Víctor Manuel sinfónico y directo al corazón

Las dos principales ciudades asturianas no solo rivalizan en el terreno futbolístico, también parecen hacerlo en devoción al cantante Víctor Manuel y por supuesto ambas detrás de Mieres, su querida villa natal. El propio artista y sus canciones representan a la vez a esa Asturias que une a todos los que la sienten como su tierra por encima de localismos. La mejor prueba es su último proyecto artístico que anoche presentaba en un Auditorio de Oviedo lleno para acogerlo: 'Víctor Manuel sinfónico', un doble álbum grabado en directo en La Laboral de Gijón con dos formaciones que tienen su sede en la capital de la región, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) y el Coro de la Fundación Princesa de Asturias.

Con las voces de este último, su banda habitual y la Orquesta Oviedo Filarmonía compartía ayer el mierense un recital que tenía lugar a pocos días de la llegada de su amigo, Joan Manuel Serrat, para participar en la Semana de los Premios y recoger el Princesa de las Artes. De los muchos vínculos que ambos mantienen, ahí estaba sobre el escenario el de Joan Albert Amargós y su batuta, colaborador también del catalán.

El concierto, dividido en dos partes como el disco, ofrecía en la primera un recorrido por los temas de Víctor más conectados a la tradición asturiana y en la otra, por algunas de sus canciones más significativas. Si hay una canción estrella entre ambos mundos esa es 'Asturias', con la que arrancó, recibido entre fervorosos aplausos e impresionante con la potencia de la orquesta y los coros.

El viaje por el folklore asturiano y por las canciones que ya forman parte de él se inició con la popular y bellísima 'Ayer vite na fonte' y siguió con 'Soledá de mi vida'. Para abrir un curioso doblete en el que sonaron de la mano 'Atropando y axuntando' con su entrañable 'Paxarinos'. Rescató con delicadeza su casi olvidada añada 'Duerme neñín' y rindió tributo al gran Presi con 'Xilguerín parleru'. Con épica emoción sacó otra veterana perla de su vena tradicional, 'Yeren dos guajes', enlazada a otra historia de pastores del tesoro oral, 'Pastor que tas en el monte'.

La memoria histórica de la minería no podía faltar en este viaje y así fueron llegando 'En el Pozu María Luisa' y su icónico 'Abuelo Víctor', para irse al descanso con la 'Danza de San Juan'.

Con una suite instrumental de sus primeros éxitos arrancó la segunda parte con la gaita de Pablo Carrera y 'Allá arriba al Norte', para seguir y volver 'Por el camino de Mieres', rememorar «a la gente mal enterrada» en baldíos y cunetas con 'He cortado estas flores' y a la necesidad de afectos cómplices en 'Canción pequeña', con su hijo David San José presente en los teclados.

Entroncaba entonces con otro de sus grandes temas de amor, 'Tu boca una nube blanca'. El Víctor con ojo crítico a la realidad común alzó su voz en 'Digo España' y la elevaría sublime en sintonía con el coro y la orquesta en 'La sirena'. Más emoción con su otro alegato contra la desmemoria, 'Cómo voy a olvidarme', con el que avanzaba hacia un final de sabor dulce en el que conjuró al 'Cuélebre', estremeció al público con 'Solo pienso en ti', ratificó su fidelidad a la libertad con 'Soy un corazón tendido al sol', acompañado a las palmas por un público agradecido que pronto las fundió en una sonora ovación a este enorme Víctor sinfónico y auténtico de cuerpo entero. Todavía quedaban los generosos bises. 'La madre', 'Ay amor' y, de nuevo 'Asturias', 'Cuélebre' y 'Allá arriba al Norte', entre grandes aplausos del público en un clamoroso final.

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