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La alegría estalló en Somao, Pravia, al tiempo que los voladores atronaban en el cielo. Habían sido elegidos Pueblo Ejemplar de Asturias 2020 después de cuatro años consecutivos como candidatos y, por fin, veían recompensados sus esfuerzos por hacer de su localidad, de apenas 300 habitantes, un referente hacia el que el resto de Asturias puede mirar orgullosa.
La sidra corría a las puertas de su iglesia y la emoción brillaba en los ojos del buen número de vecinos que se congregó allí para celebrar un galardón que tanto habían hecho por merecer. Entre culín y culín, Pablo Martínez contenía la euforia de un día que pasará a la historia de un lugar que lleva mucho tiempo luchando por dar y mostrar lo mejor que tiene. «Queríamos que se nos reconociera lo que somos, pero realmente íbamos a seguir haciendo lo mismo nos premiaran o no nos premiaran», aseguraba. «Todavía no asimilamos la noticia. Empecé a llorar cuando me lo dijeron», contaba aún digiriéndolo mientras enumeraba las razones por las que pueden presumir de pueblo. «Aparte del paisaje, esto es una atalaya natural al mar Cantábrico y al Nalón, tenemos un conjunto arquitectónico espectacular y los vecinos, tanto jóvenes como mayores, hacemos muchas cosas para que este pueblo tenga vida todo el año», destacaba.
Tanto es así que, según detallaba David Álvarez, alcalde de Pravia: «Somao es un pueblo muy activo, cuida mucho de su patrimonio, fomenta la cultura, tiene biblioteca propia y colegio». Y el espíritu de sus vecinos quedaba demostrado entre su desbordante júbilo que alcanzaba también a los más los pequeños como Sara Riló y Miguel Ángel Riló que a sus trece y once años, respectivamente, se confesaban «muy contentos y nerviosos». Ellos ya fantaseaban con el gran día en que la Familia Real recorra sus caminos. «Nos hace mucha ilusión. Da igual cómo sea ese día que estará bien, nos gustaría hacerles un regalo», decían.
Una ilusión que no disminuía ni un ápice entre los más veteranos como Angelita Menéndez, de 78 años, «nacida, casada y vivida en Somao». Ella se apoyaba en un árbol para intentar interiorizar lo que estaba ocurriendo. «Estaba haciendo la cama y tiré la almohada», afirmaba. «Yo no sé lo que haremos cuando estén aquí los Reyes, habrá que ponerse de punta en blanco y todo será poco», apuntaba feliz, mientras compartía con sus vecinos recuerdos de quienes ya no estaban, pero también merecían ese premio. Porque hay mucho trabajo detrás de este galardón de los que ahora están y también de muchos que estuvieron y pusieron los cimientos del que hoy ya es un Pueblo Ejemplar de Asturias.
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