ANA RANERA
EL PUERTO (SOMIEDO).
Domingo, 24 de octubre 2021, 01:28
Desiré Fernández amaneció ayer con los nervios anudados en la garganta. Estaba a punto de comenzar un día de esos que no olvidará, por mucho que pasen los años y otros tantos momentos vividos vayan desvaneciéndose de su memoria. Su pueblo, Santa María del Puerto, ... en Somiedo, iba a recibir la visita de la Familia Real, para entregarles el Premio Pueblo Ejemplar. Ella, a sus dieciséis años, era la encargada de agradecer el galardón, en nombre de todos sus vecinos.
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Lo hizo, sin que le temblara la voz. Habló con el aplomo de unos años que no tiene y con el orgullo de unas raíces que la elevan hasta tocar el cielo. «El 2 de septiembre, cuando nos comunicaron que nos habían concedido el premio, nos invadió una gran emoción», arrancó. «Queremos que este reconocimiento sirva para valorar a los vaqueiros de alzada y la trashumancia», continuó decidida.
Durante su intervención, ensalzó la capacidad de sus vecinos para fijarse en las ventajas de su entorno y no en sus inconvenientes. «El Puerto tiene pasado, pero también tiene presente con jóvenes ganaderos que trabajan a 1.486 metros de altitud», recordó. «Nuestros padres han hecho que nuestro pueblo sea un ejemplo de forma de vida en la alta montaña asturiana», añadió, agradecida a todas las generaciones que la precedieron y convencida de que la suya no será la última. «Sin duda, tendremos futuro porque se nos ha inculcado el cariño a esta tierra».
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JESSICA M. PUGA / ANA RANERA
Jessica M. Puga
Jessica M. Puga Ana Ranera
Desiré sabía que estaba viviendo algo histórico: «Es un día que quedará en nuestro recuerdo para siempre», decía. Y, aunque era un momento festivo, quiso recordar a las víctimas de la pandemia y a los habitantes de La Palma, que tanto están sufriendo. Al acabar, agradeció, de nuevo, el galardón y deseó que «desde estas cumbres, todos hayan podido tocar el cielo». Y parece que más de uno, al menos, lo rozó, porque el Rey, cuando empezó a hablar, cambió su discurso y contestó a Desiré: «Si venir aquí un día como hoy no es tocar el cielo, mucho se le parece», afirmó.
Desde luego, su entorno hace entender por qué aman tanto a su pueblo, pese a la nieve y la distancia. «Mis padres y mis vecinos han trabajado mucho por esta localidad», los alababa. Eso la anima a ella a no rendirse y a pelear para que el mundo «sea consciente de nuestra forma de vida». Porque sí, las cosas han cambiado y mejorado, pero aún hay muchos problemas, sobre todo, para los jóvenes de su edad. «Estoy estudiando segundo de Bachiller en el Instituto de Grado», contaba. Eso supone una hora y cuarto en coche desde casa hasta su clase. Igualmente, la distancia no la frena, ella seguirá peleando para que la siguiente generación también viva tocando el cielo, desde estas cumbres que ya son ejemplares.
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