«Me llevo muchos amigos de Avilés, la pena fue no subir pero queda una estructura profesional»

Ahora, libre y al parecer sin compromiso deportivo determinado, buscará nuevos retos y no descarta volver a trabajar en Salamanca, donde reside el grueso de su familia y su pareja y en la que ha permanecido catorce años siendo natural de Gijón. «Soy profesional, tengo que trabajar. Y si es en Salamanca, mucho mejor. Es el sitio donde vivo, donde tengo mi casa y mi vida desde hace quince años. Es el sitio donde mejor he estado siempre».

En su momento este periódico avanzó como razones para la marcha de Astu un desacuerdo con el presidente en las condiciones de trabajo, dentro de las que entraba en juego el matiz personal de Astu, que ofrece su versión: «Decidí dejarlo al final de temporada hace dos meses y quería que mi hasta pronto acabase con un ascenso. Creo que era el momento de salir. Todos estamos muy contentos, dejo muchos amigos aquí y con mi presidente, Diego Baeza, que va a ser amigo de por vida para mí, pero quiero volver de un futuro y creo es la mejor forma de hacerlo».

Astu habla de un gran desgaste en estos dos años, algo que no se refiere solo al trabajo puro y duro. Lo personal, vivir solo en Avilés, ha hecho mella y no se ha podido encontrar una solución intermedia que se intentó con estancias repartidas al comienzo de temporada entre Salamanca y nuestra ciudad: «Todo se puede solucionar y eso es salvable, no tengo hijos ni cargos que me supongan estar muy sujeto, tiene un porcentaje, pero no es el tema principal. Pensé y creo que había llegado el momento».

Reconoce que tanto él como su presidente intentaron hallar una solución asumiendo la dificultad de la misma: «Por mucho que los dos quisiéramos, ambos somos muy exigentes y si queremos que esto vaya a mejor todo tiene que ser muy profesional». Astu entiende que la suya no es una marcha sin retorno, que las puertas están abiertas: «Esto es un punto y seguido, quiero volver a este club pronto. Es la primera vez que dejo un equipo sin tener un solo enemigo, al contrario, me voy con muchos amigos».

El mazazo del domingo todavía duele, también a Jorge González aún sabiendo que no iba a poder ejercer la próxima campaña en esta plaza: «Es difícil digerirlo porque teníamos toda la ilusión puesta en el ascenso, con casi ocho mil personas en el estadio, un ambiente espectacular y un año muy bueno con la sintonía entre plantilla, cuerpo técnico y afición. Ha sido un palo para todos».

Desde su prisma como director deportivo que conoce casi todo de estas categorías, el balance de la temporada tiene que ser, por fuerza, positivo: «Hemos perdido la última eliminatoria por un detalle, un penalti que sí lo fue, por errores nuestros, pero la temporada es buena porque en la ciudad se ha generado un ambiente de fútbol que no hubo nunca, ni cuando el club llegó a estar dos años en Segunda División. Eso es lo que debemos valorar y con lo que la gente de Avilés se tiene que quedar».

En estos dos años deja como legado «un asentamiento muy profesional del club en esta categoría, una cercanía a representantes y jugadores importantes de cara a un futuro y la estructura profesional de dirección deportiva, que es en lo que más tiempo hemos invertido, mis compañeros y yo. El club tiene una base de datos completa».

El propio Astu ha sido testigo en primera persona del crecimiento del Avilés a todos los niveles: «El día a día es muy bueno y hay muchos empleados, no solo los que salimos en prensa. Hay materia prima y cuando se exprime bien lo que tienes, poco a poco va saliendo. El presidente nos ha dejado trabajar en todo momento y ha sido, es, como uno más. No es jefe, es compañero».