuñado David Villa estuviese perdiendo y se le pudiese marchar la Liga de entre los dedos. Él era el centro de las bromas, pero también lo motiva. Es la salsa de todos los perejiles en un grupo de amigos que quieren soñar.
Mientras Álex Arias, con su inseparable tablet intentaba ver el Sestao-Albacete y se le unían Geni, Soriano, Dani López o Ito, el benjamín y el que más ha crecido a lo largo de la temporada. Todos reían menos Gonzalo. Dolorido. Molesto. Con un diente frontal roto reconocía que «van a tener que quitarme muchos dientes para que me pierda un play-off». Es el mariscal. El jefe de la defensa. Pero también es respetado como un jugador de otro nivel.
No es el único futbolista de este Real Avilés que ha despertado el interés de clubes de superior categoría. Algunos ya saben lo que es jugar en la Liga de Fútbol Profesional. A otros empiezan a rifárselos. Sus nombres comienzan a ligarse a equipos, pero ellos no quieren pensar más allá del próximo domingo. Uribe se lo ha inculcado. No es un entrenador 'amable'. Es un técnico que exprime a los futbolistas y que confía en quién lo hace, pero que sus resultados están ahí. Maneja su libreta a la perfección y los jugadores confían en él, una de las claves para que los resultados sean positivos. Esos mismos jugadores son los que ponen y quitan entrenadores con su alegría o su hastío.
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Mientras, en el lado contrario el Cartagena parecía estar de funeral. No había alegría en su cena. Ni en el desayuno. Es lo que tiene la presión. A algunos los maniata y otros se lo toman a broma. Como dijo Nacho López el año pasado en Hospitalet con el Caudal: «De folixa en folixa».
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Y la afición con ellos. Y empieza a agradecérselo. Ayer, Omar recibía una carta sin remitente agradeciendo lo que hacen por el Avilés. El mismo Omar que hizo posar a todos sus compañeros tras el segundo gol. Hizo de Paparazzi, como el bar que comparte con Rubén y al que le prometió la celebración pero de la que nadie sabía nada.
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