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El Archivo de Indianos o Quinta Guadalupe es el edificio favorito para muchos colombrinos.
Colombres, identidad de Asturias y América

Colombres, identidad de Asturias y América

La capital ribadedense ofrece un recorrido por el patrimonio arquitectónico indiano

JESSICA M. PUGA

Miércoles, 16 de septiembre 2015, 11:12

De historias está el mundo lleno. Las hay de conquistas, de reyes y algunas cuya veracidad cuesta creer. Lo curioso de Colombres, capital del concejo de Ribadedeva, es que solo con pasear por sus calles salen a la luz relatos de los sueños de cuantos lo poblaron, historias de viajes a ultramar y de riquezas conseguidas por quienes decidieron hacer su equipaje y partir a buscar trabajo lejos de allí. El recién nombrado Pueblo Ejemplar de Asturias 2015 ha sabido conformar su presente cuidando los elementos de su pasado y eso ha sido lo que ha tenido en cuenta el jurado para elegirlo ante otros 17 candidatos.

LA QUINTA GUADALUPE

  • «Es novela pura y, al modelo inglés, tampoco se libra de fantasmas»

  • Santiago González Romero es el gerente del Archivo de Indianos, que se levanta en la quinta situada en pleno centro de Colombres, frente al Ayuntamiento. El emigrante asturiano Íñigo Noriega Laso la construyó en 1906.

  • Gerente del archivo

  • Santiago González.

El municipio más oriental del Principado es testimonio de aquellos que partieron y, especialmente, de los que volvieron enriquecidos. De familias que cruzaron el mar con la idea de labrarse un futuro lejos, por necesidad o querencia, a finales del siglo XIX y principio del XX y, aunque no todos consiguieron fortuna, sí coincidieron en no perder el horizonte de su pueblo natal. Los más trabajadores y, por qué no decirlo, los que más suerte tuvieron hicieron fortuna en el comercio o las industrias textil y minera.

Pasados los años, gran parte de su beneficio decidieron reinvertirlo en la tierra que les había visto nacer, construyendo hospitales, escuelas, plazas, traídas de agua, un casino y hasta una Escuela de Comercio. Y para sí, villas indianas -a cada cual más espectacular- como indicador de su opulencia. De todo esto conserva documentos el Archivo de Indianos-Museo de la Emigración, el ejemplo más claro del interés de Colombres por conservar y divulgar su pasado. El museo se levanta en la Quinta Guadalupe, construida por el indiano Íñigo Noriega Laso en 1906 y nombrada así en honor de su mujer. Está en pleno centro de la villa, justo enfrente del Ayuntamiento y flanqueada por un jardín amplio, también testigo del paso del dueño por América, a la vista del gran número de especies exóticas que lo pueblan. El archivo se constituyó en 1987 y hoy en día lo dirige Santiago González Romero, «ilusionado» tras la concesión de un premio que pone en valor «a un municipio que mira hacia atrás sin dejar de hacerlo hacia adelante». Él puede presumir de disfrutar cada día del que quizás es el edificio más llamativo de Colombres. El gerente del Archivo los describe como «muy novelesco, que fue hospital y orfanato», explica, y al que no libra de «fantasmas, como tienen las casas de los ingleses».

El origen de su construcción y de su utilidad inicial es una de las leyendas más comentadas en el pueblo. Hay quienes piensan que Íñigo Noriega Laso la construyó para su uso personal, quienes creen que fue un regalo para el presidente mexicano Porfirio Díaz y los que van más allá, asegurando que este último antepuso París a Colombres para exiliarse. Lo que sí fue un hecho es que la empezó a construir una década antes de la caída de Díaz y que este no aceptó el ofrecimiento. El expresidente hizo escala en España en el gijonés puerto de El Musel, aunque no llegó a pisar tierra. Eso lo cuenta el director de EL COMERCIO en 1911, Alfredo García García, Adeflor, que lo entrevistó a bordo del vapor 'Ypiranga' y recogió de su boca que no aceptaba la residencia de Noriega Laso «porque no quiero la ociosidad».

