El Parque Nacional, cien años después
Una mirada al pasado con vistas al futuro inspira la celebración de su centenario
josé manuel González castro
Sábado, 8 de septiembre 2018, 05:55
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josé manuel González castro
Sábado, 8 de septiembre 2018, 05:55
El 8 de diciembre de 1916 el rey Alfonso XIII sancionó la primera Ley de Parques Nacionales del mundo. En solo tres artículos se marcó una pauta de conservación que garantizaría su disfrute por las generaciones venideras, de manera compatible con su disfrute por las ... actuales. Este hecho permite dos años después amparar la protección del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, hoy Parque Nacional de los Picos de Europa.
La Ley de 22 de julio de 1918 declaró el primer Parque Nacional, el de la Montaña de Covadonga. Hace un siglo, en Covadonga, en Asturias, se gestó la idea de los Parques Nacionales Españoles gracias al ímpetu de un visionario, Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, que con sus encendidas palabras sobre la belleza y los valores de los Picos de Europa, fue su gran impulsor. Una idea adelantada a su tiempo que fue realidad gracias a su determinación.
En la Montaña de Covadonga se aunaron los valores simbólicos de su identidad que gestaron los inicios de la conservación de la naturaleza y del paisaje. Se hizo coincidir aquel acto con la celebración del XII Centenario de la Batalla de Covadonga. Así se dio fuerza a la idea de que la cuna de la Reconquista nació en este punto de Asturias, uniendo naturaleza, historia y religión.
Su testigo, el Parque Nacional de los Picos de Europa y su conservación, son declarados de interés general de la Nación. Integrándose en la Red Estatal de Parques Nacionales, con territorio en las comunidades autónomas del Principado de Asturias, Cantabria y Castilla y León. Además, es también Reserva de la Biosfera, Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
Se abre una nueva etapa con la gestión coordinada y con la integración de las poblaciones en su desarrollo. Los tiempos cambian. Y debemos adaptarnos a las situaciones, funciones y demandas que impone el siglo XXI.
Por propia definición, nuestro primer y más conocido espacio protegido es igualmente el motor de desarrollo de las poblaciones de su entorno, debiendo hacer compatible la conservación con los usos tradicionales.
En su objetivo de divulgación, conocimiento y disfrute, el Parque Nacional es hoy un poderoso atractivo turístico y el principal motor económico de la zona. En el 2017 recibió a algo más de dos millones de personas, el tercero más visitado de España después del Teide y Guadarrama.
Es un fundamental dinamizador de relanzamiento socioeconómico de nuestro entorno. A la vez que compatible con el mantenimiento de sus valores naturales, actúa como vector de desarrollo local sostenible para los municipios asturianos en los que se enclava.
Los Picos de Europa, como expone la ley de su declaración, son «unos pobladores que, a lo largo de siglos, han compatibilizado su vida con la conservación de la naturaleza. Unos pobladores sin los que estas tierras no serían como son. Por eso esta Ley pretende ser algo más que una norma de conservación, pretende también ser un referente que asegure el mañana a los moradores de los Picos de Europa».
Estas palabras de intención deben transformarse en hechos. Nuestro parque nacional no se entiende, ni en su razón de ser ni en su pervivencia, sin estar vinculado inseparablemente de la actividad ganadera y el pastoreo.
Esta actividad ancestral es fundamental para el mantenimiento de una cultura y para la conservación de las praderías y la biodiversidad del Parque Nacional de los Picos de Europa.
El Parque Nacional es un enclave excepcional y simbólico de alto valor ecológico y cultural. Por ello es necesario que les dediquemos lo mejor de nuestros esfuerzos, con una actuación ejemplar. De ahí que requiera que intentemos mejorar en lo que hasta ahora se ha hecho. La actuación de las administraciones responsables debe estar a la altura de su valor e importancia. Partiendo de los principios que motivan su declaración, las decisiones de planificación deben de amoldarse a las situaciones, funciones y demandas que impone cada ciclo, considerando la voz de sus pobladores.
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