«Todo se puede contar bailando»
María Pagés, Bailaora ·
«Hay que proteger, apoyar y querer al flamenco. Esa es siempre la asignatura pendiente de nuestro país»Secciones
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María Pagés, Bailaora ·
«Hay que proteger, apoyar y querer al flamenco. Esa es siempre la asignatura pendiente de nuestro país»María Pagés y Carmen Linares recogerán el viernes 28 de octubre el Premio Princesa de Asturias de las Artes en el Teatro Campoamor de Oviedo, pero antes y después mostrarán las razones que las han conducido a Asturias. Derrocharán ese arte flamenco que ... una baila y otra canta, que ambas aman, presumen y difunden por el mundo.
Pagés estará el jueves próximo en el Centro Cultural Óscar Niemeyer de Avilés con 'Paraíso de los negros' y el jueves siguiente, la víspera de la ceremonia de entrega, ambas se subirán juntas al escenario del Auditorio de Oviedo para ofrecer un espectáculo muy especial en que exhibirán su amor compartido por la poesía española. Carmen cerrará la Semana de los Premios al día siguiente del acto en el Campoamor con los Reyes ofreciendo en la Fábrica de Armas un concierto que hace balance de sus cuarenta años en los escenarios
Su actividad será intensa. También estarán en el Teatro Jovellanos de Gijón el martes día 25 en un encuentro con el público. La agenda se anuncia apretada, pero ambas aguardan con ganas. «Estoy deseando estar en esa tierra maravillosa que tenéis», zanja Carmen.
Su primer recuerdo en un escenario se ubica en Sevilla, la ciudad donde nació en 1963. Tenía María Pagés cinco años y en el Teatro San Fernando esperaba a que se abriera el telón. «Era una función con el colegio y bailaba 'Una lágrima cayó en la arena' de Peret. Me latía el corazón por la boca y tenía los pies fríos».
–¿Y ahora qué?
–Le juro que sigue siendo así, con más años, con los pies que me duelen más, pero lo mismo.
–Vuelve al Niemeyer el jueves con 'Paraíso de los negros'.
–Sí. Lo inauguramos nosotros con 'Utopía', un trabajo sobre Óscar Niemeyer. Estuvimos muy presentes en su construcción.
–¿Feliz o nerviosa?
–Un poco todo.
–¿Con el modelón listo para la ceremonia?
–Sí, me lo he tomado como si estuviera preparando una creación. Lo está haciendo el taller Calderón, que realiza el vestuario de nuestros espectáculos. Todo va a ser muy creativo. Es muy bonito ver a todo el mundo a tu alrededor que está contento, que se alegra de que haya un reconocimiento al flamenco que es justo y que va ayudar, ya está ayudando, muchísimo. Poner en valor el flamenco es la asignatura siempre pendiente en nuestro país. Hay que apoyarlo, protegerlo y quererlo.
–¿Vamos camino de aprobar?
–Vamos y cuesta. Pero es nuestro arte autóctono, el que más y mejor nos representa, más nos identifica, es un gran arte que está en un momento de ebullición importantísimo, es un arte contemporáneo porque es una tradición en movimiento continuo. Creo que estamos en el camino, pero hay que darle los medios, la estructura y el reconocimiento.
–Ha bailado a la arquitectura, a la poesía, a la república platónica, a Sevilla... ¿Todo se puede contar bailando?
–Sí, todo se puede contar bailando. No hay duda. Es una de las expresiones más innatas del ser humano, se hace a través del cuerpo, que es donde habitamos, donde cada uno es único e irrepetible. Es nuestro lenguaje más directo y además es universal.
–¿Qué asuntos están por bailar?
–Somos un equipo creativo y los temas van surgiendo según las necesidades, las circunstancias. Con El Arbi [El Harti, su marido y compañero] tenemos muchísimas conversaciones respecto a qué es lo que en ese momento es interesante, qué puede ser prioritario. Ideas continuamente surgen, lo importante es elegir la prioritaria, porque entrar en un proceso creativo es saber que vas a dedicar muchísimo tiempo y esfuerzo y todos los medios posibles para hacer algo que valga la pena y sea útil. No tengo un tema pendiente porque tengo muchos. Como acabamos de terminar un espectáculo ['De Scheherazade a Yo, Carmen'], debemos dejar un momento de barbecho para poder pensar en el siguiente. Estrenamos a final de mayo, es un bebé, estamos ahora en la crianza y recorriendo el camino de la vida, porque los espectáculos son seres vivos.
