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ANA RANERA
ASIEGU.
Martes, 3 de septiembre 2019, 02:05
Son sus gentes las que convierten un pueblo en ejemplar. Es el caso de Asiegu, un municipio con solo 75 habitantes durante el invierno, de los que ocho son niños. Algunos, de edades muy parecidas a la de la ... princesa Leonor, como Xuan Niembro, de 11 años. Los pequeños la esperan con especial ilusión, tienen ganas de recibir en sus calles a la Princesa de Asturias, mostrarle su pueblo, e incluso, tocar la gaita o el tambor delante de ella. Esto hasta hace poco no hubiera sido posible, pues hubo 18 años en los que no nació nadie. Nadie. La despoblación era el cruel destino hacia el que se encaminaba el pueblo, que asumía un futuro incierto con habitantes de cada vez más edad. Pero, como contaba José Sánchez, alcalde de Cabrales, «lo mejor de Asiegu es el amor que siente la gente por su pueblo» y, con esa premisa por bandera, algunos vecinos se resistieron a partir y decidieron dar a sus hijos las mismas raíces que a ellos les hicieron florecer. Xuan y Nel Niembro Caso, de 11 y 10 años respectivamente, pasaron ayer la tarde entre vecinos y con los amigos que se suman a los juegos durante el verano. Ellos, en Asiegu, son muy felices y presumen junto a su tío de saber tocar el tambor. «El día de las fiestas tocamos nosotros», cuentan. Ni siquiera alcanzan a imaginar el orgullo que sienten sus vecinos al verlos ocupar con su alegría cada rincón del pueblo.
Otro ejemplo es Valeria Villa, que no tiene ni siquiera 2 años y pasea en brazos de su abuela por los caminos mirando con impresión todo lo que está sucediendo a su alrededor. Aún no lo entiende, pero algún día sacará pecho por haber vivido un día, el de ayer, aunque no pueda recordarlo. Valeria se sienta en un banco con Marcelina Bartual, la mujer con más edad del pueblo, y el contraste hace brillar los ojos y devuelve la esperanza a los vecinos. Los padres de Valeria, como los de los otros siete niños del pueblo, firmaron un acto de rebeldía cuando decidieron quedarse y, a base de sacrificio, se aseguraron de que el municipio no se conviertiese en solo un recuerdo. Ahora, Asiegu tiene un futuro en el que sus vecinos podrán seguir haciendo de este un Pueblo Ejemplar.
Viven en un lugar «único en el mundo» y lo llevan orgullosos por bandera. Los poco más de setenta habitantes de la pequeña aldea cabraliega de Asiegu celebraron ayer por todo lo alto su nombramiento como Pueblo Ejemplar de Asturias 2019. Un reconocimiento al que concurrían por segundo año consecutivo y que, como reconocían a este diario apenas unos minuntos después de conocer el fallo del jurado, les pilló por sorpresa. «Siempre te presentas para ganar, pero éramos conscientes de que iba a ser complicado, pues hay mucho nivel», indicó Javier Niembro, portavoz de los vecinos. Es mayor el placer cuando el galardón llega un año que pasará a la historia como el primero en el que la princesa Leonor acude a los Premios.
A ella la recibirán, con nombre, apellidos y felices quienes han conseguido el reconocimiento. Porque tras la candidatura que ha logrado encandilar al jurado no hay una gran institución ni entidad, sino los propios habitantes de esta pintoresca aldea que puede presumir de ser el mejor balcón al Picu Urriellu. Unos vecinos que no saben de enfrentamientos ni enfados, sino que son como una piña a la hora de luchar por su pueblo. «Vamos todos a una para conseguir hacer grande a Asiegu, lograr que tenga vida y que sea atractivo para que vengan nuevas personas a vivir y trabajar aquí», relataba, entre culín y culín, el joven quesero José Miguel Mier Rojo.
Un trabajo que está surtiendo efecto, pues frente a la temida sangría demográfica, en esta aldea cabraliega pueden presumir de contar con varios niños pequeños que aman su tierra como los mayores, garantizando así el futuro del lugar. Ayer, dos de ellos, los hermanos Xuan y Nel Niembro Caso, de diez y once años, fueron los encargados de poner música de gaita y tambor a la celebración, junto a su tío y profesor, el gaitero Héctor Braga. No faltó tampoco la vecina más joven de Asiegu, la pequeña Amaia Ruiz Bueno, de apenas dos meses.
«Este premio es un regalo para nosotros», valoraba Mier. Y recalcaba que «las vistas y la gente hacen que no haya otro lugar igual en el mundo. Todos los que vienen a visitarnos marchan enamorados», apostilló.
Algo que confirmaban algunos de los turistas que, ajenos a lo que se les venía encima, ayer se toparon de frente con la celebración en que se sumió la aldea. Entre ellos, Rocío Marañón, Miguel Ángel Guzmán y sus hijos Álvaro y Mar, de Aranjuez. «Veníamos a conocer el pueblo y cuando llegamos al mirador para ver los Picos y empezamos a ver los voladores pensábamos que estaban de fiesta, pero esto es mucho mejor», señalaron. Y aprovecharon para dar la enhorabuena al pueblo y sus vecinos. «Es merecido porque esto es espectacular», agregaron.
Con sus 425 metros de altitud y una ubicación privilegiada en las estribaciones de la sierra del Cuera, Asiegu ofrece unas de las mejores vistas del macizo central de los Picos de Europa. De hecho, cuenta con dos imponentes miradores, uno ubicado en el corazón del casco urbano y otro, aún más espectacular, varios metros por encima y dedicado al conocido montañero vasco Pedro Udaondo.
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