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La Famlia Real junto a la placa que luce ya Sotres como Pueblo Ejemplar de Asturias. Damián Arienza
Pueblo Ejemplar

Sotres revela sus secretos a la Familia Real: «Vivir en un pueblo de alta montaña es un desafío constante»

La Familia Real disfrutó de Sotres y alabó el valor de sus vecinos que tienen que lidiar con muchas dificultades, a pesar de vivir en un paraje impresionante

Ana Ranera

Sotres (Cabrales)

Sábado, 26 de octubre 2024

El frío helador y la lluvia desaparecieron de Sotres, en cuanto la Familia Real apareció por sus caminos. Parecía que la meteorología estaba compinchada con el Pueblo Ejemplar de Asturias porque las nubes se convirtieron –como por arte de magia– en un cielo azul resplandeciente, según bajaron del coche entre 'vivas' al Rey y a la Princesa, gaitas y aplausos de los vecinos. Tras el habitual saludo a las autoridades, los Reyes, la Princesa y la Infanta iniciaron su camino con un encuentro con un grupo de guías de montaña que los acompañó hasta el mirador situado en Sierra Amor, donde pudieron contemplar las vistas espectaculares de las que puede presumir esta localidad cabraliega.

Ya de vuelta y tras maravillarse con el 'skyline' más salvaje, charlaron con Javier Díaz Bada, el propietario de una de las ganaderías de la localidad, quien les mostró el funcionamiento de los collares de geolocalización, y con Abel Fernández, quien los recibió afinando un cencerro para una de sus reses. Y no fueron ellos los únicos presentes en este breve encuentro, ya que la mastina Maya, una de las guardianas de los rebaños, acaparó con su calma todas las miradas.

De esta parada, los Reyes y sus hijas se fueron con un cencerro realizado con motivo de su visita, que servirá de recuerdo de un pueblo que está cargado de historia. Lo comprobaron en la Escuelona, donde contemplaron una exposición sobre el pasado minero de la zona y les enseñaron muestras de los minerales que se extraían antes de su cierre en 1985. Tras compartir tiempo e historias con algunos de los mineros jubilados y con el director del Pueblu d'Asturies, Juaco López, la Familia se acercó a la iglesia de San Pedro para conocer a un grupo de mayores, que les regalaron algunos recuerdos de aquel Sotres que –hasta hace no tanto– quedaba totalmente incomunicado.

Tras palpar la crudeza que tuvo la vida en el lugar, los monarcas y sus hijas descubrieron la placa conmemorativa que quedará ya para siempre con los Picos de Europa como telón de fondo. Esa estampa de postal dejó paso a los saludos a los más pequeños y a una interpretación con zanfona. Sus melodías fueron el preludio del encuentro en el bar-tienda La Gallega con Ana María Moradiellos. Esta vecina enseñó a Don Felipe una foto de su bisabuelo con el abuelo del Monarca, Alfonso XIII, y aseguró tras hacerlo que haber podido mostrársela era «cerrar un círculo que se abrió hace 144 años».

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Esa emoción que se iba extendiendo por los caminos dejó paso al traslado de La Jovera, una actividad tradicional de Sotres, y a la visita a la quesería Maín, que sirvió de antesala al acto institucional, en el que el alcalde de Cabrales, José Sánchez, reivindicó la necesidad de «mejorar las telecomunicaciones para disfrutar de las mismas oportunidades en los negocios y en la vida cotidiana».

Le cogió el guante Jessica López, la vocal de la Asociación de Vecinos, quien –tras ensalzar su pueblín– se lamentó de que «la vida rural esté desapareciendo», y sentenció: «Estamos en peligro de extinción».

El Rey, acto seguido, demostró ser consciente de ello: «El viaje hasta aquí no ha sido tan fácil, sobre todo desde Poncebos», comentó riéndose y apostilló entonces que «más difícil lo tuvieron mi bisabuelo y mi tatarabuelo cuando vinieron para acá».

Con esa certeza y tras una breve intervención, dejó paso a la Princesa de Asturias, quien tuvo el papel principal como ya ocurrió el viernes en el Teatro Campoamor. Doña Leonor también se mostró consciente de las dificultades de estos vecinos. «Vivir en un pueblo de alta montaña es un desafío constante», reconoció, antes de decir que, a cualquier viajero que visite Sotres, «le prestará por la vida saborear la comida asturiana», una frase con la que se ganó un sonoro aplauso, que se repitió cuando dijo que tenía ganas de probar «un trozo» de queso Cabrales y de llevarles un poco a sus compañeros. De nuevo, se repitieron las risas y el orgullo de un Pueblo Ejemplar que terminó el día enseñando a la Familia Real la Cueva de Jorcadiellu, donde apreciaron el volteado de algunos quesos para marchar de Cabrales con el mejor sabor de boca posible.

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