«Echaré de menos Asturias, a la que quiero tanto»

Tres años han pasado desde que la Princesa de Asturias llenase con su palabras el Campoamor dando el que fue su primer discurso oficial en la ceremonia de los premios que llevan su nombre. Un acto en el que la primogénita de los Reyes de España hizo historia y asumió con trece años la responsabilidad de un título del que afirmó sentirse «orgullosa y comprometida». El compromiso de la Corona con Asturias en la figura de su heredera se reafirmó en 2020, el año de la pandemia, el que todo lo cambió. La Princesa Leonor volvió entonces a alzar la voz para apelar al sentido de la responsabilidad de todos, más aún de los jóvenes, para superar el bache de la crisis sanitaria que puso en jaque al mundo. La Princesa dio una lección de madurez y transmitió serenidad esta vez en el Reconquista. La semilla de la esperanza que plantó tal día brotó ayer en su tercer discurso, de nuevo sobre las tablas del teatro ovetense que la vio debutar, de nuevo con público, de nuevo al calor del hogar.

«Me alegra mucho volver a Oviedo para celebrar la entrega de nuestros premios», comenzó a decir Leonor desde el atril del Campoamor. Y evocó el recuerdo de todas aquellas veces que sus padres estuvieron en su lugar, rindiendo homenaje al trabajo de personas extraordinarias en diversas disciplinas, «reconociendo las iniciativas y las ideas que hacen mejorar a las sociedades».

Habló la Princesa Leonor segura de sus palabras y con un mensaje claro, un mensaje de superación en el que volvió a poner a los jóvenes en primer plano, como motor de cambio, de evolución y de prosperidad. Definió a los galardonados como «guía imprescindible», como un espejo al que mirarse y se mostró firme defensora de la generación a la que está llamada a representar, capaz de sacar lo mejor de sí. «Este mundo tan interconectado en el que vivimos permite que todos podamos acercanos a las obras de quienes hoy recibís nuestros premios y en mi caso, como estudiante de Bachillerato, pienso en todos los jóvenes que lo pueden hacer y en lo mucho que podemos aprender de vosotros», enfatizó.

Serena y pausada rindió homenaje a los premiados y ensalzó su sangre asturiana. Un sentimiento que deja aflorar con orgullo y que no olvida pese a la distancia. Porque pronto volverá al Atlantic College de Gales donde cursa sus estudios y allí «echaré mucho de menos esta tierra, Asturias, a la que quiero tanto», pronunció alto y claro. «Mi hermana Sofía y yo nos sentimos siempre en nuestra casa», añadió haciendo un guiño a la infanta que escuchaba atenta sus palabras.

También dejó ver su dominio del inglés, dando la bienvenida a los premiados con una breve frase con exquisito acento británico. En su discurso tuvo mención para todos y cada uno de los galardonados de este año: Gloria Steinem, Campaign for Female Education, Amartya Sen, Marina Abramovic, Teresa Perales, José Andrés y su ONG World Central Kitchen y a los padres de las vacunas Katalin Karikó, Drew Weissman, Philip Felgner, Ugur Sahin, Özlem Türeci, Derrick Rossi y Sara Gilbert. Con aplomo se refirió a ellos como motivación para su formación. «Proyectáis sobre nosotros -los jóvenes- la certeza de que también tenemos mucho que aportar, que podemos ser importantes y responsables para pensar en un futuro más sostenible, más justo y mejor», abundó la heredera al trono.

Su entereza y desenvoltura fue admirada por sus padres; don Felipe y doña Letizia compartieron miradas cómplices durante su intervención que hablaban por sí solas. Un orgullo absoluto que evidentemente copó el palco donde se encontraba su abuela, la Reina Sofía. Realmente el teatro entero se rindió al vehemente discurso de una princesa entregada y comprometida.

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