
ANA SALAS
Domingo, 8 de julio 2007, 04:02
«La única evidencia científica es la del Carbono 14 y dice que la reliquia es falsa». Es la tesis que mantiene Antonio Alonso, miembro del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses dependiente del Ministerio de Justicia, y único investigador del Santo Sudario de Oviedo alejado de la fe cristiana.
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La prueba del Carbono 14 la ha realizado el Centro Español de Sindonología (CES) después de que otros estudiosos la hicieran previamente. Los resultados han sido los mismos: la tela pertenece a una época de entre los siglos VII y VIII. Los miembros del CES explican que puede deberse a la presencia de un hongo que haya contaminado el lienzo y no permita obtener la fecha real de la tela.
Alonso no apoya la tesis de César Barta. Por eso «tenemos que tomar una decisión sobre nuestra implicación en el proyecto», dice. Considera necesario valorar «si hay evidencias claras, desde el punto de vista científico, de que puede ser una reliquia». Cree que «antes de continuar creando un misterio», hay que explicar los datos, los positivos y los negativos, como hizo la revista 'Nature' con la Sábana Santa de Turín.
«Nosotros estamos a expensas de lo que diga el Cabildo, pero no estamos dispuestos a mantener un bulo», afirma, rotundo. Sin embargo, apunta que, aunque el lienzo no sea del siglo I, como debería si fuera el que realmente cubrió el rostro de Jesús de Nazaret, «es interesante el estudio».
Nuevas opciones
Alonso guarda en el Instituto Nacional de Toxicología varias muestras congeladas del lienzo de Oviedo: seis hilos manchados y otros tantos limpios para poder comparar. Espera a que la ciencia avance y puedan utilizarse nuevos sistemas que aporten luz sobre la autenticidad del Sudario. Él ha estudiado un fragmento del ADN que contiene.
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Ha encontrado ADN mitocondrial, es decir, el que se hereda de la madre y podría reconstruir una secuencia que no ha desvelado. ¿De la madre de Cristo? «La posibilidad de que sea una contaminación moderna es bastante grande y la fiabilidad no es muy alta», explica. Pero insiste en la necesidad de abrir un nuevo camino de investigación: averiguar el ADN del lino, un asunto sobre el que el CES ya ha empezado. Conociéndolo, podría saberse si procede la tela de Palestina.
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