–¿Qué disfruta más, de la gestación, el parto o la crianza?
–En el momento de investigar se abren caminos, cosas que te gustan, es cuando surgen ideas que te dan el impulso, cuando empiezas a trabajar con las músicas... Es algo tan bonito. Llega después el momento más duro de ir dándole forma, de crear equipo, trabajar en los ensayos, los días de «esto no sale», y vuelve, e insiste, hasta ver la luz. Es duro. Y luego es el parto, que, como todos los partos, es doloroso. Pero es la gran recompensa de ver a la criatura. En la crianza, teniendo oportunidades como las nuestras, que nada más acabar en el Liceu nos fuimos al Festival de Salzburgo, al de Granada, a Canarias, a Mérida... Es una maravilla.
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M. F. Antuña
–Dice su marido que solo le importa el conjunto y que se olvida de usted misma cuando crea.
–A lo largo de la vida creas tu propio método, que no es que sea el mejor, pero es el que sabes hacer. Nosotros, para mantener nuestra propia independencia, tenemos una estructura estable de compañía que cuesta mucho esfuerzo. Producimos y distribuimos nuestros espectáculos, este es un aspecto del cual no se suele hablar pero es así, es muy real, nosotros lideramos nuestra propia empresa. No es solo crear, es liderar equipos y es una tarea enorme. Luego, en el aspecto creativo, he coreografiado porque me surge; he hecho diseño de vestuario porque me surge; todas las músicas que trabajamos son originales y hay que dedicar tiempo a reunirnos e investigar; hay que elegir bailaoras, trabajar con ellas, formarlas... Soy tremendamente curiosa por todo y es un lío porque a veces me voy metiendo por caminos que no debo. Y montar la coreografía es una inquietud continua hasta que las cosas van tomando forma. Es un proceso hermoso pero tiene sus dificultades. ¿Qué pasa? ¿Dónde se queda María Pagés la intérprete después de todo esto? Se queda reventada intentando sacar un tiempo que no hay para encerrarse y dedicarse a ella misma. Ese es nuestro modo de trabajar, nos interesa la totalidad y en el escenario soy una más, aunque yo sea la que más tiene que empujar, porque sé que, cuando empujo, todos empujan y no me puedo relajar nada.
–¿Se imagina un mundo con danza en los colegios?
–El mundo sería mucho mejor y más feliz. Estoy segura. Toda la educación está centrada en un enorme porcentaje en instruir a los niños intelectualmente, que acumulen conocimiento, cuando en realidad un ser humano es cabeza, pensar, pero también es cuerpo, no podemos omitirlo. La danza implica muchísimos valores: es conocer el cuerpo para que tenga una mejor salud, es movimiento porque sabemos que vamos a una vida enormemente pasiva y hacia una salud que se va a degradar... Implica también disciplina, orden, coordinación... Es salud. Bailar hace saltar esos mecanismos hormonales de la felicidad. Interviene la emoción y serviría para quitar muchísimos tabúes que venimos arrastrando en una educación muy estereotipada donde el cuerpo está omitido, y conocerlo es conocernos mejor a nosotros mismos. Sería un mundo mejor, más comprensivo, más de aceptar al otro. También crea comunidad. No en vano, la danza popular, el folclore, están hechos para socializar, en eso consisten las fiestas y las verbenas. Es una manera de conocerse, acercarse, aceptarse, y todo ello nos hace mucha falta porque vivimos muy aislados.
–Si usted fuera ministra, ¿qué le daría a la danza?
–Lo primero, hay que crear un centro nacional de danza. Hay un auditorio nacional, hay varios teatros nacionales, museos nacionales, hasta el circo tiene un lugar. La danza, no. ¿Cómo puede ser? Es fundamental que sea considerada como un arte que tiene sus especificidades, y eso exige que haya un plan para regularizarla, sistematizarla, ordenarla y apoyarla con más medios. Y muchas más cosas.
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