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El Princesa de Asturias de Cooperación Internacional para la organización educativa internacional CAMFED (Campaign for Female Education) premia «la labor, individual o colectiva, de desarrollo ... y fomento de la salud pública, de universalidad de la educación, de la protección y defensa del medio ambiente y del avance económico, cultural y social de los pueblos».
En 1993 Ann Cotton creó esta organización para contribuir a la erradicación de la desigualdad y la pobreza en África. Su trabajo ha estado enfocado en la educación de las niñas para lograr así el empoderamiento de las mujeres en un mundo fundamentalmente masculino. La mujer es la primera educadora. Es quien posee en mayor grado este sentido inherente del valor de la vida y conoce, por tanto, la importancia crucial de que cada ser humano es capaz de 'adueñarse' de la suya, de alcanzar esta 'soberanía personal' que constituye, en mi opinión, la mejor definición de educación.
La concesión de este premio es un reconocimiento a dos puntales fundamentales de la paz: la educación y la mujer. Promover la educación de la mujer rinde al ciento por uno. Alarmados por la situación presente, en la que los valores se comparan con los precios y las ideologías con el mercado, nos preguntamos a menudo: ¿qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos? Dependerá de los hijos que sepamos dejar a nuestro mundo. Y, en último término, del esfuerzo educativo que hayamos sabido desplegar a favor de sus madres y maestras.
Al referirme a la mujer no puedo evitar recordar una conversación con el presidente Nelson Mandela en 1996 en Pretoria, cuando yo le manifestaba mi decepción por la escasa aceptación que en aquel momento había conseguido la cultura de paz frente a la cultura de imposición, violencia y guerra que había prevalecido durante siglos. Me manifestó: «Se debe a que desde el origen de los tiempos unos cuantos hombres han mandado sobre el resto de los hombres y la totalidad de las mujeres». Completó su aseveración del papel central de la mujer en la nueva era «porque la mujer sólo excepcionalmente utiliza la fuerza cuando el hombre sólo excepcionalmente no la utiliza».
Las mujeres juegan un papel clave en la construcción de la paz: durante el conflicto armado su lucha por el mantenimiento de la vida por encima de otras cuestiones ha sido clave para encontrar vías para la paz y a la resolución negociada del conflicto. En los procesos de paz y en los períodos de reconstrucción posbélica el papel de las mujeres es clave para promover una paz estable y duradera. Sin embargo, solo muy recientemente se ha empezado a reconocer este hecho.
¿Cómo educar? ¿Cómo alfabetizar? ¿En qué lengua? ¿Cómo progresar? A nadie se le escapa la importancia de la educación en la infancia. La educación para todos. La educación durante toda la vida. Pero todos debemos aprender la lección de escuchar y de aprender de quienes están tratando directamente la realidad, la realidad concreta, la realidad de la vida en cada lugar.
Educación para ser «libres y responsables» como establece la Constitución de la UNESCO, que añade que la humanidad se guiará por «principios democráticos». Educación para actuar en virtud de las propias reflexiones y no al dictado de nadie ni de nada. Educación para todos a lo largo de toda la vida.
Este premio es importante además, porque dirige la atención a África, ese continente con el que estamos en deuda, desde hace siglos, pero sobre todo desde que, en la década de los ochenta, los países ricos tomaron las riendas de la gobernación mundial y se olvidaron de las promesas de ayuda y cooperación internacional…. Ha llegado el momento de la escucha de África: hacer lo que la sabiduría inmensa de África nos diga que necesita. Siendo director general de la Unesco creé dos grandes programas: 'Prioridad África' y 'La ruta de los esclavos', para reconducir tantas actividades descarriadas, para contrarrestar tantos olvidos. Es el momento de reiterar nuestro amor a este continente que tanto ha dado a cambio de tan poco. Y pedirles perdón. Y agradecer la sonrisa que, a pesar de todo, nos prodigan.
Desgraciadamente la historia de África es una historia de dominio e insolidaridad. Hasta el punto de haber retenido incluso medios técnicos y financieros para la educación. En el desarrollo, las ayudas se sustituyeron por préstamos… con condiciones de privatizar e invertir en infraestructuras…
Me gusta repetir que ha sido precisamente en África donde he encontrado tanta sabiduría, tanta generosidad, tanto desprendimiento en personas, sobre todo mujeres, que deben cada día, desamparadas, sin las ayudas tantas veces prometidas, inventar cuando amanece cómo sobrellevar el día para llegar dignamente a la puesta del sol.
¡Si Europa cambiara saberes por sabiduría!, con estos pueblos africanos a los que tanto debemos, que tan poco rencor nos guardan a pesar de las turbias relaciones habidas con ellos, a pesar de la esclavitud, a pesar de las explotaciones que hoy mismo, mientras miramos a otro lado, estamos realizando en sus fantásticos recursos naturales.
He contado muchas veces la anécdota de la directora de un centro escolar próximo a Ouagadogou, la capital de Burkina Fasso, que acaeció en 1989 cuando visité este bellísimo país centroafricano como director general de la Unesco, con el presidente, ministros,… Hablamos en el centro aludido el presidente y yo sobre la educación en África. La directora seguía con atención nuestras palabras con una sonrisa en los labios… que resultó no ser de satisfacción sino de ironía: «Señor director general: me ha gustado lo que ha dicho, pero ¿por qué la Unesco, Unicef, las ONG… todos vienen a darnos consejos en lugar de escuchar los nuestros? Llevo 26 años dedicada a la enseñanza y no me cabe duda de que somos los maestros africanos los que debemos, en primer lugar, diseñar nuestro sistema educativo».
Me impresionó tanto que, al llegar a la sede de la Unesco, decidí que a partir de entonces todos los programas educativos se llevarían a cabo con los docentes, después de saber en qué y cómo debíamos cooperar. 'A la escucha de África' o de Asia… se denominaron en lo sucesivo los programas.
El 1 de marzo de 2016 escribí: «Vuestra voz, / mujeres del mundo entero, / es la gran fuerza / que ha de mover / lo hasta ahora inamovible. / Voz acallada / y desoída / desde el origen / de los tiempos. / Hoy se iluminan / los caminos / que recorremos / juntos, / juntas las voces, / juntas las manos, / en el inicio / de una nueva era».
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