El Avilés consigue un valioso empate en Ciudad Real

Javi Rozada había avisado durante la semana que quería un equipo con su sello personal, por encima de los nombres de los jugadores que saltasen al terreno de juego. No había muchas opciones para retocar el equipo titular, aunque sí hubo dos cambios con respecto a la derrota ante el Ourense. El técnico ovetense dejó en el banquillo a Serrano y apostó por el perfil zurdo del central Del Amo para ocupar la banda izquierda. Además, el 'culebrón' de la portería se resolvió con el regreso de Álvaro Fernández en lugar de Davo. El resto, los mismos de las últimas jornadas, pero con una intensidad muy distinta a la mostrada en la recta final de la temporada regular.

El bloque defensivo del Avilés durante la primera mitad desactivó el ímpetu con el que intentaba atacar el Manchego, con más corazón que claridad. Los jugadores que entrena Patricio Graff se encontraron con una zaga avilesina muy seria, con especial protagonismo de Zubiri y Del Amo. No sólo contuvieron a los jugadores manchegos, sino que interpretaron muy bien la salida de la presión con balones en largo y segundas jugadas, donde la línea de centrocampistas también estuvo muy atenta en la primer mitad.

El equipo de Rozada se encontró muy cómodo y controló bien el juego en los primeros 45 minutos, y tampoco le perdió la cara al ataque, donde tuvo las mejores ocasiones. En el minuto 21, una apertura a Natalio en la banda derecha acabó con un balón colgado al segundo palo que no encontró rematador. Cinco minutos después, Jorge recortaba bien a su defensor y disparaba seco con peligro al centro de la portería, obligando a Carlos Mena a quitarse de encima el balón.

La pausa de hidratación por el intenso calor que hacía en Ciudad Real no mermó la intensidad del Real Avilés, que tendría en la reanudación del juego la mejor ocasión de la primera mitad, con un remate alto de cabeza de Natalio al borde del área pequeña tras el centro de Trabanco.

Las respuestas del Manchego no inquietaban a la defensa del Real Avilés, con balones casi siempre muy colgados al área que no encontraban remates claros. Así finalizaba la primera mitad, con un equipo blanquiazul muy serio que sorprendió a los locales en el arranque, ya que se esperaban una actitud más alicaida después de la recta final de la temporada regular.

La segunda mitad empezó con una incidencia en las gradas del estadio Juan Carlos I. Una lipotimia de un aficionado por las altas temperaturas (cerca de 30 grados) obligó a suspender durante más de seis minutos la reanudación. Eso y la arenga de Patricio Graff a los jugadores del Manchego en el descanso, debió surtir efecto, porque los locales atacaron con más intensidad en los primeros veinte minutos. Álvaro Fernández tuvo que realizar dos paradas a disparos de los jugadores del Manchego, aunque sin excesivo peligro. La defensa del Avilés sacó con éxito los balones colgados, aunque en ese inicio de la segunda mitad el equipo de Rozada se sintió más agobiado que en los primeros 45 minutos.

El técnico del Avilés no dudó en mover rápidamente el banquillo, y el doble cambio no fue precisamente defensivo, sino que parecía una declaración de intenciones para recuperar el control del balón y hacer más daño a la portería rival. Joel del Pino sustituyó a Jorge e Isma Cerro entró al campo por Natalio. Esos cambios y el de Miguel Sierra por Claudio Medina unos minutos después, le dieron otro aire al Avilés en ataque. El equipo, que hoy vestía de granate, se quitó de encima el dominio del Manchego y miró más cerca la portería defendida por Carlos Mena.

El Manchego intentó en el descuento (catorce minutos por los parones más otros dos) un arreón final colgando balones al área defendida por Álvaro Fernández, que solo tuvo que realizar una meritoria parada a disparo desde fuera del área que amenazaba con entrar por la escuadra izquierda de su portería. El resto de ocasiones fueron desbaratadas por la defensa con gran mérito, al igual que en el resto del partido. También disfrutó el Avilés de un balón colgado por Joel desde el centro del campo, que acabó en las manos de Carlos Mena.