De la querencia de Colombres por atender a las nuevas necesidades de una sociedad que cada vez se dedica más al turismo y los servicios que las antiguas labores del campo es importante testigo la Casa de Cultura. Al frente de la conocida como Casa de Piedra o de El Redondo está Javier Sampedro, su director. «Ana María Sánchez Escalante, de la familia que reurbanizó todo el barrio de El Redondo, fue quien promovió la construcción de esta casa, aunque luego se utilizó poco como vivienda. Después pasó a ser de Pío Noriega Sánchez y, dado su carácter filantrópico -por el que el año pasado le otorgaron el Premio Ribadedeva- continuado por sus descendientes, la casa es un espacio público desde el año 2000», relata. Explica con modestia Sampedro, que también está al frente del Festival Nacional de Cortometrajes al Aire Libre de Colombres, que él y su equipo han logrado convertirla en «punto de encuentro para quienes tienen inquietud cultural, siendo yo posibilitador y mediador más que promotor de las iniciativas». Eso ahora, porque durante la guerra civil fue cárcel, quedando en las paredes del sótano grabados mensajes de los presos y los turnos de los guardias.

Los Caminos de Santiago del Norte han sido nombrados Patrimonio Mundial por la UNESCO este año. Los peregrinos que pasan por Colombres pueden descansar en otra de las villas indianas si se quedan en el albergue, que en su día fue Villa Vicenta. En esa casona azul abierta también a excursiones de escolares se puede ver aún hoy cómo eran las estancias originales. «La edificación fue un encargo para Manuel Posada, el constructor de casi todas las casas de la zona, salvo del Archivo de Indianos, porque parece que este y el dueño no se llevaron nunca bien. Cuando Posada terminó el encargo, resultó que el indiano no tenía el dinero, así que pasó a ser propiedad de Posada, quien la donó al Ayuntamiento para que construyeran escuelas en un plazo máximo de tres años. Como tampoco cumplieron, volvió a manos del constructor, quien decidió vivir en ella», relata Manuel Lamadrid frente al albergue El Cantu, del que es propietario desde hace 19 años junto a Almudena Erice. Con el tiempo, la propiedad pasó a ser dormitorio de los obreros que trabajaban por la zona, siendo uno de ellos el abuelo del ahora dueño de la propiedad. El Cantu se mantiene como antaño: «En la casa principal no hemos hecho nada, salvo en la planta baja, donde la enorme cocina la transformamos en comedor», señala. Este es ejemplo claro de cómo la mayoría de residencias cambiaron de manos. Hay que tener en cuenta que son auténticos monumentos de costoso mantenimiento, que hay que solucionar herencias problemáticas y que los tiempos han ido cambiando.

Otras, sin embargo, siguen siendo privadas y reciben a sus propietarios sobre todo en vacaciones, como Las Raucas, cuya obra firmó el arquitecto francés Eduard Brudard con un joven Manuel Posada. Juan Ignacio Castaño preside la asociación 'Ribadedeva, Cultura y Naturaleza' y reconoce que, entre todas, esta casa es una de las más importantes. «Lo particular de Colombres es que la inmensa mayoría de casas han tenido un sostenimiento, una rehabilitación, que permite a los visitantes hacer un recorrido por la historia», señala, al tiempo que aplaude el trabajo de las gentes que lo han hecho posible a lo largo de los años. «No me gustan los compartimentos estancos, soy de los que piensa que para que algo funcione, toda la actividad tiene que estar interrelacionada», y recuerda que Ribadedeva tiene playa, montaña y la cueva de El Pindal, en Pimiango. «Colombres y Bustio son el principio y el fin de Asturias», señala.

Dos edificios más son centros neurálgicos de la actividad colombrina. Uno es el Ayuntamiento. El alcalde ribadedense, Jesús Bordás, da cuenta de ello aún «emocionado y muy, muy contento» por la concesión del Premio Pueblo Ejemplar 2015. El edificio consistorial preside la plaza de Manuel Ibáñez, primer conde de Ribadedeva, y hacia él mira la estatua de este ilustre emigrante. Ambos, plaza y ayuntamiento, son ejemplos del interés de los indianos por su pueblo natal. Bordás reconoce la importancia de que una comarca como la suya, de unos 35 km2 , atesore patrimonios reconocidos por la UNESCO y sea además Bien de Interés Cultural. Al fondo del enclave, al lado del Archivo de Indianos, está el otro edificio que ha sido testigo fiel de los cambios experimentados en la villa. Se trata de la iglesia de Santa María de Colombres. Su párroco, Amador Galán, defiende que es «la casa más visitada de todo el pueblo, a la que se acude en los momentos más importantes de la vida». Hoy, con la restauración, ha recobrado el valor que tenía hace 200 años.

El reconocimiento de la Fundación Princesa de Asturias premia a un pueblo que ha sabido construirse un presente sin dejar de mirar al pasado.

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