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La Princesa Leonor, el Rey Felipe, doña Letizia y la infanta Sofía, en el Auditorio de Oviedo. Foto: Damián Arienza; vídeo: Diego Abejón

Música y aplausos para la Familia Real en una noche que sonó a América

Los galardonados asistieron y ovacionaron a la OSPA dirigida por Alondra de la Parra y al Coro de la Fundación en su concierto en el Auditorio

M. F. Antuña

Gijón

Jueves, 24 de octubre 2024, 19:39

La mañana fue de Leonor en solitario; la tarde-noche, de la la familia al completo, que se reunió en el Auditorio de Oviedo como es tradición para disfrutar de la música en buena compañía. Con el recinto hasta la bandera, don Felipe y doña Letizia llegaron poco antes de las siete y media de la tarde al Auditorio acompañados de sus hijas, la Princesa Leonor y la infanta Sofía, arropadas por las autoridades locales y regionales, empezando por el presidente Adrián Barbón, siguiendo por el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, y continuando por la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra, que se estrenaba como tal en estas lides.

Ellos llegaron los últimos a la cita. Mucho antes lo habían hecho los premiados. Todos, a excepción de Marjane Satrapi, estuvieron allí, como es el caso de Joan Manuel Serrat, que acudió con su mujer, Candela Tiffón. Michael Ignatieff o científicos como Jeffrey M. Friedman vieron llegar a los Reyes al palco que habrían de ocupar antes de que empezara a sonar la música en un concierto que hace el número 32 de los Premios. La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias tuvo para la ocasión a la batuta a la directora Alondra de la Parra, vivaz, expresiva, divertida y con un look espectacular. De su mano comenzó el viaje a EE UU con Leonard Bernstein en el pentagrama. Una delicia escuchar 'Three Dance Episodes (de On the Town)', viajar al Chicago del siglo pasado cuando los metales se hacían fuertes. No fue esa en realidad la primera pieza en sonar, porque el público antes ya se había puesto en pie a la llegada de los Reyes para escuchar la interpretación del himno español.

Lo curioso es que esas mismas notas iban a volver a sonar, pero en esta ocasión de una manera muy singular en 'Paisajes sonoros de América', que así se bautizó el recital. Llegó después una obra tan icónica como es la 'Rhapsody in Blue' que George Gershwein compuso hace justo cien años. Se hizo para piano y banda de jazz y aquí alcanzó otra dimensión con la orquesta y con el pianista francés Thomas Enhco, que la hizo brillar y cambiar como la improvisación jazzística ordena. Y ahí es donde se entrelazaron las notas del himno de España y se intuyeron las del 'Asturias patria querida'. El público lo captó y agradeció ese momento de improvisación que pronto conduciría a otros territorios más al sur en ese paisaje musical.

'Chöros No.10 Rasga o Coraçao', del compositor y director de orquesta brasileño Heitor Villa-Lobos, llegó a continuación. Aquí se incorporó el coro y el cambio fue radical, la música se hizo más potente, enérgica y energética, pero quizá menos festiva y evocadora. Las voces aportaron una nueva dimensión a una velada a la que aún le faltaba otra escala en Brasil de la mano de Francisco Mignone. Si el anterior compositor era carioca, el autor de 'Maracatu de Chico-Rei' era natural de Sao Paulo.

Gabilondo o María Pagés

Llegaron los aplausos del público, entre quienes hubo personajes conocidos de la sociedad asturiana, como el presidente de la Ópera de Oviedo, Juan Carlos Ovejero, o nombres propios de la cultura española que han participado estos días en algunas de las actividades programadas, como es el caso del comunicador Iñaki Gabilondo, el actor Eduardo Noriega o la bailarina María Pagés.

No hubo propina musical, pero sí sonó el himno de Asturias, y se vio cómo en el palco, todos, incluidos los Reyes y sus hijas, entonaban la letra sin levantar la voz para no ensuciar la interpretación del Coro de la Fundación Princesa de Asturias.

El adiós se sirvió con saludos en el hall y las miradas en las escaleras esperando poder saludar a los Reyes y a sus hijas. Es ya tradición, que ayer se volvió nuevamente a cumplir, que el público se sitúa en la planta baja creando una suerte de pasillo para que la familia haga un paseíllo a la inversa. Es decir, no es el público quien camina hacia ellos, sino al revés. Son don Felipe, doña Letizia y sus hijas, quienes, sonrientes, van saludando a ese público que se ha puesto sus mejores galas para la ocasión. Eso sucedió, como también es habitual, después de que saludaran y felicitaran por su trabajo a Alondra de la Parra y a los músicos y cantantes.

Después tocaba cenar. Y es norma en víspera de la ceremonia que la familia lo haga junto a los patronos de la Fundación. La novedad de este año es que por vez primera tanto la Princesa de Asturias como la infanta Sofía asistieron al ágape.

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